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Análisis

Bárcenas y la Guerra de las Galaxias

Bárcenas, en sus tiempos de libertad.

No estuvo de cuerpo presente, pero si en 'imagen'. Luis Bárcenas, al que recientes investigaciones policiales nos lo han descubierto como un aficionado al 'limoncello' y a la animada tertulia con mafiosos italianos, pudo seguir en directo desde la cárcel el juicio por su despido gracias a la tecnología. Una gran televisión (nada de plasma al estilo de su odiado Mariano Rajoy) permitió que la juez y los abogados que intervinieron en la vista pudieran verle. El resto de los mortales presentes, a saber, periodistas y curiosos que asistían como público, nos tuvimos con conformar con oír las escasas palabras que pronunció y su respiración. Ésta sonaba en algunos casos muy parecido a un bufido o, más exactamente, al amenazante jadeo de Darth Vader, el 'malo' de la cinematográfica Guerra de las Galaxia.

Faltaban pocos minutos para las dos de la tarde cuando la magistrada dio inicio a la vista pidiendo a los funcionarios de la prisión de Soto del Real que trajeran, videoconfederencia mediante, al "interno" a su presencia. Al otro lado de la pantalla debió aparecer el extesorero quien, haciendo alarde de buenos modales, saludó cortesmente a la magistrada. Poco más pudo decir, ya que la juez le aclaró inmediatamente que no podía intervenir salvo que ella se lo pidiera... y no lo hizo en ningún momento durante las casi dos horas que duró el juicio.

Eso sí, su presencia se percibía. En primer lugar, por esos resoplidos que de vez en cuando dejaban constancia de que el micrófono instalado en la cárcel funcionaba considerablemente mejor que el que había en la sala para que expusieran sus argumento los abogados de una y otra parte. Y, en segunda, porque en un momento dado, y cuando iba a declarar como testigo el representante legal del PP, Alberto Durán, el extesorero pidió "por favor" que se solucionara el problema del audio, que no se oía nada. La juez le aclaró que sólo había un micrófono en buen uso y que, por tanto, tenía que elegir qué quería escuchar: las preguntas que iba a hacer su letrado o las respuestas que a éstas debía dar el miembro de su antiguo partido. El extesorero no lo dudó ni un instante: las respuestas, las respuestas.

Y ahí se acabó su presencia sonora para público y periodistas, pero no para la juez, los abogados y, sobre todo, para el propio Alberto Durán. De hecho, la televisión estaba situada de tal manera que la persona que estaba situada más cerca de la pantalla, a escasos dos metros, era este representante 'popular'. Quizá por ello, cuando éste tuvo que declarar se le oyó inseguro, balbuceando a veces. Incluso llegó a confundir los "servicios" que el PP prestaba a su extesorero (léase secretaria, chófer y demás) con los retretes de Genova 13. Un confusión tal vez sólo explicable si se tiene tan cerca, aunque sea en dos dimensiones, a un Darth Vader que ha jurado desatar una 'guerra de las galaxias' contra su partido y que en lugar de susurrarle aquello de "soy tu padre" le recuerda con la mirada que "soy vuestra pesadilla". La estrella de la muerte versión Soto del Real. 

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