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Opinión

Pedro Sánchez o la nada que nadie desenmascara

El exlíder socialista Pedro Sánchez en la sede del PSOE

Se viene encima la batalla final por el control del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Para mañana lunes, 17 de abril, está prevista la comunicación a los aspirantes del censo provisional de militantes con derecho a voto, así como el inicio de la presentación de candidaturas. Este mismo jueves dará comienzo la recogida de avales, que finalizará el 4 de mayo, y unos días después empezará una campaña de primarias que en realidad arrancó hace muchos meses pero que oficialmente lo hará el 9 de mayo y durará 12 días (hasta el 20 de mayo), proceso que culminará el domingo 21 con la elección de secretario general a una sola vuelta mediante sufragio individual, directo y secreto de militantes y afiliados. La tensión se palpa dentro y fuera del partido. El miedo a una victoria de Pedro Sánchez, que nadie descarta de entrada, mantiene en vilo tanto a la gestora como a esos barones depositarios de las esencias de un socialismo que ha gobernado España más tiempo que ningún otro partido.

En realidad es ese miedo, el pánico que provoca una posible explosión del PSOE, lo que subyace detrás de esas llamadas a la unidad que el pasado fin de semana pudieron escucharse en la sede de Ferraz ante el féretro de Carmen Chacón. La realidad es tan dura como algunos de sus dirigentes sospechan: Pedro Sánchez –el visitante indeseado en las exequias de la socialista catalana, el tipo al que casi todos miraban de reojo, la oveja negra sita extramuros de la familia socialista- ha dinamitado ya el PSOE, ha acabado ya con el PSOE, al menos con el PSOE que conocimos durante la Transición.

Sostiene una de las pocas cabezas que quedan en Ferraz que lo más llamativo de lo ocurrido en los últimos tiempos en el socialismo español ha sido el proceso de achicamiento, de jibarización consciente de todos, desde la gestora al último de los barones, que ha permitido “a un impostor como Sánchez, un indigente intelectual y político como él, especialista en perder elecciones y reducir a mínimos el espacio electoral del PSOE, crecer hasta agigantarse y presentarse como el campeón de esa izquierda dispuesta a denunciar la corrupción del PP y liderar la lucha contra la injusticia social como el mejor de los caudillos populistas”.

Pedro Sánchez ha dinamitado ya el PSOE, ha acabado ya con el PSOE, al menos con el PSOE que conocimos durante la Transición

Ha sido esa actitud reticente, de retreta, de miedo de quien estaba obligado a haber saltado al ruedo para desenmascararlo, la que ha permitido al buscavidas Sánchez, un parvenu que se afilió al PSOE como podría haberlo hecho a cualquier otro partido de derechas o de izquierdas, crecer de cero al infinito y plantarse hoy como esa gran amenaza capaz de romper en dos mitades el partido, lo que es tanto como decir acabar con el partido. Hay miedo en Ferraz y aledaños a lo que se avecina, miedo al empuje de un Sánchez que llena recintos no se sabe muy bien si con la ayuda de militantes emboscados de Podemos, como sospechan algunos, o por el resquemor provocado en la gente del común por la dureza de la crisis y la protesta contra unas élites instaladas desde hace décadas en la molicie del poder.

Impresiona, con todo, el tesón demostrado por quien, muerto en el famoso Comité Federal del 2 de octubre, se resistió a ser enterrado y, cual ave fénix, ha sido capaz de salir vivo de entre las cenizas del incendio que sigue consumiendo al partido fundado por Pablo Iglesias. Un buscavidas empeñado en una feroz lucha por la supervivencia. Él sabe que no puede volver a casa derrotado, esa casa donde manda ella, la mujer que parte el bacalao, la chica rubia que orgullosa se arrulla a su costado sobre la tarima de los grandes mítines, banderas al viento, PSOE forever, esa mujer todo carácter que se niega a vivir con un perdedor al que, con el dinero de su padre, el rico propietario de las saunas del escándalo, ha mantenido desde hace mucho tiempo en espera de ser recompensada con la conquista del Poder, esa mujer que le azuza, le sostiene, le anima, le mantiene.

Gente cabreada en las agrupaciones

“En las agrupaciones socialistas hay un 30% de gente frustrada o cabreada”, asegura un peso pesado del partido hoy en la retaguardia, “tipos convencidos de que la vida ha sido injusta con ellos, porque son mejores, más listos que los paniaguados que viven del aparato o copan las concejalías y que, por tanto, están con Pedro, porque, en el fondo, confían en que la revolución picapiedra pueda dar la vuelta a la tortilla y reconocer sus muchos méritos, y luego hay otro 10% de Izquierda Socialista que comulga con su radicalismo, de modo que si ese 40% se materializa en primarias el PSOE quedaría dividido en dos mitades más o menos simétricas, lo cual haría inevitable la ruptura. En una situación así, pocos dudan de que lo primero que hará Susana si gana el envite, aún por la mínima, será cepillarse a todo lo que huela a Pedro Sánchez. Una situación que podría terminar en los tribunales, en una disputa por ver quién se queda con la marca del auténtico, el genuino PSOE, ello por no entrar en lo que ocurriría si los perdedores llegaran a impugnar la pureza del proceso de primarias y levantaran la sospecha de un pucherazo: eso sí que sería una bomba capaz de romper el partido en mil pedazos”.

Pocos dudan de que lo primero que hará Susana si gana el envite, aún por la mínima, será cepillarse a todo lo que huela a Pedro Sánchez

“Llama la atención, por lo dicho, que nadie con mando en plaza haya intentado desmontarlo”, prosigue la fuente de Ferraz antes citada, “nadie que le haya desenmascarado, nadie que haya puesto en evidencia la falacia de esos planteamientos populistas. Otorgar dimensión ideológica a un tipo sin ideología es un completo disparate, un absurdo. ¿Qué ha ocurrido? Que al tratar de desestabilizarlo sobre bases ideológicas han conseguido reforzarlo, cuando este chico no es nada. Es lo que parece: pura fachada sin contenido. No es profesor de Economía ni sabe una palabra sobre la disciplina, y ahí está la nebulosa que rodea el episodio de su tesis doctoral y su aparente invisibilidad. Pero le han cogido miedo, sobre todo Susana, cuando simplemente estamos ante un oportunista que se apunta a un bombardeo; se apunta a todo aquello que crea que puede darle combustible para seguir en la carrera. Pactó con Ciudadanos y despreció a Podemos, pero luego quiso gobernar con Podemos al margen de Ciudadanos; se arrimó a Prisa y luego arremetió contra Prisa; se comprometió en privado con Felipe a abstenerse en segunda votación para dejar gobernar a Rajoy, y la hora de la verdad hizo lo contrario en sede parlamentaria. Y así podríamos seguir ad infinitum…”.

Un prodigio, porque de prodigioso hay que calificar el revival político de Sánchez, que solo se explica por la pobreza, la racanería del debate ideológico en el que se desenvuelve la vida de los partidos políticos españoles, en particular de los mayoritarios. Es la pobreza argumental de Susana Díaz, una mujer sin lecturas, sin discurso, sin poso teórico alguno. Ha sido la orfandad ideológica de Susana la que ha contribuido a dejar expedido el camino a ese tipo todo fachada dispuesto, eso sí, a recoger las nueces del vendaval de descontento que desde el estallido de la crisis económica sacude España. Ambos, en el fondo, son la misma cosa: Cáscaras vacías de contenido propulsadas por un irrefrenable afán de poder. El populismo de Sánchez y el populismo de Susana –una mujer rodeada por un entorno de una mediocridad asfixiante- al frente de un partido populista como es el PSOE andaluz, contrario a todo aquello que suene a regeneración. Lo resumía este mismo año Mario Jiménez, hombre de la máxima confianza de la señora Díaz, quejándose amargamente de que el viacrucis judicial de Chaves y Griñán estuviera perjudicando las posiciones de la lideresa: “Eso nos pasa por haber dado pábulo a las historias de la corrupción; si lo hubiéramos tapado todo, no nos hubiera pasado lo que nos ha pasado”.

La increíble mediocridad general

Es, también, la mediocridad que enseñorea los predios del vizcaíno Patxi López. No hay más cera que la que arde. Es la auténtica crisis del PSOE, como lo es del otro gran partido protagonista de la Transición: la increíble mediocridad general, la cobardía moral, la falta de agallas, la voluntad de plegarse el discurso buenista de lo políticamente correcto, el páramo cultural e ideológico en que ambos se desenvuelven. “Basta con mirar lo que ocurre en el grupo parlamentario socialista ahora mismo: Los partidarios de Susana son amplia mayoría; los de Pedro son pocos pero muy radicalizados, y los de López se dedican a mirar de reojo a los susanistas, como diciendo a ver quién nos coloca cuando se resuelva este quilombo…” ¿Cabría la posibilidad de que, derrotado, Sánchez estableciera contacto con Errejón para intentar confluir en un nuevo partido situado a la izquierda del PSOE? “En la izquierda española no cabe tanta gente”, remata la fuente. “Los errejonistas saben que éste es un impostor, un aventurero sin más urdimbre que su infinita vanidad, y no irían con él ni a recoger una herencia. Con Pedro solo puede coincidir gente como Pérez Tapias u Odón Elorza, versos sueltos dispuestos a matar con tal de seguir asomados a su pequeño pedestal”. Falta por ver lo que opina la militancia. Lo que resulte de la batalla por el control de PSOE, como lo que salga del envite planteado por el nacionalismo catalán, marcara no ya el devenir de la legislatura, que va de suyo, sino el futuro de este, a pesar de todo, gran país llamado España.

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