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Opinión

¡Que vienen los de Tabarnia!

La Plataforma por Tabarnia emprendía este domingo una movilización en Barcelona

Cientos de miles de personas se manifestaron pacíficamente este domingo por las calles de Barcelona en nombre de Tabarnia, Cataluña y España. No rompieron nada ni pusieron silicona en los cajeros automáticos ni ensuciaron el paisaje urbano colgando lacitos. Al final, llenaron la plaza de Sant Jaume. ¿Qué decían en TV3?

No habrá paz para los de Tabarnia

Los regímenes totalitarios no soportan la ironía. De ahí que el nacionalismo separatista haya encajado muy mal lo de Tabarnia que, empezando como broma, como inocente juego creado pour rigoler entre las gentes contrarias a la secesión, ha sido capaz de convocar a un cuarto de millón de personas en las calles barcelonesas (quince mil, según la Guardia Urbana de la señora Ada Colau). Empleando los mismos argumentos que los independentistas, mostrándoles crudamente su ridículo aspecto, los tabernenses se han ido convirtiendo poco a poco en una idea muy concreta, la que dice que Cataluña se divide entre, más o menos, la costa, liberal, emprendedora, abierta, y el interior, cerrado, conservador y nacionalista. Insisto, más o menos, que eso de las fronteras es siempre complicado.

Encabezados por el gran Albert Boadella, del que excuso hacer su elogio pues todos conocen su enorme altura intelectual y cívica, secundado por grandes maestros del periodismo y de la vida como mi querido Tomás Guasch, los de Tabarnia tienen a los de la estelada con un cabreo notable. De hecho, en esta manifestación se ha podido ver como la simple ironía puede provocar la ira de los separatistas, ira, que, como dice el adagio, reposa siempre en el seno del necio.

Porque los pacíficos tabernenses han tenido que sufrir a lo largo de su tranquila marcha el vertido de aguas encima de sus cabezas por parte de congestionados separatistas; otros, han sido inquisitorialmente filmados desde balcones cuajados de esteladas y mostrencos; algunos, pocos, afortunadamente, han tenido que batirse el cobre ante jovencitos con la cara crispada de odio y la boca rellena de insultos. Menos mal que estamos viviendo la revolución de las sonrisas.

Lo que ha sido de cuadro de honor y Laus Deo es como ha dado la información acerca del evento TV3, siempre atenta en la custodia de la llama separatista. Básicamente, solo había dos cosas destacables. Una, que a la manifestación asistía Ortega Smith, secretario general de la “organización de extrema derecha VOX”, sic, y, dos, que el portavoz de Tabarnia, el periodista Jaume Vives, famoso por poner desde su balcón a Manolo Escobar como contrapunto a los separatas de sus vecinos, es un “racista, xenófobo y homófobo”, también sic. Parece que los grandes pecados del buen Jaume son ser católico, estar en contra del aborto y exigir un mayor control respecto a la inmigración y eso, claro, en la TV3 separatista debe parecerles muy mal. Deberían preguntarle al veterano de CiU Miró i Ardévol, que, básicamente, ha defendido siempre lo mismo punto por punto. O la esposa de Jordi Pujol, Marta Ferrusola, conocida por ser una activa antiabortista, anti homosexuales y antiinmigración, amén de ultra católica. Claro que estos son dels nostres y ya se sabe, con la familia uno no se mete.

Una reportera de TV3 pide socorro

Pero si tuviéramos que destacar el momento culminante de toda la sesgadísima información que la cadena del régimen ha ofrecido acerca de la manifestación. esta sería la de una periodista que conectaba en directo para el canal de noticias autonómico 324. Paula Florit, que así se llama, denunciaba que la habían insultado a ella y a la cadena, teniendo que cambiar el capuchón del micrófono – la alcachofa, en el argot del oficio – para que no se viese el logo de TV3, cambiándola por una más discreta, negra. El color del luto, por descontado.

De poco le sirvió el astuto ardid, porque los manifestantes la identificaron igual. En su crónica, con voz trémula, tal y como si estuviese retransmitiendo “La guerra de los mundos” de H.G. Wells, aquella que retransmitió por radio el genial Orson Welles, confundiendo a los oyentes, decía “Hay muchas personas, miles… veo muchas banderas de Tabarnia, muchas banderas españolas… También alguna senyera, pero son pocas”.

Era difícil para la cadena de la estelada asumir lo que estaba pasando en aquella Via Layetana llena de gente, así como todo lo que sucedía alrededor de lo que, empezando como broma, ha terminado por cobrar cuerpo y espíritu muy reales"

Le temblaba la barbilla cuando se oían de fondo los gritos de “Puigdemont, a la presó”, a la cárcel, alguna que otra invocación a las progenituras del fugadísimo y, eso sí, numerosos y constantes vivas a Tabarnia, a Cataluña y a España. Con su mirada venía a decir, en comunicación no verbal pero sí enormemente clarificadora, “Ya ven ustedes con qué tipo de personas nos las tenemos que ver algunas”.

Desde luego, era difícil para la cadena de la estelada asumir lo que estaba pasando en aquella Via Layetana llena de gente, así como todo lo que sucedía alrededor de lo que, empezando como broma, ha terminado por cobrar cuerpo y espíritu muy reales. La manifestación había comenzado su andadura al pie del monumento a Rafael de Casanovas, icono del separatismo, que ha tergiversado de manera perversa su persona. Casanova luchó contra el pretendiente borbónico a la corona española, cierto, pero fue porque estaba junto al de Austria, pero ni lo hacía por Cataluña ni por la independencia. Lo dejaba claro un descendiente, don Eduardo Delás, que decía que Casanovas fue siempre un patriota, sí, pero español, leyendo unas palabras de aquel hombre que, cayendo herido en el sitio de Barcelona, fue atendido, salvado y prosiguió con su actividad pública sin el menor contratiempo, muriendo plácidamente en su cama, años después, en su casa de Sant Boi del Llobregat.

Imagínense ustedes el delirum tremens que debe haber producido en los directivos de la cadena tales sucesos. Casanovas era un leal y franco combatiente español, las gentes de Barcelona volvían a llenar las calles con la firme voluntad de negarse a ser absorbidas por la burbuja del Matrix separatista, el monopolio de la calle dejaba de ser de los Comités de Defensa de la República, la cofradía del lacito amarillo y los visitantes de comarcas traídos mediante autocar, bocadillo y banderitas pagadas por la ANC. Rompa usted la constitución para esto.

Se lo decía Inés Arrimadas a la estrambótica Marta Rovira el otro día en el Parlament: “Si quiere, quedamos un día a tomar un café y así me cuenta usted en qué mundo vive, porque desde luego no es el mío”. Normal, en el mundo de esta señora, que ahora dice que fue Puigdemont el responsable de afirmar que podía haber muchos muertos en las calles si continuaban con la proclamación de la independencia, solo caben los suyos, sus banderas, sus proclamas. La realidad, todo y ser más rica en matices, no le importa un pito. Como a los de TV3, que saben reducir una manifestación de auténtica protesta contra el régimen separatista a decir que fueron un señor de extrema derecha, otro que es homófobo y xenófobo y un grupito de gentes de mal vivir que los insultaron, fíjate tú, hasta el punto que intentaron camuflarse sin éxito.

Tabarnia les ha dado allí donde más les duele, en toda su boca embustera, cargada de rencores, supremacismo y estupidez"

Porque ellos ni insultan ni nada de eso. Que periodistas de TVE o la Sexta, por no extendernos, hayan sido agredidas físicamente – pueden comprobarlo en internet – es igual; que los simpáticos manifestantes separatistas acaben siempre destrozando el mobiliario urbano, vehículos, contenedores y demás, no importa. En fin, que lo suyo es el mantenella y no enmendalla, aunque en este caso les entiendo. Tabarnia les ha dado allí donde más les duele, en toda su boca embustera, cargada de rencores, supremacismo y estupidez.

No les inquieta el “a por ellos”, ni mucho menos. Les hace mear azafrán, en expresión popular de la Cartagena de mi padre, qepd, el “Visca Espanya, viva Cataluña, viva Tabarnia”.

A esto los clásicos lo llamaban némesis.

Miquel Giménez

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