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Análisis

Una liga de cuatro aspirantes, con dinosaurios en el campo y carteles sin pegada

Es mayo un mes de emociones colectivas. Sin embargo, cuando el pasado sábado Diego Alves impidió una y otra vez que el Madrid perforase su portería, se acabó el interés de esta Liga, más allá de la hipotética huelga que se avecina como lógica consecuencia de la batalla entre los amos del oscuro negocio futbolístico. Quedan la Champions, que no es poca cosa, y, por supuesto en segundo plano, esta campaña de las autonómicas y municipales. Al contrario de lo que viene sucediendo en el campeonato de fútbol patrio, donde dos equipos arrasan salvo alguna excepción como la del pasado año, en estas elecciones concurren cuatro aspirantes con posibilidades reales de victoria, sea total o parcial: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.

En este marco un futbolero empedernido como Alfredo Pérez Rubalcaba reapareció, tan eterno él como sus permanentes regresos, para afirmar que en estos comicios y en las generales de noviembre va a pasar como en la Liga, "con dos peleando por el primer puesto y otros dos luchando por el tercero", porque así lo indica la última encuesta del CIS. El tahúr del PSOE volvió a la escena pública para presentar a su viejo amigo Felipe González en uno de esos lujosos desayunos informativos donde ahora se reúnen los próceres de la patria para dedicarse a sus turbios arreglos entre cruasanes, napolitanas y cafés humeantes.

Rubalcaba revela que cuando lideraba el PSOE iba a casa de Felipe en busca de consejo; ahora ambos descartan que Ciudadanos y Podemos tengan opciones de victoria

A pesar de celebrarse solo unas horas después de la descafeinada pegada de carteles, fue un evento aburrido. En el único momento que el frío Rubalcaba concedió a la nostalgia, narró cómo un par de años atrás, cuando aún era secretario general del PSOE, a veces se iba al domicilio de Felipe a pedir consejo y después, de vuelta en Ferraz, reunía a sus más estrechos colaboradores, quienes preguntaban, ávidos de las enseñanzas del maestro, “¿qué ha dicho Felipe?”. Revelaciones que por otra parte abonan la tesis, siempre tan actual, de que González nunca ha dejado de mandar en su partido.

A solo tres metros, ubicado en la mesa presidencial de los elegidos, estaba el exministro felipista José Barrionuevo, que asentía con vehemencia cuando Felipe explicaba su intención de viajar el próximo domingo a Venezuela para defender los derechos humanos. Al ver tamaña estampa de los tres, se venían a la mente otras tantas siglas: GAL. O aquella imagen inolvidable a las puertas de la cárcel de Guadalajara, donde Felipe se abrazaba a su ministro enchironado, fiel y silente. No obstante, en el turno de preguntas nadie se atrevió a rememorar los crímenes de Estado y González abundó en la teoría de que una vez más los españoles tendrán que decidir entre PP y PSOE. Ambos comparecientes, en suma, descartaron las opciones de victoria de Podemos y Ciudadanos. Y ahora intentarán contribuir a ello con su presencia en mítines. Al final del desayuno, fervientes aplausos de los mil y un representantes del establishment presentes en el Hotel Palace, entre ellos José Bono y Juan Luis Cebrián.   

Ha entrado en campaña hasta Leticia Sabater, que debe tener algo en contra de Podemos, como el propio Juan Carlos Monedero

No solo esos dinosaurios han irrumpido en la pelea electoral. Leticia Sabater, por ejemplo, ha entrado con su fulgor de siempre en la campaña del 24-M. Primero anunció al respetable a través de Twitter que simpatiza con Ciudadanos. Después matizó que también sintoniza con algunas propuestas del PP y el PSOE y prefiere esperar antes de decidir su voto. O sea, otorga la razón en cierta medida a las viejas glorias socialistas porque descarta a Podemos, como el propio Juan Carlos Monedero, quien por descarte quizás vuelva al redil de Izquierda Unida.  

Hipótesis aparte, en estos primeros días de campaña ha quedado claro que la pegada de carteles ha perdido ese simbolismo del pasado. Podría decirse, por volver al símil balompédico, que la utilización del cartel no tiene pegada alguna. Con gloriosas excepciones como la visita de Antonio Miguel Carmona a un mercado de Vallecas que ilustra este texto, los goles de la campaña se meten ahora en las redes sociales y en la televisión. Y los mejores disparos llegan en forma de vídeos, sean propios o ajenos. Que se lo pregunten a Ciudadanos, donde andan preocupados por el golazo que les ha marcado Podemos con esa diatriba que se ha hecho tan viral. Aunque más doloroso ha sido, si cabe, el autogol que ha supuesto una pieza impagable de su candidato en Ciudad Real.

El ministro José Manuel Soria también usó los términos futbolísticos para decir que el PP se ha metido demasiados goles en su propia portería y para remarcar que pese a sus errores van a ganar el partido. Un partido que sobre todo se juega en la tele, adonde no paran de acudir los candidatos y líderes de las diferentes formaciones. Este domingo por la noche, sin ir más lejos, Albert Rivera y Pablo Iglesias vendieron sus mercancías en el Chester de Cuatro, que a su vez nos coló la especie de que habría un enfrentamiento entre ambos que no fue más que una imagen. Entretanto, unos cuantos políticos debatieron sin orden ni concierto en El Objetivo. Quizás ambos programas consiguieron buena audiencia, gracias a que los grandes choques de la Liga se habían jugado el sábado. Y es que esta semana se cierran las semis de la Champions. Si pasan Barça y Madrid, mejor sería suspender la campaña, por falta de emoción e interés. 

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