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Análisis

Felipe VI cambia el estilo en Zarzuela: respeto a la Justicia y repudio a la infanta

Felipe VI momentos antes de salir a saludar desde el balcón del Palacio Real el día de su coronación

Cambio de titular y cambio de estilo en la Zarzuela. La conmoción familiar por el mazazo previsto de la imputación a la infanta Cristina ha tenido una respuesta de guión. Sin sorpresas. Zarzuela emitía un comunicado de respeto a la labor de la Justicia. Ni una palabra más ni una palabra menos. El repudio a las actividades de Doña Cristina por parte de la Institución había quedado bien claro hace una semana, con su ausencia forzada en la proclamación de su hermano. Ni un titubeo, ni un resbalón. La infanta y su marido ya habían sido apartados de la Familia Real hace dos años.  El Gobierno se manifestó también ayer con prudencia en el mismo sentido. Que la Justicia actúe. Poco que ver con tiempos pasados, cuando Zarzuela ponía peros a la instrucción del juez Castro y cuando el propio presidente del Gobierno aventuraba que "la Infanta saldrá bien", en un comentario televisivo del que, en ocasiones, se ha arrepentido.

Hija del rey, hermana del rey, la noticia de la imputación de doña Cristina, junto a su esposo Iñaki Urdangarín, abrió los informativos de medio mundo. El mal ya estaba hecho pero el auto del juez Castro suponía la constatación de lo anunciado. Por primera vez en la historia una infanta de España resultaba acusada por la justicia de un asunto de corrupción.

La novedad, evidentemente, daña a la institución, que acaba de efectuar un relevo en la cúspide de la Corona para paliar, entre otras cosas, la deriva de este asunto. Don Juan Carlos ya no es el jefe de la Casa Real, ni el monarca reinante ni el Jefe del Estado. Su hijo Felipe VI, sale inmaculado de todo este 'affaire'. Mantuvo desde un primer momento las distancias con su hermana y su cuñado, alertó de los riesgos, aconsejó soluciones y actuó de forma intachable. No aparecía con ellos en actos públicos, ni en fotografías, ni siquiera en encuentros familiares. Una barrera inexpugnable. Igual que la reina doña Letizia. Un comportamiento "íntegro, honesto y transparente", como anunció el rey en su proclamación. El cortafuegos, aquí, funcionó.

Consecuencias nefastas

No sucedió lo mismo con el que urdió, improvisada y torpemente, el anterior equipo de la Casa en torno a don Juan Carlos. Una misión imposible. El padre de doña Cristina aparecía vinculado al asunto Nóos tanto por algunas gestiones irregulares en favor de su yerno como, fundamentalmente, por mirar hacia otro lado cuando todavía era posible atajar el mal. No se hizo. Tanto don Juan Carlos como doña Sofía actuaron más como padres que como reyes. Ni convencieron a su hija para que lograra que su esposo se apartara de esas vías ilegales y delictivas de conseguir ingresos, ni la convencieron de que se divorciara. Ni siquiera la han convencido para que renuncie a sus derechos dinásticos. Un desastre de consecuencias nefastas para la institución, que emerge enormemente maltrecha de este trance judicial, sea cual sea su derrotero final. La pregunta es evidente. ¿Hasta qué punto el rey don Juan Carlos no estaba al tanto de cuanto se hacía en la casa de su hija? ¿No envió en diversas ocasiones a un emisario de confianza para dar instrucciones a la pareja de que debían cesar en sus apaños y en sus montajes? ¿No dejó finalmente que las cosas siguieran su curso pese a que la pestilencia comenzaba ya a emerger, de forma imparable? Todo son sospechas, preguntas sin resolver, incógnitas corrosivas. Todo menos transparencia.

El único aspecto positivo del endiablado panorama estriba en que el auto del instructor se ha hecho público, muy oportunamente, una vez producido el relevo al frente de la Corona. Se han evitado así contaminaciones peligrosísimas con graves consecuencias de futuro. Desde Zarzuela se ha difundido esta mañana un mensaje de "pleno respeto a la independencia del poder judicial". En línea con el manifestado "respeto a la independencia de la Justicia" invocado por Felipe VI en su proclamación.

La Casa Real no siempre actuó así. Cuando la primera imputación a doña Cristina, la reacción de palacio fue inapropiada, torpe e inconveniente, con un reproche en forma de 'sorpresa' a la iniciativa del juez y un respaldo absoluto a la fiscalía. Malo para el proceso pero, fundamentalmente, malo para la institución. Luego se maniobró en forma espasmódica, apartando a los duques de Palma de la familia, retirándolos de las actividades públicas, incluso de la página web. Pero los vínculos permanecían ostensibles, en especial con los desplazamientos de doña Sofía a las diferentes residencias de la pareja e incluso con la sorprendente presencia de la infanta e Iñaki en el hospital en el que don Juan Carlos convalecía de su enésima intervención quirúrgica. Los tiempos son otros en la Corona. Este miércoles era el primer 'test'. Pero vendrán días difíciles y no se puede permitir ni un sólo resbalón en este delicado proceso. Quien lleva la nave de la institución es perfectamente consciente de lo que está en juego. El edificio de la institución ofrece un aspecto demasiado damnificado como para poner a prueba su resistencia.

También es buen noticia para la Zarzuela, aunque menor, el hecho de que el secretario de las infantas Elena y Cristina, García Revenga, haya salido indemne en el auto judicial. Seguramente no continuará en palacio. Sería lo razonable. Como también será razonable que don Felipe retire a su hermana y a su cuñado el título de duques de Palma. Lo están manchando y, de paso, están salpicando la imagen y hasta el honor de una ciudad de España, de todos sus habitantes y, por extensión, de todas las Baleares.

Felipe VI prosiguió ayer connormalidad su programa previsto. Celebró una audiencia a altos mandos de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. El martes habían sido las ONG. Hoy toca desplazamiento a Cataluña, un mojón complicado. También ayer, dentro de la normalidad que se transmite desde la roclmación del Rey, se anunciaron los cambios en la nueva Casa del Rey Don Felipe. Apenas alguna novedad. Jaime Alfonsín al frente de la estructura. Domingo Martínez Palomo accede al puesto de secretario general y los ya anunciados Emilio Tomé como Jefe del Gabinete y José Manuel Zuleta en la secretaría de la Reina. Una novedad, la creación del puesto de Consejero Diplomático, a cargo de Alfonso Sanz Portolés. Y se confirma la designaciónn de Jordi Gutiérrez como diector de Comunicación

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