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Análisis

2014 o el final de un ciclo de historia de España

Rajoy, durante la rueda de prensa ofrecida tras el último Consejo de Ministros del año, el pasado viernes

Enero de 1913. "Este es el mes en que Hitler y Stalin se cruzan durante un paseo por los jardines del palacio de Schönbrunn; Thomas Mann empieza a escribir La Montaña Mágica y Franz Kafka casi enloquece de amor, mientras Robert Musil sigue avanzando en El hombre sin atributos. Una gata se sube sin disimulo al diván de Sigmund Freud. Hace mucho frío, la nieve cruje bajo los pies. Rainer Maria Rilke va al dentista para hacerse empastes de amalgama y Ernst Ludwig Kirchner dibuja a sus mujeres de la Potsdamer Platz. Primer vuelo invertido acrobático. Pero todo es en vano. Oswald Spengler trabaja en La decadencia de occidente”. Así arranca 1913. Un año hace cien años, el deslumbrante relato con el que el historiador y periodista Florian Illies nos traslada a aquel hervidero de ideas y tendencias políticas, artísticas, científicas y sociales, que era Europa en los primeros años del siglo XX, justo un año antes de que decidiera despeñarse por el abismo de la barbarie. Hoy existe un acuerdo casi general en datar en el año 1914, inicio de la I Guerra Mundial, el final efectivo del siglo XIX y el principio del siglo XX europeo, del mismo modo que 2014 parece llamado a convertirse, en lo que a España respecta, en el epílogo de un periodo histórico, el punto de no retorno del ciclo abierto con la Transición, y el auténtico despertar del siglo XXI español.

2014 parece llamado a convertirse en el epílogo de un periodo histórico, el punto de no retorno del ciclo abierto con la Transición

La analogía entre esas dos fechas (el copyright pertenece al columnista del diario ABC Ignacio Camacho), entre 1914 y 2014, la infinidad de un siglo en un pañuelo, cincela el paralelismo existente entre dos mundos: el que se desvaneció en el fango y el fuego de las trincheras, en el caso europeo, y el ciclo de paz y prosperidad que, en el español, se esfuma ahora dejando como herencia un enorme interrogante de futuro. Acostumbrados durante años a escuchar complacidos en la toldilla de popa los conciertos de la gran orquesta patria al atardecer, sin preocuparnos de la estabilidad del buque y mucho menos de la presencia de icebergs en los alrededores, solo algunos españoles se dieron cuenta de que todo estaba perdido, de que el régimen caminaba francamente "y yo el primero", que dijo el felón, por la senda de la corrupción, cuando descubrieron al gobernador del Banco de España, el tipo que firmaba los billetes de curso legal, engañando a la Hacienda pública en beneficio propio. Mariano Rubio, el soberbio de sonrisa helada que manejaba bancos y cajas a su antojo, y Miguel Boyer, el exministro de Hacienda que se atrevió a expropiar Rumasa sin que le temblara el pulso, habían sido pillados in fraganti sacando tajada de los tejemanejes emprendidos por Manuel de la Concha con los dineros de la beautiful people, la gente guapa madrileña.

El caso Ibercorp marcó el final del felipismo, bien cierto, aunque lo que de verdad liquidó fueron las ilusiones de quienes, progreso económico al margen, confiaron en que el ciclo iniciado a la muerte de Franco, edificado sobre la voluntad de concordia entre los españoles, cimentado sobre la decisión de "las dos Españas" de dejar de matarse de una vez por todas para convivir en paz, podía convertir España en una democracia de calidad, una democracia respetuosa con la división de poderes y el franco acatamiento de la Ley. Vana ilusión. Desde Ibercorp todo ha sido un lamentable déjà vu, una sucesión de escándalos a cual más espectacular a menudo tamizada por la niebla del progreso, del crecimiento, del dinero que abarrotó la calle durante los casi 12 años de burbuja inmobiliaria y crédito barato. El pinchazo de la burbuja marcó el final de un sistema que ha llegado hasta 2014 literalmente arrastrándose de escándalo en escándalo, una España tan ferozmente hedonista en lo económico como feble en lo moral, gobernada por una clase política inane que, a diferencia de aquella Europa en mágica ebullición de 1914, anda ayuna de liderazgos, viuda de cualquier tipo de elites capaces de alumbrar el camino a modo de faro.

Decesos en la 'nomenklatura' del régimen

2014 es ciertamente el final del camino, el punto y aparte de la Transición. Para incidir en la condición de piedra miliar de este año recién terminado, la madre naturaleza retiró de escena a Adolfo Suárez, el hombre que hizo posible desde el falangismo el espejismo de la reconciliación, prematuramente perdida la razón en la niebla de la desmemoria, como si los hados hubieran querido evitarle el trago amargo de apurar el cáliz del fracaso de un modelo que en su diseño llevaba implícito el germen de su destrucción. La muerte de Suárez, por un lado, y la abdicación de Juan Carlos I el Campechano, los dos hombres que, más menos, "trajimos la democracia" a España, en atónita referencia expresa del Borbón con ocasión de los funerales del abulense. Juan Carlos I o el hombre cuya responsabilidad en el fiasco de la Transición es inmensa, como la historia en su momento se encargará de poner en evidencia.

La parca se ha llevado también por delante a figuras emblemáticas de la nomenklatura del régimen, caso de Emilio Botín, quizá su figura más representativa, primer banquero y primera fortuna –con permiso de Amancio Ortega– española, epicentro de ese poder en la sombra ante quien doña Justicia se rinde gustosa, una Justicia genuflexa capaz de modelar una doctrina ad hoc, la ominosa "doctrina Botín", para evitar al ricohome la dura prueba de tener que colocar sus posaderas en el banquillo. Desapariciones notorias también las del citado Boyer o la del no menos emblemático Isidoro Álvarez, el hombre quintaesencia del consumismo español a lomos de banderín verde de El Corte Inglés.

Principio de un 2015 apasionante en el que los españoles más que llamados están obligados a abrir un nuevo bucle de futuro

Corrupción y Cataluña. Porque ha sido la traición del nacionalismo burgués catalán, en alianza con una izquierda desnortada, a los postulados integradores de la Constitución del 78, la que ha marcado el auténtico final del periodo histórico iniciado tras el franquismo, al poner en evidencia en este 2014 recién terminado el fracaso del diseño territorial que allí se perfiló, y la necesidad de redefinir el futuro colectivo. Final de un régimen, pues, y final de una generación. Principio de un 2015 apasionante en el que los españoles, de grado o por fuerza, más que llamados están obligados a abrir un nuevo bucle de futuro, un ciclo renovado capaz de transportar al país y sus ciudadanos en paz y prosperidad hasta los arrabales del 2050, un nuevo periodo histórico de 30 o 40 años susceptible de llevarnos en volandas a la modernidad de una democracia de plena calidad.

Algunos protagonistas del futuro inmediato asoman ya la jeta por la puerta tornadiza que despide al 14 y anuncia el 15. Otean el baldío que por herencia deja este final de régimen los Sánchez, Díaz, Iglesias, Garzón, Rivera… Abrumadora mayoría de izquierdas. Parodiando a Mendoza, Sin noticias de Gurb. Sin señales de vida, de auténtica vida liberal, ideario liberal, fe y esperanza liberal, de un PP que, asediado por los cuatro puntos cardinales, ha decidido fiarlo todo a la recuperación y a sus efectos balsámicos sobre el enorme cabreo ciudadano acumulado en años. Es el interrogante del momento: ¿Conseguirá Mariano hacer olvidar tanta miseria moral como afecta a la derecha en el poder, para lograr un nuevo mandato? La respuesta bronca de una mayoría es "no", aunque habrá que dar tiempo al tiempo. La ventana abierta a 2015 muestra un panorama tan atroz de pasado como ilusionante en futuro. Y preocupante. Todo por decidir. Desde el miedo más irracional a la esperanza más infundada. "Es 31 de diciembre", cierra Illies. "Arthur Schnitzler anota un par de frases en su diario: 'Esta mañana he dictado el final provisional de la novela breve sobre la locura'. Por la tarde lee La Gran Guerra en Alemania, de Ricarda Huch. Por lo demás, 'muy nervioso todo el día'. Después, la velada nocturna: 'Hemos jugado a la ruleta'. A medianoche brindan por 1914". Incertidumbre y esperanza. "Todo está abierto: el futuro y los labios de las mujeres hermosas".

Feliz año nuevo a todos los lectores de Vozpopuli.

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