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Opinión

Podemos escindido

Errejón, Montero e Iglesias (archivo)

La política es una mezcla de convicciones y ambiciones personales. Las ideas y los principios son sin duda muy relevantes, pero no hay que descuidar nunca el manejo correcto del factor humano. Pablo Iglesias, el líder omnímodo y carismático -así es como se ve a sí mismo- empieza a notar cómo el suelo tiembla bajo sus pies. El mazazo que ha recibido en la paz idílica de su chalé serrano, mientras cuida amoroso de sus gemelos, le ha sorprendido y casi le ha noqueado. De la misma forma que es muy peligroso dejar las decisiones sobre economía exclusivamente en manos de economistas, confiar la política en exclusividad a los politólogos suele dar malos resultados.

Un buen comunista nunca hace las purgas a medias y como en la España de hoy, democracia constitucional, Estado-Miembro de la Unión Europea y sociedad abierta, no se puede fusilar a los disidentes ni confinarlos en gélidos gulags, a los enemigos internos de partido hay que rematarlos políticamente porque si quedan heridos, pero vivos, se reponen y suelen preparar venganzas terribles. Si se da además la circunstancia de que el purgado es más listo que el purgador, como es notorio en este caso, y no está cegado por la ira que nubla el entendimiento, la maniobra, sigilosamente urdida e impecablemente ejecutada, ha sido de una eficacia, de una capacidad destructora y de una oportunidad realmente magistrales. La soberbia es mala consejera y la egolatría patológica del todavía líder morado más pronto o más tarde tenía que pasarle una pesada factura.

Errejón ha llegado a la conclusión de que la combinación chalé con lago artificial y desastre del matrimonio con IU es demasiado plomo en el ala

Una vez clavada la daga, la reacción del agredido ha sido, una vez más, fruto de la vanidad y no de la inteligencia. En lugar de aceptar la jugada de Errejón con espíritu deportivo y considerar que si una fórmula es buena para Andalucía, Cataluña, Galicia y el Ayuntamiento de la Villa y Corte, no hay argumentos sólidos para negar que sea asimismo válida para la Comunidad de Madrid, el terrateniente de Galapagar ha montado en cólera y amenaza con una candidatura propia de Podemos, lo que equivale a pegarse un tiro en el pie. La presentación de dos listas, una pablista y otra errejonista, encierra un peligro mortal para Iglesias. ¿Qué sucederá si la segunda consigue más votos que la primera, si el ejecutado prueba que es más respaldado en la calle que su verdugo? A Iglesias sólo le quedará el camino doloroso de la dimisión y la fatigosa búsqueda de otra forma de hacer frente a la onerosa hipoteca de la mansión rural. Podemos no cuenta ni de lejos con un cabeza de lista para la Asamblea de Vallecas del índice de conocimiento, de la agudeza mental y del encanto de su antiguo portavoz. Cualquiera que puedan sacarse de la manga sale al ruedo paticojo y en clara desventaja. Se trata de una batalla perdida y ya se sabe que las batallas que no se pueden ganar únicamente las plantean los cortos de luces o los insensatos.

En uno de sus lúcidos comentarios diarios, Guillermo Gortázar ha señalado que ya en 2016 predijo que IU, o sea el PCE, había preparado un plan para acabar con Podemos. Esta estrategia consiste en entrar en coalición, aumentar la tensión entre doctrinarios y pragmáticos, provocar una escisión, abocar a Iglesias a un mal resultado en las generales y a continuación aupar a Garzón a la Secretaría General de Podemos, consiguiendo que el PCE vuelva a ser la fuerza hegemónica a la izquierda del PSOE. Desde luego, los tres primeros puntos de este itinerario ya se han cumplido y si siguen los otros tres habrá que reconocerle al autor de “El salón de los encuentros” el don de la profecía.

Cuando se da la circunstancia de que el purgado es más listo que el purgador, las venganzas suelen tener una alta capacidad destructora

El otrora lugarteniente de Iglesias ha llegado a la conclusión de que el declive de Podemos es irreversible porque la combinación de la compra de la casa con jardín, lago artificial y dependencias para el servicio, de las amistades venezolanas, del desastre del matrimonio con Izquierda Unida y del tóxico apoyo a los independentistas, es demasiado plomo en el ala para que la organización pueda volar alto. En consecuencia, ha saltado del barco para caer blandamente en el acogedor regazo de la abuela-alcaldesa. La operación la ha realizado con premeditación, alevosía y delectación. Si Iglesias se la traga, él gana, y si se revuelve furioso, le hace morder el polvo. Un movimiento de gran maestro del tablero.

Esta peripecia ha demostrado que, en un mundo en rápida evolución, triunfan los que mejor se adaptan y que, puestos a desenvolverse en la vorágine veloz del tercer milenio, Errejón está más preparado que Iglesias. Lo actual frente a lo antiguo, el mamífero frente al dinosaurio, el coche eléctrico frente al de gasolina, el siglo XXI frente al XX, la imaginación frente al dogma. Hagan sus apuestas, aunque el desenlace está cantado.

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