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Análisis

Un puñetazo disfrazado de adiós

Esperanza Aguirre dimite como presidenta del Comunidad de Madrid.

Esperanza Aguirre abandona la presidencia del PP madrileño con un puñetazo en la toda regla en la granítica mandíbula de Rajoy. "Me voy porque la gente quiere gestos, y por responsabilidades políticas". Aguirre había padecido una semana de tormento superlativo. Registro de sus dependencias en Génova por orden judicial, una humillación absoluta que le forzó a presentarse de anochecida frente a la portalada de su despacho para mostrar ante las cámaras cómo de enorme es su voluntad de colaboración con la justicia… El viernes compareció ante la comisión de la Asamblea madrileña que investiga la corrupción en los últimos gobiernos de la comunidad. No fue un 'linchamiento', como ella había anticipado, sino un mal trago. Dos sufrimientos en cuatro días.

Dimisión por anticipado

Su dimisión como jefe de filas del PP madrileño cabe entenderse como un gesto teatral y mediático. En pocos meses iba a ser relevada de esa responsabilidad.  En el próximo congreso regional iba a dejar esta responsabilidad en el puente de mando de los populares madrileños por lo que este anuncio, en domingo y por sorpresa, tiene una dimensión más sofisticada que un mero adiós. Se trata de propinarle un severo papirotazo a Rajoy, con mensajes tan claros y contundentes como que hay que asumir responsabilidades políticas aunque no las haya jurídicas y, además, es necesario hacer gestos para que la gente siga creyendo en el proyecto y en el partido.

Dijo Aguirre en la sesión de la comisión el viernes que ha nombrado a más de quinientos cargos y sólo dos le han salido rana. No es tan así. Ha habido otros muchos a los que tuvo que cesar por sus relaciones impúdicas con la Púnica y otras fechorías. Pero es cierto que en ese momento, la lideresa vio claro que tenía que renunciar antes de que el partido le apartara de un cargo ya amortizado.

Hace dos años, cuando se retiró de  la primera línea de la política y abandonó la presidencia  de la Comunidad, se reservó este puesto en la cúspide del PP regional.

Hace dos años, cuando se retiró de  la primera línea de la política y abandonó la presidencia  de la Comunidad, se reservó este puesto en la cúspide del PP regional. Ahora lo deja meses antes de que se vea obligada a hacerlo. No abandona, sin embargo, su puesto en el Ayuntamiento, donde ejerce de jefe de la oposición. Se va un cargo pero no de la política. Esperanza siempre estará allí. Es uno de los animales políticos con más fuste, arranque, fuerza y, por supuesto, polémica, que ha surgido en la derecha española en los últimos veinte años. Se llevó muy bien con Aznar hasta lo de Caja Madrid y Blesa.

Nunca se entendió con Rajoy, sobre quien en privado mostraba su escasa consideración. Quizá ser presidenta del Gobierno pero le faltó fuste y redaños en el congreso de Valencia de 2008. Tampoco logró ser alcaldesa de Madrid, su gran sueño. Quizás este último, y la vista de cómo andan las cosas en la pestilente y accidentada mansión de Manuela Carmena, podría lograrlo.

Este domingo se lo ha dedicado a Rajoy. Un adiós que es un bofetón. Una muestra de cómo han de hacerse las cosas. Hay responsabilidades jurídicas además de políticas. Quizás la próxima en salir sea Rita Barberá. Pero al exalcaldesa valenciana es muy amiga del presidente del PP. Por ahora, su escaño en el Senado es firme y bloqueado. Rita no es Aguirre, aunque ambas lideresas están envueltas en el tremendo tufillo de la corrupción que salpica a medio PP.

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