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Opinión

Resulta que la nueva política era la vieja

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona.

Algunas personas que irrumpieron en la arena de la política, anunciándose como algo nuevo y renovador, han acabado haciendo las mismas cosas que aquellos a quienes criticaban. En Cataluña, tras décadas de clientelismo convergente y socialista, ahora es Ada Colau quien reparte el pastel entre los suyos.

Todo el poder (y el presupuesto) a los soviets

Aún recuerdo cuando Ada Colau iba disfrazada de madre coraje a los platós televisivos, erigiéndose en abanderada de las personas desahuciadas por la vil banca o los maléficos propietarios. Disfrazada de activista de la PAH, Plataforma Anti Desahucios, llegó a convencer a muchísimas personas con su discurso facilón, demagógico, simplista, dirigido a una gente que estaba en lo peor de la crisis, sin esperanza ni nadie que les ayudara. Son las personas que, de buena fe, la votaron creyendo que con ella iban a llegar nuevos aires al ayuntamiento de Barcelona. No me gustaría ser una de ellas, porque, a poco que hagan un análisis de la actuación del consistorio presidido por Colau, su decepción ha de ser mayúscula.

La última de sus ocurrencias ha sido dotar de subvenciones más que jugosas a todas aquellas asociaciones a las que ha pertenecido. Han pasado de los 11 millones de euros que percibían en el 2017 a los 24,4 millones que recibirán este 2018. Un aumento de un 122 por ciento. No hace falta decir que tales millonadas se reparten sin ningún tipo de concurso público o la pertinente convocatoria de subvenciones. ¿Para qué? La intervención municipal ya le ha hecho en varias ocasiones serias advertencias al respecto, pero esa minucia no es obstáculo para la intrépida munícipe. Todo el poder a los soviets, debe pensar como buena comunista que es. Lo importante es retirar el busto del rey Juan Carlos, colgar pancartas del balcón consistorial en apoyo a los refugiados, los presos políticos o lo que se tercie – menos la bandera de España, que ya se ocupó su segundo de a bordo, Pisarello, de intentar arrebatársela al concejal del PP Alberto Fernández Díaz - o vulnerar las leyes en materia de licencias de obras para hoteles en la Ciudad Condal. Incidentalmente, les digo que esa postura totalmente sectaria, fruto de la idiocia más tremenda, nos cuesta a los contribuyentes barceloneses un pastón cada año, porque las empresas que solicitaron permiso para edificar un hotel con todos los permisos habidos y por haber, al ver denegado la misma por el caprichito de Colau, se van a los tribunales, piden indemnización y, claro, ganan. Prevaricación, creo que se llama.

Volviendo al turrón de las subvenciones, demos un repasito a la lista de agraciados en el sorteo de la señora alcaldesa.

Échame algo, Ada

Tenemos en primer lugar al Observatori DESC, organización a la que pertenecía la alcaldesa cuando iba de anti sistema. Junto a ella estaban no pocos de los actuales integrantes de su equipo de gobierno – es un decir – como el inefable Gerardo Pisarello, la no menos ponderada Gala Pin, concejal del Distrito de Ciutat Vella y en líos con la justicia precisamente por esos follones que comentaba acerca de las licencias de hoteles, y algunos más. Esta entidad fue generosamente subvencionada en su día por los socialistas cuando mandaban en el ayuntamiento barcelonés, lo que nos da la medida de la inteligencia de los del PSC de antes, de ahora y, con toda probabilidad, de mañana. Antes de pasar a las cifras, solo añadir que el Observatori es quien financia la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, ¡amigo!, con lo que el círculo se acaba cerrando, dándose la curiosa circunstancia de que los antisistemas estén financiados por ese mismo sistema que pretenden cargarse. En fin. Sea como fuere, se llevan un 75% más de pasta, pasando de los 150.000 pavos en 2015, que ya era dinero, a los nada despreciables 267.016 euros de vellón que se apalancaron el pasado año. En este, vaya usted a saber. Sigamos.

El sucesor de Colau en la PAH ha sido fichado por Alcaldía, a saco, como asesor de la alcaldesa. Carlos Macías se llama, el caballero. Y si eso no es transparencia y nueva política, que baje Durruti y lo vea. No es el único que estaba en las barricadas y ahora está en las mariscadas. Sílvia González, ideóloga de los vídeos de la PAH, es ahora jefa de comunicación de Alcaldía. 84.532 euros al año; de la FAVB, Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, también del rollo Colau, tenemos a Mercedes Vidal, concejal de movilidad, 84.532 al año, a Marc Andreu y Jordi Bonet, también ex FAVB y colocaditos en la casa consistorial;  Águeda Bañón, que se define como artista post porno, sea lo que sea semejante estupidez – la recordarán en unas imágenes que circularon por las redes sociales en las que se la veía orinando espatarrada en medio de la vía pública – es la directora de Comunicación de Colau, esa Ada Madrina para sus compis yoguis, y perdonen el pésimo juego de palabras. Concejales aparte, ya comprenderán ustedes que el resto son cargos totalmente digitales, a saber, designados a dedo, lo que se denomina comúnmente “de confianza”.

Siguiendo con la pasta, pasemos a examinar lo que se lleva la ONG Enginyers sense Fronteres, Ingenieros sin Fronteras, que se vincula con la Alianza contra la Pobreza Energética, en la que curraba uno de los concejales de Colau, Eloi Badía. La entidad ha pasado de 214.437 pavinis anuales en el 2015 a llevarse 318.175 el pasado año. Y los abueletes protestando porque quieren que, al menos, las pensiones se incrementen en función del IPC y no vayan ligadas a la esperanza de vida. Estos de la nueva política sí que saben cómo han de incrementarse las cosas de la pasta.

Quizá alguno de ustedes esté tentado en pensar que, proviniendo del mundo asociativo, Colau actúa así de generosa con todas las asociaciones. Craso error. Así como el dinero fluye abundante de las arcas municipales hacia las entidades que le son afines, no sucede lo mismo con el resto. Les tiene congeladas las partidas para subvencionarlas, obligándoles a que se presenten a complicadísimos concursos y convocatorias.

Dejando a un lado el debate de si la administración debería o no pagar con nuestros impuestos a toda una serie de asociaciones, entidades, chiringuitos y despachillos que de poco o nada sirven al ciudadano, el criterio de la actual alcaldesa ya se ve. Que le dé subvenciones copiosas a los que son de su rollo, aunque dijera que ella jamás de los jamases incurriría en las costumbres de la “casta”, miren, en un país de clientelismos, estómagos agradecidos y enchufismos como es el nuestro, hasta sería normal. Lo grave es que no solo de mamandurrias se trata.

Les cuento un caso concreto. Jaume Asens, tercer teniente de alcalde con Colau – 98.192 euros al año – emplea el viejo truco de “yo te encargo un informe, me lo haces y luego facturas”. Aunque se trate de la cría del mejillón malgache. Lo que es de nota es que lo haga, por ejemplo, con abogados que son socios suyos de siempre, como Anaïs Franquesa, y ahí voy. La letrada es integrante de Irídia, asociación pro derechos humanos creada justito cuando Colau accedió a la alcaldía. Vaya. ¿Quién dirán ustedes que dirige esta entidad? Mariana Huidobro, madre de Rodrigo Lanza, el que protagonizó el documental, es un decir, “Ciutat Morta”, y actualmente implicado en el asesinato del Caballero Legionario Víctor Laínez en Zaragoza el pasado diciembre.

Estas cosas dan que pensar cuando ves el abandono en el que está mi ciudad natal, con barrios enteros en manos de las mafias de okupas profesionales, que te chantajean para dejártelo libre – ni se les ocurra llamar a la policía, porque entonces los tiene usted allí para meses, antes de que el juez ordene el desahucio – o los famosos narcopisos, donde se vende droga, que son la pesadilla de los vecinos de El Raval, barrio humilde. Del sindicato que les ha montado Colau a los manteros, casi mejor no hablar. Si pasan por mi ciudad, pregunten a cualquier tendero de Las Ramblas y ya les dará puntual noticia del asunto.

Resumiendo: con sus impuestos, los míos y los de aquel de allí, estamos pagándole la verbena a los amigos de Colau. Y algo más, por lo que se ve.

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