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Opinión

¡Adelante hacia el pasado!

Las encuestas dejan de ser prospecciones de la realidad subyacente de ser útiles para afinar la puntería en busca del voto indeciso para convertirse en operaciones cosméticas de encubrimiento

Ayuso rebaja la euforia e insta al PP trabajar hasta el "último minuto" como "si faltara un escaño"
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. EFE/David Fernández

La viñeta de El Roto en la edición del diario El País del martes día 13 compendia bien el ambiente que impregna las vísperas de la campaña electoral del 4 de mayo en la Comunidad Autónoma de Madrid. Antes de que esa misma noche comparezcan cada uno de los cabezas de lista en la sede de su partido para referir en términos victoriosos el resultado, cualquiera que haya sido el que hubieran obtenido, conviene señalar que los aspirantes compiten contra sus propias expectativas. Por eso, sólo la mayoría absoluta sería un triunfo para Isabel Díaz Ayuso del PP; la pérdida de un solo escaño sería una derrota sin paliativos para el socialista Ángel Gabilondo; alcanzar el umbral del 5% de los sufragios, es decir, la supervivencia convertiría a Edmundo Bal en héroe memorable; del mismo modo que quedar por debajo de Mónica García, de Más Madrid, dejaría a Pablo Manuel Iglesias sumido en vergüenza irremediable y, después de las inclemencias de Galicia, Euskadi y Cataluña, arrumbado por el viento de las urnas a la playa de la insignificancia.

Recordemos que los sondeos son de encargo y que los encargos los formulan los partidos que compiten en las urnas o los medios de comunicación claramente alineados con ellos. De ahí que se esfuercen con denuedo en que salga favorecido quien vaya a pagar la factura -ya sea uno de los contendientes o de los medios de afinidad pronunciada- presentando el mejor perfil y las mejores expectativas del pagador, en aras de hacerle más atractivo para los electores. En esa órbita, las encuestas dejan de ser prospecciones de la realidad subyacente de ser útiles para afinar la puntería en busca del voto indeciso para convertirse en operaciones cosméticas de encubrimiento, destinadas a reanimar la moral de la tropa.

El único obstáculo que se divisa a la marcha triunfal de Ayuso sería que Génova pusiera en marcha la maquinaria infernal para perder las elecciones que como en otras ocasiones podría tener efectos fulminantes

En todo caso, ya debería haberse retirado el cartelón del candidato socialista, Ángel Gabilondo, que cubre la fachada del palacio de la prensa en la plaza de Callao atendiendo la orden de la Junta Electoral de Madrid, sin necesidad de esperar a que vengan los Mossos d’Esquadra para hacerla cumplir. Las elecciones del martes 4 de mayo se circunscriben a la Autonomía de Madrid pero han suscitado la atención de toda España y se impone que todos los participantes procedan con el máximo escrúpulo legal, de modo que por ejemplo nuestros catalanes nada tengan que objetar, ni puedan resentirse alegando trato discriminatorio, dado que la negativa a retirar pancartas del balcón del Palau de la Generalitat, desobedeciendo a la Junta electoral de Barcelona le valió al president, Quin Torra, su inhabilitación.

Mientras, coinciden los observadores en señalar que la progresión ascendente de Isabel Díaz Ayuso se está viendo muy favorecida por la ayuda que le está suponiendo el efecto contraproducente de los ataques con que la distingue el presidente Pedro Sánchez, equivocado de pleno al elegirla como enemigo mientras saliendo al ruedo borra al candidato propio Ángel Gabilondo antes de que haya conseguido marcar perfil. El único obstáculo que se divisa a la marcha triunfal de Ayuso sería que Génova pusiera en marcha la maquinaria infernal para perder las elecciones que como en otras ocasiones podría tener efectos fulminantes.

En cuanto a los contagios, las acusaciones de Sánchez a propósito de los datos de la Comunidad de Madrid han quedado desmentidas por Fernando Simón y sobre los riesgos de las vacunas basta con remitirnos a Stanislaw Lec, que nos advirtió certero de que “vivir es siempre peligroso, quien vive muere”. Por si ayudara a los compañeros en campaña vuelve a primer plano el Valle de los Caídos. Ocasión de comprobar con Oscar Tusquets (véase su libro Vivir no es tan divertido, y envejecer, un coñazo. Editorial Anagrama. Bercelona 2021) que “crear arquitectura para los muertos, o mejor, para los vivos que no quieren olvidar a sus muertos, ha sido siempre una oportunidad sin par para el proyectista. ¡Adelante hacia el pasado!

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