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Opinión

Afganistán, un desastre sin paliativos

Las imágenes que nos llegan del aeropuerto de Kabul son estremecedoras: en la desesperación de la población afgana se refleja un fracaso histórico que es también europeo

El caos se apodera de Kabul ante el avance talibán sobre todo Afganistán.

Estos últimos días asistimos con horror y estupor a la toma de Afganistán por parte de los talibán, culminada este domingo con la toma de Kabul. Unas imágenes que son el rápido desencadenante de una salida de las tropas estadounidenses y occidentales del país que, habiendo permanecido desplegadas por 20 años, se replegaban ahora a contrarreloj en una estrategia que es el resultado de un completo desastre. Ésta implica, además, una falta de previsibilidad y fiabilidad de los datos en los que se basaba la estrategia de salida. Una salida ordenada y segura requería un mayor compromiso con la sociedad civil afgana, así como una asunción de las responsabilidades de la UE como actor que también ha resultado clave en el país.

En Afganistán no se daban las condiciones para que el Gobierno y el Ejército afgano -entrenado éste por EEUU y la OTAN durante estos veinte años- defendiese la integridad territorial de su país. Sin apenas resistencia, los afganos y afganas han quedado a merced del Estado del terror talibán, un status quo que muchos conocen, que muchos han sufrido.

La toma de Kabul ha sido celebrada por el terrorismo yihadista como lo que es, una victoria y una rendición vergonzante de Estados Unidos y, con él, de la comunidad internacional. En el avance talibán, aparentemente sorpresivo para el propio Pentágono, se abren, literal y simbólicamente, las puertas de las prisiones para los terroristas encarcelados. La comunidad internacional pagará los errores cometidos en Afganistán, pero nadie lo hará tanto como los ciudadanos afganos hoy abandonados a un Estado que irá sin piedad contra lo que muchos son, lo que representan.

La situación y el avance de los talibán se han desarrollado con una rapidez mayor de lo esperado. Sin embargo, los principales retos eran conocidos. Las imágenes que nos llegan del aeropuerto de Kabul son estremecedoras: en la desesperación de la población afgana se refleja un fracaso histórico que es también europeo.

Habrá tiempo en el futuro para analizar las consecuencias geopolíticas y las responsabilidades de este desastre, pero para lo que no hay tiempo es para salvar las vidas de millones de afganos

La situación en el aeropuerto de Kabul sigue siendo caótica y muchas personas seguirán esperando la resolución de sus expedientes y visados, en el contexto de una salida de las fuerzas internacionales del país que ya se ha producido casi en su totalidad. Mientras tanto, según los datos de la OCAH, al menos 17.600 desplazados internos habían llegado a Kabul entre el 1 de julio y el 15 de agosto. No podemos dejar atrás a los afganos más vulnerables. Habrá tiempo en el futuro para analizar las consecuencias geopolíticas y las responsabilidades de este desastre, pero para lo que no hay tiempo es para salvar las vidas de millones de afganos. Necesitamos una respuesta humanitaria urgente e internacional.

Por ello, desde la delegación de Cs Europa hemos solicitado a la UE y sus Estados miembros el establecimiento de una estrategia coordinada de la UE para la expedición de visados humanitarios y vuelos de emergencia para las personas cuya vida se encuentra, con carácter prioritario, en situación de extremo riesgo en Afganistán. Paralelamente, necesitamos coordinarnos con otros actores internacionales para el establecimiento de corredores humanitarios para que las personas que huyen del terror de un Estado talibán -que conocen y que han sufrido- puedan abandonar el país de forma segura. Si no se adopta una estrategia coordinada y se establecen canales seguros, el éxodo seguirá teniendo lugar, pero dejará un camino inolvidable de sufrimiento que puede mitigarse mediante una iniciativa política internacional y coordinada.

En este contexto, la protección de las mujeres, periodistas y los defensores de los derechos humanos que han puesto en peligro sus vidas para participar en el proceso de paz, en la política y en la defensa de los derechos humanos, es una prioridad. Quienes han colaborado con la implementación de los objetivos de paz y seguridad y transformación social que formaban parte de la estrategia internacional en el país, se han convertido hoy en objetivos del fanatismo y del radicalismo. Entre ellos, muy especialmente las mujeres y niñas que han decidido vivir sus vidas defendiendo sus libertades. No es tiempo de compasión y declaraciones, sino de acciones. Los españoles, por ejemplo, seguimos esperando alguna acción del Gobierno de Sánchez, quien sigue sin comparecer ni explicar nada.

Afganistán ha sido el mayor beneficiario de ayuda al desarrollo de la UE. En el período 2002-2020, la UE ha aportado más de 4.000.000.000 de euros. El abandono de la población afgana tras más de 20 años de compromiso político y financiero supondría un grave fracaso a la hora de defender nuestros valores y nuestro compromiso en la escena internacional. Ahora más que nunca, el tiempo salva vidas. La UE debe afrontar este reto.

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