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Opinión

El día en que Esquerra envió a hacer puñetas a Puigdemont

Marta Rovira

En su Consell Nacional, Esquerra ha sacado el hacha de guerra. Marta Rovira, secretaria general del partido de Junqueras, ha finiquitado la entente cordiale entre ellos y Carles Puigdemont. Pintan bastos para el de Bruselas.

"No admitiremos acuerdos de despacho a medias"

Todos esperaban ese momento. Hartos de los desplantes de Puigdemont y su gente, en Esquerra exigían a gritos que la dirección del partido se plantase. Por orden directa del preso en Estremera, Oriol Junqueras, el máximo órgano del partido entre congresos, el Consell Nacional, ha dejado clara la postura de la formación. Una Marta Rovira bastante seria ha sentenciado el buen rollo entre independentistas. Le ha reclamado directamente al fugadísimo acuerdos sólidos y firmes, advirtiéndole seriamente que Esquerra no está en disposición de contemporizar y mucho menos de hacer seguidismo respecto a los acuerdos que no tengan ni transparencia ni rigor. En toda la boca, me decía uno de los miembros del Consell.

Mientras Rull va diciendo que el acuerdo está a punto de cerrarse – el día en el que uno del PDeCAT diga una sola verdad se pararán los relojes -, Rovira ha hecho público lo que todos sabían. El distanciamiento entre los antiguos socios de gobierno es insalvable. Los republicanos no quieren más gente en la cárcel ni más problemas con las leyes. Han aprendido que, o andan con ojo, o acabarán todos de compañeros de Junqueras. Por mucho que gallee en público Gabriel Rufián, la dirección de su partido va con pies de plomo en todo lo que se refiere a vulnerar ni una coma del ordenamiento jurídico vigente. Es justamente por eso que el informe de los letrados del Parlament acerca de si el tiempo estaba corriendo o no para la investidura de un President motivó divisiones entre ellos. Al final, adoptando una postura salomónica, dictaminaron que, hasta que el Tribunal Constitucional no admitiese a trámite el recurso planteado por el gobierno de Mariano Rajoy contra la investidura, no podían computarse los días que marca el reglamento para proceder a la elección presidencial. O, lo que es lo mismo, le pasan la pelota al alto tribunal como quien dice. Está claro: Aquí todos somos personas de orden, señor sargento de la Benemérita y mú buena gente. Es lo mismo que se ponía antes en las instancias al final de escrito, recuerden: “No obstante, V.E. resolverá”.

Junqueras tiene un as en la manga: un puñado de diputados de Puigdemont estaría dispuesto a apoyar con su voto a un candidato “legal”, sin causas pendientes con la justicia y que, por descontado, no fuese Puigdemont"

El President de la cámara catalana Roger Torrent, que ha dejado a los ex convergentes con el culo al aire, según palabras del propio Puigdemont a un colaborador suyo, habría recibido de boca del mismo Junqueras la orden de apretar al máximo al de Bruselas y a sus acólitos. Según nos informan, el dirigente encarcelado tiene un as en la manga: un puñado de diputados de Puigdemont estaría dispuesto a apoyar con su voto a un candidato “legal”, sin causas pendientes con la justicia y que, por descontado, no fuese Puigdemont. A eso se refería el ex President cuando le dijo a Comín vía mensajes telefónicos que los suyos lo habían abandonado.

No es casual que, mientras se celebraba el Consell de Esquerra, en Montserrat tuviese lugar uno de esos aquelarres separatistas que dan miedo por las caras y el tono de los asistentes, en favor de los presos políticos y en apoyo de Puigdemont. Organizada por diversas entidades, entre ellas las CUP, el tono de la misma no admitía réplica: o Puigdemont y la República o nada. Curiosos radicales estos cupaires, que pasan de querer convertir a la catedral de Barcelona en un centro para okupas o lanzar mensajes como que la única iglesia que ilumina es la que arde, a celebrar sus mítines en el epicentro del nacional catolicismo catalán más vetusto y carca. Este proceso independentista no deja de sorprendernos.

La inteligencia del Estado

Que sea Rovira la que diga que el Estado está aplicando el 155 con inteligencia y en silencio tiene su qué. La misma señora que hace cuatro días aseguraba que, desde ese mismo Estado, se había amenazado al Govern con muertos en las calles, ahora elogia a esa España a la que tachan de opresora y fascista. ¿Qué ha cambiado? Ella no, por supuesto, como tampoco lo ha hecho su partido. Lo que pasa es que Junqueras lleva cien días en la trena y no parece que su excarcelación esté próxima. Buena parte de culpa, sino toda, la tienen Puigdemont y sus declaraciones, así como las de Rull y Turull. Estos dos harían bien en recordar que están en libertad bajo fianza. Señores, hagan lo que su antigua compadre Carme Forcadell, que mantiene un perfil bajísimo de actividad política y un mutismo digno de Harpo Marx, y guarden la testosterona para otros menesteres más lúdico festivos. Porque cada vez que ustedes, Puigdemont o cualquier otro de los suyos habla, añade un eslabón más en la cadena de los encarcelados.

Todo esto porque, a fin de cuentas, aquí de lo que se está hablando es de seguir ordeñando la teta autonómica o lanzarse al vacío sin paracaídas. El mismo abogado de Junqueras reconocía, en un inusual lapsus impropio de un letrado, que, dijera lo que dijera, el juez no iba a poner en libertad a su defendido porque consideraba la independencia como algo ilegal. Claro que sí, guapi, a buenas horas mangas verdes. Y como estas gentes del proceso de las sonrisas se han caído del guindo a base de tener a su gente o encarcelada o procesada o en vías de ser ambas cosas, quieren evitar males mayores. El infantilismo practicado por los convergentes acerca de que el Estado acabaría por avenirse a negociar, es decir, al cambalache y el parcheo, ha sido pulverizado por la dura realidad.

En esto Esquerra va un paso por delante de los herederos pujolistas. Se han dado cuenta de qué va el percal y han cambiado el discurso, ojo, que no sus fines. Ahora dicen que la unilateralidad no es posible. ¡Como si antes lo hubiera sido! El aire modosito que han adoptado, lejos de los discursos inflamados de hace casi nada, no gusta entre los de Puigdemont, que viven instalados en una épica hecha a base de bufandas amarillas, sistemas telemáticos imposibles y resistencias numantinas. Todo desde Bruselas, claro, sin el menor riesgo ni para el fugado ni sus colaboradores.

En ERC han tenido que tragar sapos y culebras a lo largo de estas últimas semanas, viendo como el cobarde que los había dejado en la estacada se apropiaba de su causa"

Eso es lo que produce más resquemor en Esquerra. Han tenido que tragar sapos y culebras a lo largo de estas últimas semanas, viendo como el cobarde que los había dejado en la estacada se apropiaba de su causa. Es cierto que fueron Rovira, Junqueras y Esquerra quienes presionaron al del flequillo para que no convocase elecciones, lo que demuestra el carácter débil y acojonable del interfecto. Pero no es menos cierto que ahora están prisioneros de este héroe de guardarropía que los lleva a todos, incluido al país entero, por la calle de la amargura. De ahí que hayan dicho, nene, hasta aquí hemos llegado.

Con esas formas tan bonitas que empleamos los catalanes cuando queremos asesinar a alguien, Esquerra le ha dicho a Puigdemont que ya vale, que deje de marear la perdiz y que, si los suyos tienen a un candidato viable, sólido, legal y no una quimera fantasmagórica fugada de la justicia, pues que muy bien. Y que, si no es así, que no molesten más. Todo envuelto en frases laudatorias acerca de Puigdemont, la República, lo malo que es el 155 y lo que quieran, pero el mensaje está más clarinete que una diana floreada.

Lo de este Consell ha sentado en Bruselas como ustedes pueden imaginarse. Las voces que ha dado el chico se podían escuchar desde su Amer natal en Gerona. Curiosamente, ha repetido lo que el conseller de Esquerra me ha dicho: “¡Estos me han enviado a hacer puñetas!”. Qué clarividencia. ¿Tendrá poderes mentales? Dicen que en su entorno más íntimo las ciencias ocultas no son algo ajeno. A lo mejor, se saca de la manga un último intento: la investidura mediante el Tarot.

Aunque me parece a mí que en Esquerra no están mucho por el ocultismo, prefiriendo, como Santo Tomás, eso tan sensato de ver para creer.

Hacen bien.

Miquel Giménez

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