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Opinión

Tezanos y lo real demoscópico

José Félix Tezanos

Así como Remedios la bella asciende a los cielos envuelta en una nube de mariposas amarillas o la larguísima cabellera cobriza de Sierva María crece aún después de la muerte, las cifras del último barómetro del CIS dirigido por José Félix Tezanos dan al PSOE más votos que a PP, Ciudadanos y Podemos juntos. Qué bien le habrían venido a Sánchez  esos números realmaravillosos durante la investidura fallida.

Que el Centro de Investigaciones Sociológicas se comporta como una central de propaganda no lo exime de maravillar, incluso desconcertar. Los barómetros de Tezanos, como el Macondo de Gabo, son un estado de ánimo. A la manera de cualquier página de Cien años de soledad o un párrafo del tándem literatrio Borges-Bioy, la explicación demográfica del CIS incluye elementos fantásticos en una historia en principio real, cuya lógica arbitraria y fabuladora -las reglas de la ficción- crea una ilusión. O eso pretende Tezanos.

Las cifras del barómetro de julio dan un nuevo récord al PSOE : 41% de los votos. Es un  incremento extraordinario de 12 puntos y medio con respecto a las elecciones generales de abril y, lo que es peor, obtenidas once días antes del veto a Pablo Iglesias. No hace falta ser muy avispado para ver que las licencias de José Luis Tezanos van camino de convertirlo en uno de los fabuladores libérrimos de la era Sánchez, que va de lo entremesil a la picaresca. Incluso podríamos atribuirle lo real demoscópico como una variante sociológica del género literario.

Su capacidad de exageración del relato, con sus correspondientes variaciones, terminará por rubricar una de las obras de ficción más extensas que se hayan escrito jamás con dinero público

De ser el Vatel en la cocina de Moncloa Tezanos va camino de convertirse en el brujo de Pedro Sánchez. Abogado, sociólogo, politólogo y militante socialista desde los años setenta, José Luis Tezanos presume de método cuando lo que se le da mejor es la hipérbole. Su capacidad de exageración del relato, con sus correspondientes variaciones, terminará por rubricar una de las obras de ficción más extensas que se hayan escrito jamás con dinero público.

Cuenta Gabriel García Márquez que el coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y tras perderlos todos declinó la pensión vitalicia que le ofrecieron y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba en su taller de Macondo. Habría algo extrapolable de aquella paciente alquimia a la  poética de la posverdad puesta en marcha por Tezanos, una orfebrería numérica para maquillar las derrotas de Pedro Sánchez.  

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