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Opinión

Estimados golpistas: váyanse a tomar por el ‘seny’

Rosa María Sardá en la manifestación convocada por SCC

“Muy señores míos: váyanse a freír espárragos. Queda a su eterna disposición, suyo affmo. Atentamente, su seguro servidor”. El chiste del gran Chumy Chúmez puede resumir el mensaje dirigido por Rosa María Sardà a los manifestantes congregados el pasado domingo en Barcelona para clamar contra el soberanismo golpista. Estaban todos menos Inés Arrimadas. ¿Por qué esa ausencia? A saber. Había representantes del PP, PSC, Ciudadanos y asociaciones varias en defensa del bilingüismo y la libertad.

Sardà, notable actriz, digna heredera del histrionismo escénico de la enorme Mary Santpere, envió un mensaje a dos bandas. Esto es, equidistante. Sacudió estopa a Puigdemont y a Rajoy. Por partes iguales. Es decir, al golpista y a quien defiende la Constitución. “Son el egocentrismo”, dijo, y acuñó una fase para el titular: “Que dejen de jugar los de aquí y los de allá por ver quién la tiene más larga”. Una imagen gráfica y expresiva,  una gracieta como de viejo teatro del Paralelo. El prófugo de Flandes y el presidente democrático de la Moncloa, en el mismo plano. Vaya por Dios. Socialismo catalán en estado puro. Jugar a la ‘puta y la ramoneta’, podría decirse.

Lo del ‘seny’, más que a cortesía, suena a temor reverencial, a espíritu acomplejado.  Andar reclamando ‘seny’ a estos tipos es como invitar al conde Drácula a que se apunte como donante de sangre"

Sardà, a quien no hay que negarle un ápice de valentía, porque no sólo devolvió en persona la Cruz de Sant Jordi con la que le obsequió la Generalitat, sino que se ha pronunciado abiertamente en contra de ‘la estafa antidemocrática del 1 de octubre”, salió este domingo a dar la cara. Cuidándose, eso sí, de que se la partieran. Era una manifestación convocada bajo un lema sorprendente: “Seny”, decía el rótulo de la pancarta. SCC reclama “seny” a los golpistas. Vaya ocurrencia. A los perseguidores de todos cuantos no piensan como ellos, a los usurpadores de la Constitución, a quienes amordazan a las fuerzas democráticas, a quienes hostigan a los partidos discrepantes, a quienes fusilan civilmente a los disidentes…”. Seny” es una palabra a la que se recurre cuando quizás no se quiere llamar a las cosas por su nombre.

Las banderitas blancas de la Cibeles

Es posible que Sardà entusiasmara a una parte de los miles de asistentes congregados en el corazón de Barcelona. Seguramente a aquellos que consideran a Miquel Iceta un valiente y un osado, un luchador por las libertades. Algo es algo. Pero recuerda a aquella manifestación que montaron en la Cibeles en Madrid, tiempo atrás, unos virtuosos del apaciguamiento armados de banderitas blancas y con la palabra ‘diálogo’ en la boca.

También Sardà reclamaba diálogo. A estas alturas. Desde 2012, las instituciones democráticas no han hecho otra cosa. El Rey ha viajado en estos tres años más de cincuenta veces a Cataluña con la mano tendida al acuerdo. Rajoy lo ha intentado en forma obsesiva, sin recibir más respuesta que la convocatoria de referéndums ilegales culminados en un pronunciamiento golpista. Hasta Soraya Sáenz de Santamaría montó un despachito en la delegación de Gobierno en Cataluña bajo el espíritu de la ‘operación diálogo’ con un resultado estremecedor.

También Sardà reclamaba diálogo. A estas alturas. Desde 2012, las instituciones democráticas no han hecho otra cosa. El Rey ha viajado en estos tres años más de cincuenta veces a Cataluña"

Manuel Valls, exprimer ministro francés, también orador en ese cónclave, dejó las cosas mucho más claras. “Querer cambiar las fronteras de Europa es guerra. Este nacionalismo es la guerra”. La Europa del siglo XX está plagada de ejemplos terribles. Y definió a la grey soberanista con dos palabras bien claras: “racistas y separatistas”. Item más: reveló que “se me cayeron las lágrimas cuando vi cómo silbaban al rey Felipe VI”. Ese es el resumen palmario del estado de la situación. Sardà no osó llegar tan lejos. Se quedó a mitad de camino. Muy pendiente de repartir equilibrados sopapos a Puigdemont y Rajoy.

“Queremos seny. Suya afectísima, su segura servidora”. Lo del ‘seny’, más que a cortesía, suena a temor reverencial, a espíritu acomplejado.  Andar reclamando ‘seny’ a estos tipos es como invitar al conde Drácula a que se apunte como donante de sangre. Lo tienen claro.

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