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Opinión

Los que se alegran porque a Puigdemont le van a caer doce años

El expresident de la Genetalitat, Carles Puigdemont

Sabemos que los dirigentes separatistas mienten, tergiversan, mixtifican y retuercen cualquier cosa en provecho propio. Pero que se alegren porque la justicia alemana extradite a Puigdemont “solo” por el delito de malversación va más allá. Es de ser unos completos ignorantes.

Torra dice que es la mejor noticia

Seguramente lo es para él, porque no es lo mismo un Puigdemont en la cárcel, con todo el peso de la ley encima de su flequillo, que tenerlo pululando por esas Europas de Dios, tocando los cojones a cada dos por tres con sus declaraciones y sus fanfarronadas. Digamos, de paso, que la fuga cobarde del susodicho ha sido en buena medida la causante del agravamiento penal de sus ex compañeros de gobierno. Riesgo de fuga, que se llama. Quede claro.

Inmersos en una vuelta a la época autonómica, en un giro copernicano que ni Franco con su política exterior, a Torra, al PDECAT y a Esquerra le interesa lo más mínimo que el fugado –de momento- prosiga en su andadura como verso libre. Ya dijimos en su momento que la casita de Waterloo y el denominado Espacio Libre de la República era una camama de padre y muy señor mío.

Por lo tanto, sí, es una excelente noticia para todos ellos que a Puigdemont se le extradite y se le someta a juicio al igual que el resto de sus compis yoguis, ni que sea porque hay gente que lleva mamados meses de trena mientras que el muchachito de Gerona ha estado viviendo como un marajá. Lo dice el viejo refrán, menos bultos, más claridad.

Nadie como los fanáticos para ilusionarse con la nada y creer que hay vida después Soto del Real

Lo que realmente sorprende, no al analista político, sino al simple observador del alma humana, es la algazara rayana en bacanal de los separatistas que poco menos ven en la decisión teutona una carta blanca para volver a proclamar la república. Esperemos que ésta consiga llegar, por lo menos, a los sesenta segundos. Nadie como los fanáticos para ilusionarse con la nada y creer que hay vida después Soto del Real.

Pero ya lo ven ustedes, ahí está todo el separatismo de infantería puesto en primera posición de saludo, vituperando al juez Pablo Llarena y con moral de victoria. Ha salido el President Torra diciendo que esto era la leche, que Europa les daba la razón, que ganarían y, hala, todos a comprar cava y unas bolsas de ganchitos para celebrarlo. “La batalla la ganaremos en Europa”, aseguraba Torra, orondo y feliz, el auténtico Yago del proceso separatista. Qué poco serio es esto, si no fuese por las consecuencias económicas para Cataluña y la gente que malvivimos en una tierra en la que iluminados, orates y vividores detentan el poder.

Uno no entiende nada, pero es que, a estas alturas, las cosas que pueden más o menos entenderse en este proceso kafkiano son mínimas. Vamos a repasar un poco lo que se refiere a Puigdemont, las acusaciones del juez español y la resolución alemana, a ver si así ponemos un poquito de orden, aunque eso suponga aguarles la fiesta a los separatistas que, a la que les tocan las palmas, se meten en una juerga gitana.

Vayamos por partes

En primer lugar, al aceptar el delito de malversación, que tiene su equivalencia en Alemania, a Puigdemont se le extraditaría a España donde debería enfrentarse a una pena de doce años. Doce. No se entiende que ver a tu President, tu símbolo, tu héroe, enchiquerado por malversar sea como para echar cohetes, pero, por lo visto, a este personal todo le parece bien si se lo dicen los de arriba.

Dicho esto, pasemos a la cosa de la rebelión y sedición. Veinte añitos de trullo representan. Estos delitos en Alemania se tipifican como de alta traición y no son exactamente iguales que en nuestro país. Allí para considerar susceptible de ser juzgado alguien por esos tipos de delito, se precisa que haya existido violencia física. No basta con decir que se ha intentado dar un golpe de estado, que eso es la alta traición, se ha de demostrar que hubo violencia física. Ahora bien, los jueces alemanes no dicen que no existieran tales cosas en el 1-O, simplemente argumentan que, según su legislación, “no hubo suficiente violencia”. Repetimos, suficiente violencia, es decir, que sí que la hubo, pero no en el grado que prescriben las leyes alemanas para considerar un hecho de estas características como alta traición, leyes, por cierto, inspiradas en precedentes trágicos de su pasado de todos sobradamente conocidos. Léanse el documento y lo verán. En ningún lugar Alemania dice que no existiera rebelión tal y como vocean por ahí los separatistas.

El siguiente argumento de los separatistas es asegurar que si a Puigdemont se le extradita solamente por el delito de malversación no se le va a poder juzgar por nada más en España. Vamos a ver, tantos abogados que tienen estos chicos y de qué poco les sirven. Claro, lo suyo es defender etarras y tal. Si el letrado de Puigdemont, el omnipresente en TV3 señor Cuevillas, está pordioseando al gobierno para que aparte a VOX de la acusación popular – curiosa manera de entender el estado de derecho, pedirle a quien gobierna que meta mano en un proceso judicial, deben recordar los tejemanejes de Pujol – es, precisamente, porque sabe que sí, que se le podría juzgar también por rebelión. Repasen un manual de derecho cualquiera y verán que una vez hayan pasado sesenta días al finalizar el juicio por el que se le extradita se le puede detener y juzgar. Eso en caso de salir absuelto, que, si lo declaran culpable, los sesenta días comienzan a contar al finalizar la condena.

La malversación, según don Guillermo Cabanellas de Torres, autor del Diccionario Jurídico Elemental, es “La aplicación o inversión de caudales públicos o ajenos en usos distintos a aquellos para los cuales están destinados”. El Peculado, hurto o sustracción de caudales públicos, según el siempre sabio Derecho Romano. ¿De eso se alegran los independentistas, de que a su condotiero se le reclame, se acepte la reclamación y se le juzgue por malversador?

Del resto casi mejor no hablar, porque ni Alemania ni la UE ni nadie se ha tragado la bola de que en España existan presos políticos. Solo gente como las CUP habla de ellos, a propósito de la etarra Dolores López Resino, integrante del tristemente célebre Comando Barcelona, condenada por tres asesinatos y que cumple condena en la cárcel de Ávila, a la que esos chicos tan simpáticos califican como “Presa política de Granollers”. La CUP de esa ciudad ha ido a verla, claro. Ahora al reo por crimen se le llama preso político. Pura Batasuna. Y luego hay quien se escandaliza cuando Pablo Casado habla de ilegalizar a partidos que defiendan cosas como éstas.

Sin eurorden, Alemania no podría entregar a Puigdemont y, en caso de que éste se trasladase a cualquier otro país de la UE, se podría reactivar la misma

Pero volviendo al asunto, el fugadísimo podría encontrarse en una situación aun más peculiar. El Tribunal Supremo rechaza la extradición solo por el delito de malversación. Tracatrá. Llarena tiene ahora dos escenarios ante sí: retirar la eurorden o llevar la causa al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Sin eurorden, Alemania no podría entregar a Puigdemont y, en caso de que éste se trasladase a cualquier otro país de la UE, se podría reactivar la misma. Y no, no es cierto que el fugado pueda recurrir el fallo alemán, lo único que le queda es pedir amparo al Tribunal Constitucional de ese país. Poco más. Total, que anda el hombre como el alma de Garibay, que en el cielo no le admitieron por pecador ni en el infierno por tonto y majadero.

Aun veremos al del flequillo convertido en una moderna encarnación del personaje que creara Espronceda, el que da título al relato “La pata de palo”, un hombre lleno de facundia condenado a vagar toda la eternidad por la Tierra, impulsado por una maléfica pata de madera que lo arrastra a un viaje sin destino.

Así las cosas, ¿de qué coño se alegran estos gañanes?

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