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Análisis

Albert, no te hagas la damisela ofendida

Albert Rivera, presidiendo una reunión de su partido tras el 26J

Desaparecida la espuma del champagne que algunos trasegaron con inusual generosidad la noche del domingo en la sede de Génova, sobre los restos del brebaje empiezan a flotar las dificultades con las que va a tropezar el Partido Popular para poder formar un Gobierno estable. Es obvio que Mariano Rajoy ha salido reforzado del envite, hasta el punto de que pedir ahora su retirada resulta difícil de justificar por mucha que sea su responsabilidad de las corrupciones que nos invaden. Tanto PSOE como Ciudadanos se han apresurado a poner pies en pared. Ese ganador nato que es Pedro Sánchez ha vuelto a recitar la letanía de que con el PP ni a recoger una herencia, bien por Pedrito, es una opción que le ha dado muy buenos resultados este domingo, pero la sorpresa se llama Albert Rivera, porque el líder de C’s, expendedor de mensajes contradictorios, nos tiene en un sinvivir: a primera hora del lunes aseguró que “no hay veto a Mariano Rajoy” y a la vuelta de la esquina anunció que “no vamos a apoyar ningún Gobierno de Mariano Rajoy”… ¿En qué quedamos, Albert?

Es posible que Rajoy pueda superar en el Parlamento el trance de la investidura después de no pocos tiras y aflojas. Lo complicado es  imaginarle presidiendo un Ejecutivo con el respaldo de apenas 137 escaños, situación insostenible que a duras penas podría superar la barrera de diciembre sin obligarle a tirar la toalla. Otra cosa sería contar con el apoyo de 169 diputados, resultado de la suma de los 137 del PP y los 32 de C’s, porque desde esa plataforma resultaría relativamente fácil lograr el apoyo de los 5 diputados del PNV y de los 2 canarios, todo ello plasmado en un “pacto de investidura” tejido en torno a la aprobación de los PGE de 2017, en los que se incluiría el coste de los apoyos de vascos y canarios y, por encima de todo, el precio que el inmovilismo de Mariano vendría obligado a pagar en términos de reformas democráticas por el respaldo de los diputados de Ciudadanos. ¡Ahí te quiero ver, Albert!

Rivera arrastra un enfado considerable a cuenta de los resultados del 26J, porque el ataque combinado de una Ley Electoral disparatada y de la estrategia de Arriola consiguió restarle casi 400.000 votos

Parece evidente que Rivera arrastra un enfado considerable a cuenta de los resultados del 26J, porque el ataque combinado de una Ley Electoral disparatada y de la estrategia de Arriola, el gurú de Mariano a tanto la pieza, destinada a agrupar el voto útil del centro derecha en torno al PP, consiguió restarle la friolera de casi 400.000 votos. Ese enfado, con todo, no debería restar un ápice al mérito que para un partido nuevo supone haber sido capaz, con muy poco apoyo mediático, de resistir un match ball como el del 26J, un envite muy complicado, minimizando daños y consolidándose como una opción de centro reformista con todo el futuro por delante. ¿Con todo el futuro por delante? Dependerá del uso que Rivera y su estado mayor sean capaces de dar a los tres millones largos de votos conseguidos el domingo. Ahí es donde C’s y Rivera se lo juegan todo a una carta.

Porque parece que el Albert enfurruñado tiene la tentación de usarlos como almohada sobre la que dormir la siesta hasta que el ruido de unas terceras elecciones generales le despierte del error. Disponer de 3 millones de votos y no hacer nada con ellos podría ser considerado casi un crimen en las actuales circunstancias que vive España. Quienes hemos votado Ciudadanos no lo hemos hecho porque nos encante el color naranja o el corte de pelo de Albert. Hemos votado Reformas, con mayúscula. Hemos votado regeneración democrática. Son votos reformistas, Albert, que estás obligado a ofrecer a Mariano y no a cambio de nada, naturalmente, sino para hacer posible esas grandes reformas que de otro modo no acometería el de Pontevedra. Reformas a cambio de un pacto de legislatura. Reformas concretas, explícitas, con sus correspondientes plazos. Y que sea Mariano quien las rechace. Que sea Mariano quien se retrate y diga que no quiere cambiar nada, porque esa es su naturaleza y así ya le va bien.

Votos para mejorar España

Pero estás obligado, Albert, a dar el paso al frente. No puedes decir “no” de entrada, no puedes imponer vetos, ni condiciones, y mucho menos retirarte a tus cuarteles de invierno en pleno ferragosto. Quienes te hemos dado el voto no lo hemos hecho para que los metas en la nevera; tampoco para que los tires al río y se los lleve la corriente de la irrelevancia. Quienes el domingo cogimos la papeleta de Ciudadanos lo hicimos para que esos votos sirvieran para mejorar España, democratizar España, acabar con la corrupción de los partidos, dotar de independencia a la Justicia, sanear Interior de mafias policiales. En definitiva, para limpiar España de mierda. Y, además, hacerla crecer más y mejor, creando empleo de calidad, liberalizando sectores estratégicos, acabando con los privilegios de cárteles y lobbies. No te puedes poner ahora estupendo, convertirte en casta, y decir que no juegas. Te hemos dado el voto para que hagas política, para que salgas a la plaza a pregonar lo que quieres, los cambios que urges, las reformas que España reclama. No te hagas la damisela ofendida, Albert, porque Mariano finja ignorarte, queriendo demostrarte que no eres necesario. Él sabe que sin tus votos no logrará formar un Gobierno estable.

Albert, te hemos votado para que entres en batalla, no para que levantes el campo apenas el enemigo hace acto de presencia. ¿Qué vienen mal dadas? ¡Te aguantas! ¿No eres reformista? Pues venga, a reformar

Mariano te necesita, aunque con quien de verdad le gustaría pactar es con el PSOE, porque ya sabe de qué pie cojea. PP y PSOE son cuñas de la misma madera: ninguno quiere hacer reformas de verdad, ninguno quiere limpiar de verdad, porque juntos pactaron el sometimiento de la Justicia a la política, porque fue Rubalcaba quien engordó el monstruo de los Villarejos, y ha sido Fernández Díaz quien ha heredado a los Villarejos y los ha amparado. Las cloacas del Interior son del PSOE y del PP, ambos comparten el mismo modelo de corrupción estructural, y ninguno quiere reformar la ley electoral, ni despolitizar la Justicia, ni molestar al separatismo catalán… De modo que tienes que salir a jugar el partido, Albert. Te hemos votado para que entres en batalla, no para que levantes el campo apenas el enemigo hace acto de presencia. ¿Qué vienen mal dadas? ¡Te aguantas! ¿No eres reformista? Pues venga, a reformar, pero nada de irte a casa porque no te ajuntan. ¿Que Mariano no quiere verte ni en pintura? Es igual. Insiste, porque en caso contrario te va a volver a votar tu prima. Pon la tienda de campaña frente a Moncloa y oblígale a decir que no, que no quiere tus votos, pero que sea él quien rompa.

Los fundadores de Ciudadanos, gente con pedigrí que hoy no desempeña cargo alguno en el partido, acaban de manifestarse en este sentido. Ha sido Félix de Azúa, sin embargo, quien ha puesto voz al sentimiento del grupo: “Las últimas elecciones han cambiado el panorama por completo. Es cierto que la persona de Rajoy sería, en este momento, impresentable en una democracia europea, pero si no hay alternativa hay que aceptarlo. La nuestra es una democracia más próxima a México y Argentina que a Alemania o Francia”. Se impone el pragmatismo, respetar el resultado de las urnas y evitar unas terceras elecciones. Y aprovechar la debilidad de Mariano para obligarle a hacer reformas. Juan Carlos Girauta, portavoz parlamentario de C’s, les ha respondido: “Ciudadanos es un partido en el que ellos no ostentan cargos orgánicos. Yo hablo en el nombre de un partido que ha recibido el mandato de tres millones de personas". Me temo que Girauta no ha entendido ese mandato en absoluto, o simplemente ha tomado el rábano por las hojas.

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