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Opinión

Por qué Álvaro y Mario siguen sin ser lo mismo que Alba y María

Movilización feminista en Madrid

Sin duda si fuera mamá de Alba y de María, a día de hoy, estaría mucho más preocupada por su futura vida laboral, por sus posibles oportunidades, que con la de mis gemelos Álvaro y Mario. Espero que ellos contribuyan, en cuanto puedan, a seguir construyendo una sociedad mucho más justa e igualitaria de lo que es actualmente. Independientemente de los casos particulares, las estadísticas y los estudios sobre discriminación no fallan. No hablo solo de violencia de hombres contra mujeres, hablo de oportunidades laborales. En una mujer española hay un antes y un después de ser mamá y también un durante. Porque antes de ponerte a tener hijos tienes que pensártelo dos veces porque sabes que tu proyección profesional se puede ver menoscabada. Muchas ni se ponen a buscar descendencia por miedo a perder ese status laboral. El hombre jamás lo piensa. Siempre habrá una mujer o un hombre sin cargas familiares que pueda demostrar que está más implicado en la causa laboralmente hablando y por lo tanto goce de más oportunidades. Porque mientras estás criando a tu bebé, la vida te da un giro de 360 grados y ya no eres la misma persona que antes de dar a luz, y te asaltan dudas de si podrás llegar a todo como antes si no quieres pasar a engordar las listas sanitarias de ansiedad, estrés o depresión.

La gran trampa es que nos venden que podemos llegar a todo, que nuestros hijos con 4 meses se pueden quedar perfectamente en una guardería durante más o menos 8 horas, si no más, y que eso ya le va a venir bien para adaptarse cuanto antes, siempre cuanto antes mejor, y que nos vamos a sentir mejor como madres trabajadoras, más realizadas. ¿Perdón? Nos han vendido una moto que es una auténtica chatarra. Y así las cosas fomentamos desde que nacen nuestros retoños una sociedad que es incompatible con la vida familiar, una sociedad con cada vez menos vínculos afectivos y con más problemas mentales. Las diferencias entre nosotros son reales, somos discriminadas en cuanto al acceso laboral tras la maternidad y en cuanto a las percepciones económicas. Desde el momento en el que un empresario tiene la cara dura de preguntar a una mamá candidata a una oferta cómo se va a organizar con sus hijos si es aceptada en el cargo, es que seguimos muy lejos de conseguir la igualdad de la que tanto hablamos. Eso jamás se lo preguntarán a un hombre, se da por hecho que ya hay una mujer que le está organizando la vida en casa. No lo digo yo, lo dice por ejemplo un reciente estudio publicado por la entidad catalana La Caixa y realizado por la Universidad Pompeu Fabra. Con el que queda claro que Álvaro y Mario van a tener un 30% más de posibilidades de ser elegidos para un mismo trabajo que Alba y María.

Mientras ellos sigan siendo héroes y ellas princesas poco habremos avanzado, y nosotras, como madres y parejas, tenemos mucha responsabilidad

Estos días, todos nuestros políticos se llenan la boca de promesas, todas ellas vinculadas a mejorar la vida de la mujer. Pero no es suficiente y no cabe decir que regular la prostitución o los vientres de alquiler nada tiene que ver con mejorar las condiciones discriminatorias que en general sufre el sexo femenino. Para obtener una sociedad con igualdad de condiciones hay que abordar muy en serio la educación de base, ofrecer las mismas oportunidades a niños y niñas tanto en el juego como en las aulas como en los mensajes que se les trasladan. Mientras ellos sigan siendo héroes y ellas princesas poco habremos avanzado. Nosotras tenemos mucha responsabilidad, como madres, como parejas y como mujeres trabajadoras. Silenciando los abusos no avanzamos; criticándonos entre nosotras tampoco; haciéndonos auténticas heroínas que llegamos a todo menos aún.

Tenemos que copar lugares de poder real, como presidencias del Gobierno. Aún España no ha sido gobernada jamás por una mujer y de hecho no hay candidatas en la primera línea de fuego. Cambiar leyes laborales y ampliar las sociales, aquellas que nos permitan criar a los niños del mañana, aquellas que prohíban a los empresarios y empresarias pagar un sueldo menor por un mismo trabajo a un a mujer que a un hombre. Todo empieza en casa. En ser un directivo y cancelar todas las agendas que supongan reuniones a partir de las seis de la tarde a no ser que haya algo urgente, en ampliar la baja maternal a un año y ofrecer facilidades para compatibilizar la vida laboral y familiar. Esto no existe en España, salvo en pequeñas excepciones de empresas lideradas por personas que creen en una sociedad rica en valores, no en la ley de la selva. Por la lucha de nuestras abuelas, de nuestras madres, de nuestras amigas, contribuyamos todos a tener una sociedad más amable. Que los políticos de hoy en piensen más en sus hijas, que serán las mujeres trabajadoras del mañana. Dejémoslas un buen legado.

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