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Análisis

Merengue y corazoncitos contra el cansancio político

Los candidatos a las elecciones generales del 26 de junio

La clave de estas elecciones va a ser la receptividad de quienes no están acostumbrados a la repetición de comicios generales. Es decir; los partidos van a tener que generar una producto –léase candidato, mensaje y expectativa- lo suficientemente atractivo y poderoso como para arrancar a una persona de su vida cotidiana y devolverla al colegio electoral por segunda vez. El cansancio es algo tan humano que las encuestas de opinión no lo tienen en cuenta porque llevan mucho tiempo acostumbradas a crear opinión más que a reflejarla. El partido que venza el cansancio, gana. Por eso, la campaña electoral va a ser más decisiva que nunca. El cansancio se gana con liderazgo personal, marcando la agenda política, y comunicando un discurso claro y efectivo.

La maniobra de Rajoy de no presentarse a la suicida sesión de investidura, cargando la derrota en los hombros de Sánchez, coloca al PP en una mejor situación frente al 26J. Si bien Rajoy no es el líder transformacional que precisa un momento en el que se cuestiona el régimen y se pide un proyecto político completo, no de mero gestor de fincas, los ataques a su persona lo han reforzado. Las campañas negativas, y esto deberían saberlo los asesores de Rivera, tienen un efecto rebote cuando son el único mensaje que se percibe y se prolongan en exceso.

El discurso del PP pretende ser el de partido ganador, abierto a un pacto entre constitucionalistas que ponga freno al ascenso del populismo

El discurso del PP pretende ser el de partido ganador, abierto a un pacto entre constitucionalistas que ponga freno al ascenso del populismo. Eso implica tratar al PSOE y C’s como opciones gubernamentales, pero dejando claro que el voto útil en esta polarización entre demócratas y populistas es el PP. Para esto, los populares hablan al PSOE como si fuera un partido “semileal”, en la terminología del sociólogo Linz; es decir, leal al régimen del 78 si no hay más remedio, pero que si tiene la oportunidad pactará con Unidos Podemos algo similar a un “gobierno de Frente Popular” para desmantelar el orden político, económico y social. Ese discurso polarizado y utilitario mantiene el voto de su núcleo duro –alrededor del 80%- y puede conseguir también al elector moderado, como ya hizo en 2011, cuando más de un millón de electores del PSOE optó por los populares.

Ahora bien, el programa de las “26 medidas” es muy flojo: anuncia un intervencionismo que contradice la austeridad prometida, se queda corto en las medidas “regeneradoras”, y carece de envoltorio político. ¿Tanto miedo hay a expresar con claridad un mensaje liberal-conservador? Sí, ese mismo discurso que creó el PP de Aznar, el que acabó con la hegemonía del PSOE de González. Hay miedo pero no vergüenza: lo hemos visto en la ridícula versión “latina” de su himno. El PP, así, está perdiendo la oportunidad de ilusionar, y de momento no vence el cansancio.

La debilidad del liderazgo de Sánchez es más que notoria. La imagen de Sánchez, con su vehemencia impostada, es la de perdedor, lo que aleja el voto útil y, al tiempo, el moderado. Esto se debe a que ha obtenido los peores resultados de la historia del PSOE, lo confirman las encuestas, y desde su partido lanzan la posibilidad de que Susana Díaz le haga un “sorpasso”. Felipe González, Zapatero y Rubalcaba no le van a acompañar en la campaña electoral.  No se fían de Sánchez porque temen un resultado horrible que le empuje a un “gobierno a la valenciana” después del 26J que sea la tumba del régimen del 78. Pero es que Sánchez no sabe hacer un discurso que sea moderado para el elector, y a la vez que parezca izquierdista y de combate para el militante.

El papel del PSOE como partido bisagra o complemento es nuevo, y adaptarse va a ser difícil

El papel del PSOE como partido bisagra o complemento es nuevo, y adaptarse va a ser difícil, sobre todo sabiendo que su militancia, esa que tiene que defender al partido en la calle y en su entorno, está podemizada. A esto sumamos una realidad: el socialismo ha dado ya el poder a Podemos en los ayuntamientos, lo que solo beneficia a los populistas. Esa falta de eficacia en el mensaje, la carencia de identidad frente a Unidos Podemos, y esa campaña desdibujada auguran lo peor para el partido socialista. El PSOE no lo tiene mal, lo tiene fúnebre.

Ciudadanos puede ser irrelevante si creemos las encuestas. Su única posibilidad es acercarse al PP, al que se empeña en vincular solo con la corrupción, pero pacta con el PSOE, el partido más corrupto de la Historia española. El discurso de la regeneración lo agotaron cuando firmaron un acuerdo corriente de gobierno con Sánchez; es decir, la cara positiva del mensaje de C’s se evaporó, y ya solo queda la negativa: los ataques a Iglesias y Rajoy. Además, se van conociendo prácticas que contradicen la exigencia de “democracia interna”, como los 18 cabezas de lista de C’s puestos a dedo, o que Rivera diga que en los “sitios pequeños” no hace falta primarias. Ese desencanto se va extendiendo: la militancia desaparece, y los empresarios del IBEX 35 dieron un semi-plantón a Rivera en el foro ABC-Deloitte. El discurso limpio y fresco de Rivera tiende a convertirse en repetitivo y volátil, como su líder, omnipresente como una canción del verano. Va a ser una campaña de posiciones, y C’s, que ha negado la posibilidad de convertirse en el centro-izquierda español, debe decir con quién va a pactar después del 26J. Esto le dará identidad, convertirá su voto en útil, y sobrevivirá.

Cayo Lara despidió a Izquierda Unida en una Asamblea triste, diciendo que no votará a Alberto Garzón

Unidos Podemos está en otra circunstancia. Cayo Lara despidió a Izquierda Unida en una Asamblea triste, diciendo que no votará a Alberto Garzón. Las traiciones han sido demasiadas como para hacerlo. Errejón y compañía no estaban convencidos de que el pacto de igual a igual con IU fuera bueno. Era necesaria una rendición que comportara el tirar banderas rojas, cual ejército derrotado, y hacer una pantomima de abandono del comunismo. Los errejonistas saben que irse a la izquierda obstaculiza el “sorpasso”.

Iglesias cae mal, no es el gran líder carismático, por eso va a reducir su presencia a ocho actos públicos y mucha tele –sí, más, lo siento-, medio ideal para la manipulación. Se conoció hace tiempo un informe interno de Podemos que alertaba sobre la necesidad de mejorar la imagen de Iglesias. Aquí es donde UP lo está haciendo tan bien que es descarado: vencer el cansancio del elector con un mensaje positivo, de vida, sonrisa e ilusión, que acaba siendo un corazón. Ya lo han usado todas las formaciones, incluso Hugo Chávez, pero está funcionando. Nadie duda ya de que con quien se la juega el PP es con UP, la alternativa de las izquierdas, que se dicen socialdemócratas. Sí, socialdemócratas como el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que creó y dirigió Lenin hasta 1917.

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