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Análisis

A las urnas con zambomba

Rajoy, durante su visita a Berlín el pasado lunes.

Desde 1920 no se celebraban elecciones generales en España en el mes de diciembre. En el actual periodo democrático, la fecha más tardía ha sido el 20N, aquella ocurrencia de Zapatero en 2011. Rajoy acaba de desvelar que las próximas legislativas serán en diciembre. Quizás el 13 o el 20: no ha terminado de despejar radicalmente la duda. Tal vez la segunda opción. En cualquier caso, tras el puente de la Costitución y el sorteo de la lotería de Navidad. Ambiente festivo, alegría en las calles y telón de fondo de villancicos. "Qué bello es votar", como en la película de Capra.

Rajoy hace de la necesidad virtud: no había muchas más posibilidades y diciembre nunca ha sido un mes demasiado cruel

No podía ser antes, ya que el debate presupuestario marca el ritmo del calendario y no quedara zanjado hasta finales de octubre, por lo que no es posible disolver antes las cámaras. Ni después, pórque Rajoy no es amigo de prórrogas ni dilaciones. "Serán cuando toca", ha dicho siempre el presidente del Gobierno.

Preparativos en Génova

En Génova se trabaja ya desde hace tiempo con ese calendario. Diciembre es un mes estimulante, se espera una EPA positiva, la recuperación económica sigue calando y la estrategia de denunciar un pacto entre PSOE y Podemos estará aún más asentada. Piensan los estrategas del PP que diciembre es un buen mes, tanto en lo económico como en lo político.

Tan sólo existe la duda del resultado de las elecciones catalanas, que puede mover todo el tablero nacional. Rajoy ha tomado las riendas de la campaña de las autonómicas, con decisiones importantes como suspender todo debate sobre reforma de la Constitución, designar un candidato de fuerte personalidad antinacionalista y reformar el TC para plantarle cara a cualquier tentación disparatada de Artur Mas. Los socialistas no saldrán bien parados de esos comicios, de acuerdo con todos los indicios. Podemos, parece que tampoco. Los secesionistas van a la baja. Y el PP, de momento, remonta, según los sondeos. Salvar el escollo del 27S sin cataclismos es fundamental para Rajoy de cara a sus elecciones, las de diciembre en las que se lo juega a todo o nada.

Votar con la zambomba nunca se había intentado en nuestra historia reciente. Rajoy hace de la necesidad virtud. No había muchas más posibilidades y diciembre nunca ha sido un mes demasiado cruel. El optimismo ambiental no abona un anhelo de cambios radicales, sino más bien lo contrario. Las Navidades, no lo olvidemos, son hogareñas, familiares y... conservadoras. Otra cuestión es que la mayoría de los españoles quieran que los Reyes les traigan otro periodo de cuatro años más de Rajoy en la Moncloa.

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