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Opinión

Sánchez sostiene que “usted es la culpable”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Si la enfermedad de Ensayo sobre la ceguera hubiera afectado también al oído, Pedro Sánchez Castejón viviría más tranquilo. Animó el presidente a los ciudadanos el pasado julio “a disfrutar sin miedo” de las bondades del verano. El que para muchos implica sol, espeto de sardinas en la playa, juerga etílica en el pueblo de los abuelos e intercambios en una acera de Magaluf.

Se empeñó el Ejecutivo en transmitir euforia antes incluso de levantar el estado de alarma porque había que salvar la temporada turística y reactivar el consumo; y, claro, cuando lanzas a la sociedad el mensaje de que “salimos más fuertes”, es lógico pensar que unos cuantos se van a venir arriba. 

Dos meses después de pronunciar esas declaraciones, tras unas generosas semanas de asueto y con la segunda oleada de la covid-19 delante de nuestras narices, Sánchez concedía una entrevista a la Cadena SER y volvía a desafiar la retentiva de los ciudadanos con una afirmación diametralmente opuesta a la que pronunció hace unas semanas: “La ciudadanía se ha relajado en las medidas de protección”.

Nueve semanas y media han pasado del "a disfrutar" al "¿pero por qué habéis disfrutado?". Y aquí no pasa nada.

La insoportable levedad de Sánchez

Una vez más, el mandatario aplicaba la 'levedad' en su discurso, como no puede ser de otra manera en una persona que a buen seguro domina a Parménides, entre otros muchísimos clásicos que el común de los mortales, mediocres, no conocemos. El filósofo se empeñó en dividir el mundo en dualidades “lejanas e irreconciliables” y afirmó que la “dureza” era negativa, mientras que la “levedad” era positiva. Los racionalistas le llevaron la contraria, dado que consideraban que la carga implica 'peso' y las decisiones de peso pasan por todos los filtros del sentido común.

El caso es que Parménides sostenía que los hombres actúan bien cuando no tienen los bolsillos llenos de piedras, lo que les permite elevarse sobre el terreno y flotar. Y quien flota puede dirigirse hacia una u otra dirección según hacia dónde sople el viento. Así es Pedro Sánchez, gran lector, sin ninguna duda, y todo un ejemplo de inconsistencia.

Como la actitud del presidente es cuestionable, dado que implica tomar a los ciudadanos por imbéciles y convencer a la opinión pública de que la culpa de la expansión del coronavirus es de los irresponsables -de fuera de Moncloa-, el Ejecutivo hace uso sin especiales miramientos de la propaganda. La que transmitió en mitad de la pandemia que el virus estaba controlado; o la que sugirió a los periodistas científicos de cabecera que el patógeno perdía virulencia con el calor. O la que un domingo por la mañana filtró el ambicioso plan de nuestras autoridades sanitarias, consistente en construir gigantescas 'arcas de Noé' donde hacinar a los infectados. ¿Qué ha sido de las arcas de Noé? ¿Acaso hemos muerto ahogados?

Propaganda de guerra

Algún día se analizará la propaganda de estos meses como actualmente se hace con la cartelería de la Guerra Civil, pues quizá, en frío, cueste menos apreciar que una y otra son igual de obscenas. Una de las acciones más escandalosas de los últimos meses se registró el pasado lunes, cuando Pedro Sánchez convocó a las principales empresas del país para presionar al Partido Popular sobre la necesidad de apoyar los Presupuestos Generales del Estado.

Lo hizo en un acto en el que pronunció el típico discurso vacío de coach oportunista de YouTube. Porque lo importante no era el mensaje, sino la puesta en escena. Es decir, la fotografía de la primera fila, en la que aparecían los representantes de las -cada vez más pequeñas- grandes compañías del Ibex 35. Podrían haber dado ejemplo y haber enviado a un segundo espada, pero claro, con el reparto de los fondos europeos a la vuelta de la esquina y con lo mal que va el negocio, era mejor presentarse en perfecto estado de revista. Quien más, quien menos, ha caído en estos meses en el victimismo porque faltan ideas y sobra cercanía al poder en este patético capitalismo de amiguetes. Aquí se trata de poner la mano. Aquí nadie inventa Zoom, por ejemplo.

Quien más, quien menos, en el Ibex, ha caído en estos meses en el victimismo porque faltan ideas y sobra cercanía al poder en este patético capitalismo de amiguetes. Aquí se trata de poner la mano

Como ha ocurrido desde el pasado marzo de forma constante, esta maniobra propagandística volvió a ser todo un insulto a la inteligencia; y, como es costumbre, fue convenientemente aireada por una prensa aliada que cada vez tiene más efectivos entre sus filas y cada vez demuestra menos reparos para difundir las consignas de Moncloa sin cambiar ni una coma. Porque la pregunta que debería plantearse en cada redacción a la hora de analizar las acciones del Gobierno debería ser: “¿En qué medida van a ayudar a paliar la pandemia y sus consecuencias económicas?”. Desde luego, lo del pasado lunes en nada. Es decir, Sánchez y sus publicistas de cabecera volvieron a aplicar la 'levedad' a sus actos, como la prensa palmera.

Sobra decir que esto es una batalla a largo plazo y que el desafecto de los ciudadanos hacia los políticos aumentará irremediablemente si mantienen su penosa actitud de camuflar sus fallos con propaganda y echar la culpa de la situación al apuntador, a la oposición o a los juerguistas. Quizá el nivel crítico de la ciudadanía se encuentre a la altura del subsuelo, pero es que canta la vista que aquí no hay un plan; y que se improvisa de forma constante de forma temeraria. Como siempre, el paro, la ruina y la pobreza dictarán sentencia y arrojarán una mayor claridad sobre la falsedad de mensajes como el “salimos más fuertes”. 

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