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Opinión

Pensiones, la pantomima del fondo de reserva (II)

Varios miles de jubilados vuelven a concentrarse en Bilbao por unas pensiones "dignas".

La política española es un Juego de Tronos. En él medra no solo una clase política que legítimamente trata de alcanzar el poder, sino también ciertos grupúsculos que se han instalado en los resortes del Estado sin ninguna validación democrática. En realidad, estos grupúsculos llevan mucho tiempo considerando al gobierno como un mero apéndice de sus propios negocios. El problema es cuando el gobierno de turno se pliega descaradamente a los intereses de estos buscadores de rentas, mientras deja tirados a la ciudadanía. Y eso es lo que lleva sucediendo hace mucho tiempo en nuestra querida España. Y para distraernos, lo de siempre, Teatro del Barroco.

Políticamente, se alienta la "desmovilización cívica", condicionando al electorado a entusiasmarse por períodos breves, controlando su lapso de atención y promoviendo luego la distracción o la apatía. Un ejemplo es el tratamiento ofrecido por las televisiones patrias sobre la muerte del pequeño Gabriel, completado con el bochornoso espectáculo que nos ofreció la sede de la voluntad popular en el tratamiento de la prisión permanente revisable. Pero lo peor es que se alienta a los ciudadanos a cambiar el compromiso activo por gratificaciones simbólicas de patriotismo, mientras se envuelve a la sociedad en una atmósfera de temor colectivo y de impotencia individual. Ello abarca desde el miedo a la pérdida de puestos de trabajo, la incertidumbre sobre las pensiones, o la explotación a los más pobres, reduciendo o debilitando los programas de salud y los servicios sociales.

Sólo en ocho de los 28 países de la Unión Europea las pensiones se financian exclusivamente con cotizaciones sociales"

Digámoslo claramente, nuestros gobernantes llevan años despreocupados por la situación de nuestros jóvenes, años olvidándose de los más débiles y desheredados, años abandonando a niños y adolescentes que están sufriendo cosas terribles, desde el fracaso escolar hasta la marginalidad y la violencia. Mientras, estos mismos políticos benefician con sus decisiones a unos pocos a expensas de la mayoría, mimando a determinados individuos de altos ingresos.

Estábamos en estas, cuando, de repente, los pensionistas, ese grupo electoral que mantiene el statu-quo, empiezan a rebelarse. Y es en el asunto de las pensiones donde en realidad convergen todos los problemas patrios, desde el modelo económico, pasando por el dominio de las élites, hasta la creación artificial de una atmósfera de temor colectivo y de impotencia individual. Por eso es necesario analizar qué podríamos hacer con las pensiones. Para ello debemos partir de la situación actual, cuáles son sus problemas y ver alternativas de corto plazo, y, sobre todo, de largo.

El paripé del Fondo de Reserva

Empecemos en primer lugar por analizar cómo se financia en España las pensiones. En nuestro país se financian vía cotizaciones sociales. Sólo en ocho de los 28 países de la Unión Europea las pensiones se financian exclusivamente con cotizaciones sociales, como sucede en España. En muchos países hay alternativas de financiación. Así, por ejemplo, en Dinamarca, más del 40% de la pensión final de los trabajadores se financia con ingresos generales; mientras que en Francia se creó en su momento un impuesto para el abono futuro de las pensiones públicas, siendo en la actualidad el segundo tributo en recaudación después del IVA.

De esta primera incursión surge una pregunta: ¿por qué debemos separar la caja de la Seguridad Social, su hucha y su financiación, de la caja general del Estado? La controversia sobre el fondo de reserva de las pensiones es también ficticia. Las pensiones futuras no dependen de que se haya dotado un fondo de reserva en el pasado sino de que se obtengan excedentes reales en cada momento. Si dichos excedentes no existen, o no son suficientes, obviamente el fondo de reserva durará lo que tenga que durar, se irá vaciando. Y eso es lo que ha pasado.

Con la Gran Recesión, el número de ocupados ha descendido en un millón de personas: mientras que a cierre de 2008 había cerca de 20 millones de ocupados, a finales de 2017 no llegan a los 19 millones. Pero es que, además, los salarios medios y medianos no han subido. Por contra, en ese período el número de pensionistas repuntó en más de un millón, pasando de los 8,3 millones a finales de 2008 a los casi 9,6 actuales. Mientras, la pensión media ha pasado de 627 euros en 2008 a los actuales 927. La demografía tampoco ayuda. Se incrementa la esperanza de vida, mientras nuestra tasa de natalidad se sitúa entre las más bajas del mundo -por obra y gracia de un modelo productivo que solo beneficia a rentistas y ahoga a las familias jóvenes-. El INE estima que mientras la población total de aquí a 2066 disminuirá en casi de 5 millones de personas, de los 45,9 millones actuales a 41,1; las personas mayores de 65 años se incrementarán en ese período en casi 6 millones, pasando de 8,7 millones a 14,2. Si no hay un cambio de financiación de las pensiones y/o de nuestro modelo productivo, y se continúan fijando las mismas según lo que se estima que se puede recaudar por cotizaciones, ello implicará que, por lo menos, se tendrían que reducir en un 50%, lo cual es un disparate.

Si no hay un cambio en su financiación que vaya más allá de las cotizaciones, en un futuro no muy lejano el montante medio de las pensiones será la mitad que el actual"

Pero el problema subyacente al fondo de reserva, tal como se creó, es todavía más surrealista. Su cuantía se utilizaba para financiar al Tesoro, de manera que el efecto neto sobre la situación financiera del Estado era nulo. Lo comido por lo servido. Pero además, el diseño del fondo de reserva suponía una restricción sobre el gasto público que obligaba al Estado a gastar menos de lo que podría o debería. Forma parte de ese acuerdo tácito entre las élites patrias y foráneas de repudiar la política fiscal. Manda narices que unos bancos alemanes y su gobierno, que habían jugado al casino de la burbuja inmobiliaria hispana, acabaran imponiéndonos constitucionalmente una estabilidad presupuestaria absurda que no nos permite cambiar radicalmente de modelo productivo. Pero las élites económicas y políticas patrias no dijeron ni pío. Al revés, aprovecharon la ocasión para intentar eliminar la herramienta de política económica más efectiva, la política fiscal. Añadan a todo ello el fiasco de los esquemas de pensiones privados, que de manera tan generosa los partidos que nos han gobernado fueron incentivando fiscalmente, para entender el desastre actual.

En el siguiente blog explicaremos qué medidas de corto y medio y largo plazo se pueden implementar, y que, obviamente pasan por un acuerdo intergeneracional que permita unas condiciones de vida más dignas para nuestra juventud, mientras que a su vez se corrigen los problemas de las pensiones públicas bajo el actual sistema de reparto. Fíjense ustedes que no he dedicado hasta ahora ninguna línea a las propuestas en favor de sistemas pre-financiados, total o parcialmente, que incluso lleve a una privatización de parte o de la totalidad del sistema. En su momento atacamos las falsas hipótesis de partida que había detrás de ellos. Las repasaremos brevemente antes de ofrecer una propuesta para España.

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