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Análisis

El matizado retorno de PP y PSOE

Mariano Rajoy, junto a Pedro Sánchez en La Moncloa.

Ayer el CIS publicaba el barómetro de julio, incluyendo una estimación de voto que muchos han interpretado como la consolidación de la remontada del bipartidismo. Efectivamente, PP y PSOE han repuntado ligeramente. Y sí, Ciudadanos y Podemos sufren una ligera caída, más pronunciada en el caso de este último. Dejando de lado hasta qué punto es cargar las tintas hablar de "remontada" cuando los dos principales partidos no suman ni un 55% de los sufragios, la tendencia es, por el momento, clara. Cabe subrayar esto por el momento, no vaya a ser que nos olvidemos de que aún faltan meses para las elecciones generales. Si la distancia de los sondeos a los comicios siempre es importante, más aún resulta en el presente contexto de cambio incierto del sistema de partidos, en que los resultados podrían haber sido radicalmente diferentes de haber tenido elecciones en, por ejemplo, enero.

Es por ello también que es instructivo, casi necesario, observar esta o cualquier otra encuesta con cierta perspectiva temporal. Es también un ejercicio de honestidad intelectual, un intento de dar coherencia y continuidad al debate, en lugar de analizar cada barómetro de manera aislada, extrayendo conclusiones coyunturales apresuradas de las que uno luego se olvida tan fácil como intencionadamente.

La siguiente tabla incluye seis gráficos que contemplan la evolución del voto y la simpatía declarados por cada uno de los cuatro principales partidos, dentro de cada franja ideológica. Se incluyen las más populosas entre la población española: la izquierda y la derecha netas (3­7), el centro­izquierda (4­5) mayoritario, el centro­derecha (6) también abundante, y los no declarados (NS/NC).

El PP, partido de nicho

Destaca la remontada socialista en el 3, el segundo número más habitado. Asumiendo un censo electoral similar a 2011 (36 millones), su 35,5% se traduciría en 2,1 millones de posibles sufragios. Medio millón más que Podemos, quien le aventajaba hace solo seis meses llevándose una cantidad similar. En el 4, el PSOE obtendría otros dos millones, frente a poco más de uno para Podemos. En enero, la distancia era mucho menor. Pero es en el 5 donde se ubican la mayoría de españoles con edad para votar: un 21,9%, casi 7,9 millones. Aquí, Podemos consiguió dominar por dos trimestres, manteniendo lo que dieron en llamar la centralidad del tablero. Llegaron al entorno de 1,4 millones de votos, la misma cantidad que hoy obtiene el PSOE. Ahora mismo, Podemos no se llevaría más de 540.000.

Si Ciudadanos quiere superar la barrera del 15% debe plantar cara al PSOE en su aparente avance generacional

Pasando al otro lado del espectro, los valores del PP en el 6 y en el 7 pueden parecer espectaculares. Las remontadas de los conservadores son innegables a pesar del ascenso de Ciudadanos hasta abril. Pero cuando comprendemos que en ambos números solo tenemos un 8,9% y 6,2% de los españoles respectivamente, la cosa se relativiza bastante. El PP se consolida como una suerte de partido de nicho. Ciudadanos, por su lado, debe comprender que en el 7 tiene poco que hacer. Y en el 6, donde parece que le queda más recorrido, un punto adicional de voto+simpatía le ofrece un puñado de 32.000 votos. Por contra, batallar por el 5 es casi el triple de rentable. Pero también más difícil.

Si el PP mantiene su estrategia de dominación de la derecha (7­10), a lo máximo que puede aspirar en este nicho es a un 14% del voto total. Cinco millones de personas que constituyen su sólida base. Su auténtica batalla para contener la caída respecto a 2011 está en el 6, donde solo tiene a Ciudadanos como rival real. Éstos deben decidir si crecer en el centro­derecha o en el centro­izquierda, y de momento parece que apuestan por no renunciar a ninguno de los dos objetivos.

El PSOE, por su lado, seguro que está dispuesto a recibir el espacio que Podemos le ha ido dejando en el centro­izquierda y en la izquierda. Ahora mismo, la dominación de los de Iglesias en el 2 y en el 1 de la escala es considerable, pero no total. Allá hay apenas unos 3,5 millones de votos, que contrastan con los más de 18 millones en el 3­4­5 de la escala. Pero Podemos da obvias muestras de agotamiento en su asalto al corazón de la izquierda. Si el PSOE reacciona a tiempo y de manera vehemente, el potencial de crecimiento es considerable. Sin embargo, dependerá de su capacidad de llegar más allá de su nicho de votantes más tradicional (sin perderlo, por supuesto).

La palabra "tradicional" no está escogida al azar. Hoy por hoy, Podemos tiene el voto o la simpatía de un 22,8% del electorado de 25 a 34 años. El PSOE suma un 14,2%. Hace un año era el 10,1%. El avance se produce sin menoscabo de los votantes de más edad. El PP, por contra, está clavado en un 10,6%. Y los avances de los socialistas entre los más jóvenes (18­24) y los de 35 a 44 años son claramente superiores a los populares e incluso igualando a Podemos. Si Ciudadanos quiere superar la barrera del 15% debe plantar cara al PSOE en su aparente avance generacional.

En definitiva, cuando uno acerca el microscopio a los resultados, y al mismo tiempo echa la vista atrás, la supuesta "consolidación del bipartidismo" se torna caleidoscópica: el avance de PP y PSOE se basa en elementos relativamente inciertos. Por ejemplo, aquí se ha apuntado al dominio de la derecha en solitario o al espacio que Podemos deja a la izquierda y entre los más jóvenes. Pero estos solo son algunos ejemplos. En cualquier caso, se trata de evoluciones que distan de ser vehementes, mucho menos imparables, y que dependen de las estrategias de los nuevos llegados. La tendencia actual puede tanto seguir adelante como frenarse, o incluso revertirse más temprano que tarde. Así pues, agosto aconseja prudencia, y nos deja con sed de más encuestas.

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