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Opinión

Terror en TV3

El ERE de TV3 y Catalunya Radio afectará a 312 trabajadores y supondrá una rebaja salarial del 7,5%

Organización criminal. Fiscalía quiere incluir ese delito en el proceso que el juzgado 13 de Barcelona mantiene por el 1-O. De eso están acusados ahora los mandos de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Al director de TV3 se le ha helado la sonrisa en la boca.

Decir que en TV3 están aterrorizados es decir poco. El siempre soberbio Vicent Sanchis, su director, siente miedo. No es el único. Le acompañan en su pánico cerval la presidenta de la Corpo, Núria Llorach, el director de Cataluña Radio, Saül Gordillo, y varios cargos más de la Generalitat. Hasta aquí llegaron las bravuconadas de Sanchis en sede parlamentaria, como cuando espetó con chulería a una diputada que podía esperar sentada su dimisión. Sanchís, caso insólito en las democracias europeas, está reprobado por el mismo Parlament que, en teoría, lo nombra y controla.

Los hasta ahora acusados por malversación, prevaricación y desobediencia dan un paso más allá en los cargos que acumulan. Fueron demasiado lejos, inauditamente lejos, en su actitud prepotente de señoritos cortijeros, de dueños de la finca mediática. Deberían haber leído el Deuteronomio, cuando habla de como se quedará atónito de terror el hombre que vea con sus ojos lo que sucede a su alrededor. Hasta ahora, todo lo que veían era de color amarillo, seguros como estaban de su invulnerabilidad, de su impunidad escandalosa. Solo cuando se ha pervertido tanto el sistema y se han dejado pudrir las mínimas reglas de funcionamiento como ha sucedido en mi tierra es posible entender que el director de un medio público insulte a políticos legítimamente elegidos, les entreviste de manera bochornosamente sectaria, consagrase la parrilla a difundir mentiras y más mentiras acerca de sus amos y se vaya de rositas. Solo aquí, tierra de orates con cargo público, ha sido habitual mantener una televisión y una radio carísimas para dar alpiste a los aduladores del poder.

Cuando el periodismo no es imparcial acaba convirtiéndose en propaganda. Eso es lo que tiene aterrorizado a Sanchis y a sus amiguitos

En esto tienen tanta responsabilidad separatistas como socialistas, porque venimos de muy lejos en esta historia. Pujol, el milhomes, nombraba y cesaba directores de medios públicos y a veces no tan públicos – recordemos la manera en que fulminó cuando era banquero a Néstor Luján como director de Destino para sustituirlo por un hombre de su confianza – sin que nadie chistase. El patriarca del nacional separatismo citaba a periodistas en su despacho para preguntárseles sin ambages a quien votaban, y esto me lo ha explicado uno de los afectados. Muchos creyeron que con Maragall la cosa iba a cambiar, pero todo siguió igual. Los mismos socialistas que hacían la vista gorda con TV3 entregaron los medios a Esquerra, con lo que nada cambió. Cuando volvieron los convergentes, se repartieron con Junqueras la radio y la televisión como si se tratase de un vulgar cambio de cromos.

Cataluña Radio fue para Saül Gordillo, de Esquerra, reservándose los neo convergentes la parte del león, TV3, poniendo al frente al pancatalanista valenciano Sanchis. Digamos, tangencialmente, que Gordillo ha intentado zafarse aduciendo que, si emitió anuncios para promocionar el pseudo referéndum, fue porque Llorach se lo pidió. Lo de siempre, me limité a cumplir las órdenes. Ahora eso queda al descubierto, una vez más, gracias a la acción de la justicia, que viene a enmendar lo que los políticos no supieron hacer. Porque, salvo alguna excepción como Joan Ferrán, diputado del PSC que señaló en su día lo que denominó crosta convergente, nadie se atrevió a alzar la voz ante una apropiación indebida de algo que debiera ser de todos.

Los medios públicos en España, incluida TVE y Radio Nacional, o son imparciales, rigurosos y profesionales sin estar al servicio del poder, o no sirven para nada. Para eso, mejor cerrarlos y dedicar los millones que nos cuestan a cosas más importantes. Cuando el periodismo no es imparcial acaba convirtiéndose en propaganda. Eso es lo que tiene aterrorizado a Sanchis y a sus amiguitos, que difícilmente podrán justificar su simple folleto publicitario. Hay miedo en esos despachos falsamente solemnes a los que solo se iba a decir amén. Quizás porque algunos recuerden los versos de Bretón de los Herreros que rezan “¿Será que a mi alma indómita sobrecoge un terror pánico, pensando en el yugo próximo?”

Hay terror en TV3. Ya era hora.

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