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Opinión

Rosa María Mateo no ha hecho nada mal

La administradora única provisional de RTVE, Rosa Maria Mateo.

Rosa María Mateo no se ha equivocado en nada. Y, si lo ha hecho, quizá todavía no es consciente. Pocas veces las comparecencias parlamentarias permiten apreciar de una forma tan nítida la ceguera de un gestor y su incapacidad para realizar la función que tiene encomendada. Mientras esta periodista trata de comprender para qué sirven “esos cables tan gordos y modernos” o las causas de la caída de audiencia de los telediarios, el tiempo corre y las urgencias que tiene Radiotelevisión Española se agravan. Desde luego, cuesta asimilar que un Gobierno pueda poner a una persona de su perfil a gestionar una empresa que recibe anualmente cientos de millones de euros de dinero público. El motivo de la decisión resulta más fácil de entender.

Si lo de Rosa María Mateo fuera excepcional, sentiría tal vergüenza que apenas si tardaría unos minutos en presentar su dimisión. Pero no lo hará, entre otras cosas, porque su caso es muy común en la Administración española, en la que siempre encuentran acomodo en los sillones mejor remunerados quienes hicieron un favor o quienes pertenecen a una buena familia política. Eso explica que Juan Manuel Serrano sea presidente de Correos, pese a su nula experiencia en el sector. O que Óscar López esté al frente de Paradores.

Quienes impulsaron, en Moncloa, la candidatura de Mateo para gestionar la radio-televisión pública sabían lo que hacían. Se cansaron durante meses de exigir la despolitización de la corporación y de exigir un concurso público para que su nuevo presidente no fuera un comisario político, pero, a la hora de la verdad, optaron por aprobar un Real Decreto que ha provocado que una candidata propuesta por el Gobierno comande la corporación sin ser controlada por un Consejo de Administración.

Quienes criticaban a los ‘delfines’ políticos designados por el PP, ahora callan. O susurran al oído a Mateo para que ascienda o cese a personas que ni siquiera conoce por haberse significado cuando debían, o por no haberlo hecho. El ejemplo paradigmático es el de Xabier Fortes, quien tantas veces ejerció de portavoz del Consejo de Informativos de TVE durante la anterior etapa. Actualmente, conduce dos programas en la parrilla de La 1. La jefa de los telediarios, Begoña Alegría (nombrada con el apoyo del 85% de Torrespaña), le ha entregado dos horas y media de la parrilla diarias.

Quienes criticaban a los ‘delfines’ políticos designados por el PP, ahora callan. O susurran al oído a Mateo para que ascienda o cese a personas que ni siquiera conoce por haberse significado cuando debían, o por no haberlo hecho.

Hasta el pasado julio, las denuncias por manipulación informativa del citado Consejo eran prácticamente diarias. Desde que Rosa María Mateo se sentó en despacho principal de RTVE, por primera vez, apenas si existen. Los noticiarios de José Antonio Álvarez Gundín son indefendibles. La pregunta es: ¿Es tan limpio y puro lo nuevo o aquí hay gato encerrado? La respuesta es obvia.

La soberbia de Mateo

La mayoría de las veces, el problema no es la ignorancia, sino la suficiencia. O la soberbia. Hubo un momento en la comparecencia parlamentaria que protagonizó Mateo el pasado miércoles que resultó especialmente ilustrativo en este sentido. Ocurrió cuando le preguntaron por la bajada de audiencia de RTVE y contestó lo siguiente:

"Las cadenas que tienen audiencias altísimas en este momento lo hacen a base de realities. Y es que hay informativos que han convertido las noticias en espectáculo; y eso quizá tiene una audiencia mayor. Nosotros estamos intentando hacer unas noticias muy serias, muy plurales y nada frívolas; y conceder el menos tiempo posible si podemos en dar la noticia de un suceso tras otra noticia de un suceso tras otra noticia de un suceso. Que eso, por cierto, atrae mucho a la gente”.

La respuesta pareció inducida por el suero de la verdad, dado que dejó claro que Mateo ni tiene claro lo que gestiona, ni sabía de lo que estaba hablando. Principalmente, porque, en las últimas semanas, La 1 ha emitido dos programas del género reality-show, como son Masterchef Celebrity y Operación Triunfo. Pero también porque en la parrilla del principal canal de TVE se mantienen programas como Corazón o La Mañana de La 1, en los que se suele dar espacio a las noticias que la administradora única de RTVE atribuye a la competencia.

A falta de la publicación de los datos de audiencia de noviembre –cosa que ocurrirá a lo largo de este sábado-, se puede decir que La 1 cerrará el mes por debajo de los 10 puntos de audiencia, lo cual es un fracaso mayúsculo. Máxime si se tiene en cuenta que ha utilizado une buena parte de la artillería pesada durante las últimas semanas: Operación Triunfo, Masterchef Celebrity, Cuéntame cómo pasó y dos partidos de la selección española de fútbol.

Como director de TVE se ha mantenido durante estos meses Eladio Jareño, uno de los pocos que ha sobrevivido a la larga sucesión de ceses efectuada por Mateo. Pareciera que ambos dedujeron que, para lo que ambos iban a estar en el convento, mejor quemar todas las naves para engordar el currículum con un buen dato de audiencia que aplicar austeridad. La realidad es muy diferente. Por si fuera poco, Radio Nacional de España ha perdido 172.000 oyentes diarios en los últimos tres meses.

Prudencia descartada

La política aplicada para con la parrilla de programación resume perfectamente el modus operandi de Mateo y su equipo. Entre la prudencia y la manga ancha, han optado por lo segundo. El pasado miércoles, la administradora única provisional de RTVE reconocía que la corporación ha rubricado desde el pasado julio 188 contratos de personal, entre ellos, 36 para informativos. Pese a que sólo ha supuesto el incremento de 17 personas en una plantilla de más de 6.300, parecen muchas para un mandato provisional, que apenas si durará medio año, si el concurso público para elegir al nuevo presidente finaliza como es debido (que lo mismo es mucho decir). 

Pero Rosa María Mateo tampoco es culpable de eso. Como tampoco lo es por dejarse llevar por las sugerencias de algún resentido que le rodea. O por ser apoderada de una empresa que en su día utilizó como sociedad patrimonial y que hoy se dedica a lo mismo que RTVE ("Actividades cinematográficas, de vídeo y de programas de televisión, grabación de sonido y edición musical", según el Registro Mercantil). Sorprendentemente, la responsable de la Oficina de Conflictos de Interés –ratificada por el Gobierno hace unas semanas- no apreció ningún problema en este hecho. Tampoco en que el presidente saliente de la corporación, José Antonio Sánchez, haya fichado como consejero de COPE. Como diría aquel: esto no es serio.

En los cinco meses que permanecerá Mateo al frente de RTVE, percibirá más de 52.000 euros brutos. Es decir, una tercera parte más que el presidente del Gobierno. Se podría exigir a quien ingresa un sueldo público tan generoso por ostentar un alto cargo cierto conocimiento del mercado audiovisual y de la propia corporación. También sería bueno pedir responsabilidades a quienes la nombraron, a sabiendas de sus carencias, para gestionar 1.000 millones de euros al año. Pero no pasará nada. Nunca pasa nada. Eso implicaría decencia. Y no la hay.

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