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Opinión

ERC impone su relato

El voto nulo de ERC en el Congreso en la elección de presidente del Congreso

Que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) va a usar cada resquicio de protagonismo para dejar en evidencia que España tiene muchos problemas, pero uno por encima de todos, el supuesto "conflicto político" con Cataluña, quedó claro este martes al filo de las 10.10 horas, apenas diez minutos después de comenzada la constitución del Congreso salido de las elecciones del 10 de noviembre. En concreto, cuando la secretaria primera de la mesa de edad, la joven republicana Marta Rosique (23 años), luciendo en la tribuna una camiseta con la leyenda 'Independencia' en letras bien grandes y coloridas con ikurriñas y esteladas, leyó sin venir a cuento los nombres de cuatro de los políticos presos por el 1-O antes de empezar a nombrar a los diputados electos.

Inmediatamente el presidente, el veterano socialista Agustín Zamarrón (73 años), viva imagen de Valle Inclán, reprendió su actitud por improcedente, pero a este cronista le produjo escalofríos pensar que la estabilidad del país está en manos de un grupo dispuesto a participar los días pares en la gestión del Estado y los impares, en la denuncia internacional -porque de eso se trataba la performance- contra la "represión" de ese mismo Estado.

La investidura de Pedro Sánchez no va a devolver la confianza y la estabilidad a una España que lleva años de parálisis institucional

Ya se pudo comprobar la pasada semana, en la reunión de la Diputación Permanente de la Cámara Baja, que ERC no está por la labor de facilitar la estabilidad; y de esto se trata, porque la investidura de Pedro Sánchez por sí sola no va a devolver la confianza y la estabilidad a una España que lleva años de parálisis institucional. Votaban sus señorías el decreto del Gobierno socialista contra la llamada república digital catalana y los independentistas, por supuesto, votaron 'no', mientras que Pablo Iglesias y los suyos se abstuvieron. Resultado: el decreto salió adelante con los votos de PP y Cs.

No hay mejor metáfora de lo que nos espera. Un sinfín de decisiones parlamentarias y reformas legislativas abiertas sine die con un PSOE en busca de esa geometría variable que le permita sobrevivir mes a mes, día a día, conforme avance la legislatura y el desgaste político sea evidente.

El día en que el paro bate marcas no vistas desde el inicio de la recesión, en 2013, los socios imprescindibles en la mayoría del PSOE se dedicaron a denunciar el "conflicto" de España con Cataluña

Ayer, horas antes de reunirse con la delegación socialista que encabeza Adriana Lastra, para negociar la investidura de Sánchez, Gabriel Rufián y los otros doce diputados no dudaron en sumar su voto nulo a los de Junts per Catalunya (7 por ausencia de un diputado), las CUP (2), BNG (1) y Bildu (5).

A pesar de que eso forma parte de las actuaciones habituales del independentismo catalán durante los últimos años, pero que el mismo día en que los datos del paro revelan la peor caída en noviembre desde 2013 ERC ponga el acento en lo suyo -la estelada, los presos, el procés-, en un intento nada disimulado de imponer ese relato al Gobierno socialista que salga de esas negociaciones, no augura nada bueno.

El aliento de Vox

Debería pensar Rufián que cualquier acuerdo para una salida en Cataluña es obvio que no contará con la firma de Vox, pero que es imprescindible la de Pablo Casado y los 89 diputados del PP. No es posible ni deseable reformar el Estatut sin ellos; no digamos cambiar la Constitución de 1978.

Y lo mismo que ERC siente el aliento en el cogote del huido Carles Puigdemont desde Bruselas y de Quim Torra desde el Palau de la Generalitat -además de los dos diputados de la CUP-, y ello les lleva a la sobreactuación para no quedar en Cataluña como unos botiflers (traidores), los populares van a tener los próximos años a Santiago Abascal y otras 51 'razones' justo al lado de sus escaños para que no cedan un milímetro en sus posiciones contrarias a cualquier cesión al nacionalismo.

En este sentido, las palabras de Casado a sus diputados y senadores sobre una eventual reforma de la Carta Magna pueden acabar resultando proféticas: "Si todo está en cuestión, todo es todo", incluidos el régimen foral vasco (1979) y el Estatuto catalán (2006). No mencionó a ninguno de los dos, pero se le entendió todo... Atentos.

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