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Opinión

Pedro Sánchez, un pianista, una gran mentira y un juez aguafiestas

James Rhodes

James Rhodes aterrizó de pie en los medios de comunicación. Lo hizo después de publicar un artículo en el que ensalzaba las cualidades de este país con el entusiasmo de un inglés deslumbrado por el sol, la playa, las tapas y la simpatía de las gentes de este lugar del mundo. Esto desató el fervor patriótico de unos cuantos. 'Oye, si lo dice uno de fuera, será que es verdad y no valoramos bien lo que tenemos'.

El problema es que la vida es una carrera de fondo que a algunos se les hace corta y a otros, demasiado larga. Con Rhodes pasó lo segundo y detrás de sus intervenciones públicas -generalmente, en redes sociales- se descubrió que el tipo era un tanto 'intenso' y que, además, alababa a Manuela Carmena y a Pedro Sánchez. Lo cual no tiene nada de malo, pero claro, fue algo que ofendió a una parte de quienes habían aplaudido su texto sobre España. Por eso pasó de ser considerado como un inglés simpático a un oportunista.

Sobra decir que, en su conocido articulo, Rhodes omitió algo que es muy común en estos lares, y es que las opiniones suelen convertirse motivo de destripe por la parte de las 'dos españas' que se sienta atacada por tales o cuales afirmaciones. Si además son poco fundamentadas y excesivamente buenistas, como la mayoría de las suyas, lo mejor es echarse a temblar.

El conocido pianista fue hace unos días elegido por Moncloa para interpretar el Himno de la alegría en el enésimo acto propagandístico presidido por Pedro Sánchez, que se ha celebrado este miércoles. En este caso, se ha organizado para hablar de la recuperación económica y para anunciar la creación de 800.000 empleos en los próximos años. Por cierto, lo mismo que hizo Felipe González en su día...antes de que se destruyeran 800.000.

Una película de ciencia ficción

A Rhodes, en realidad, le ha ocurrido como al Gobierno de Pedro Sánchez. Ambos quisieron transmitir frescura durante su presentación en sociedad, pero el paso del tiempo ha revelado sus carencias y su verdadero carácter. El acto de este miércoles es el perfecto ejemplo en este sentido, pues se ha convocado para intentar vender 'imagen'. Una imagen que está muy alejada de los hechos.

La escena podía haberla grabado Leni Riefenstahl: el músico de moda entre la izquierda millenial, interpretando una pieza musical que servía para ofrecer una falsa sensación sobre la salud del país -hubiera optado por el Requiem, de Mozart-, dentro de un acto propagandístico que servía para vender optimismo económico en un momento en el que el cuadro macroeconómico español se desmorona. Era una fiesta en un tanatorio. Una farsa tan evidente y almibarada que hubiera requerido del enorme despliegue con los que los totalitaristas aliñaban sus actos propagandísticos para resultar creíble.

Porque la realidad es que el país se encuentra a la cabeza de Europa en contagios durante la segunda ola de la covid, al igual que ocurrió en la primera. Entretanto, tiene a varios millones de habitantes encerrados en sus ciudades, lo que aumentará el agujero de su economía, que ya se encuentra a la zaga de la Eurozona.

El modelo de Estado tampoco ha funcionado, pues el enfrentamiento entre Administraciones ha restado eficiencia en la gestión de la crisis y ha revelado que la colmena autonómica no sirve para afrontar los problemas que requieren ser rápidos y resolutivos.

Deuda para los restos

Hace unas horas, la izquierda celebraba la aprobación del nuevo techo de gasto que, ayudas europeas aparte, provocará un incremento de la deuda muy preocupante. Si los estímulos para la economía que el plan de inversiones que se pondrá en marcha durante los próximos meses no funcionan, nuestros nietos vivirán peor que nuestros hijos; y el país rondará la miseria. Como todas las familias cuya economía pende actualmente de un ERTE y que ven la amenaza del paro al final del túnel.

Puede Pedro Sánchez vender optimismo y contratar a Rhodes para interpretar el Himno de la alegría o resucitar a los Tonetti para que hagan el número de 'la sardinera'. Pero, pese a las señales de humo que brotan de su hoguera propagandística hay un país que está destrozado, en el que sus habitantes sufren, temen o esperan el drama económico. Dijo Salvador Illa hace unos días que la situación general mejorará cuando, antes del final de año, comience a administrase una vacuna. Quédense con esas palabras, pues seguramente no se cumplirán. Como tantas otras predicciones, derivadas en engañabobos.

Puede Pedro Sánchez vender optimismo y contratar a Rhodes para interpretar el 'Himno de la alegría' o resucitar a los Tonetti para que hagan el número de 'la sardinera'. Pero, pese a las señales de humo que brotan de su hoguera propagandística hay un país que está destrozado.

Lo más curioso de todo es que mientras Pedro Sánchez pronunciaba su discurso rimbombante ante diversos diplomaticos y los palanganeros mediáticos de siempre, el juez García-Castellón solicitaba la imputación de Pablo Iglesias para investigar una presunta denuncia falsa en el 'caso Dina'.

Así es España, amigo Rhodes. Ni nada es tan agradable como parecía en los folletos de Thomas Cook; ni nada es, en realidad, lo que parece (ni tú...ni yo). Ni las intenciones son tan buenas, ni nada está encarrilado ni la izquierda a la que admiras tiene tantas buenas intenciones como crees.

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