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Opinión

Artur Mas los tiene cuadrados

El expresident de la Generalitat Artur Mas a su llegada al Tribunal Supremo.

Lo estaba escuchando en la emisora del Conde de Godó, RAC1, y no daba crédito. Artur Mas, el que nos metió a todos en este monumental lío, reconocía que “La declaración de independencia del 27 de octubre pasado fue un engaño”, añadiendo “Los que acudieron al Parlament y votaron a favor sabían que aquello no tenía recorrido alguno”. Hay que tenerlos cuadrados. Muy cuadrados.

“Si uno era sincero, lo ponían al pie de los caballos”

No creo que exista un caso similar en la Europa contemporánea. Que alguien que ha tenido importantes responsabilidades políticas salga y diga que todo lo que dijo, lo que promovió, lo que encabezó, no era más que un engaño es tan fuerte, tan cínico, tan increíble que es menester que esa persona haya sido President de la Generalitat y que los suyos no vean un palmo más allá de sus narices. Que, además, añada que, si mantuvo la impostura fue por miedo a ser señalado como traidor a la causa separatista, es de farsa esperpéntica.

Lo ha dicho el mismísimo Artur Mas, el astuto, el mesías que había de llevar a Cataluña a la Ítaca de la independencia, el delfín de Jordi Pujol, el que era Conseller de Economía cuando se pagaban las mordidas a Convergencia – presuntamente, dicen -, el que hizo rectificar a Pasqual Maragall en sede parlamentaria cuando este le soltó a la cara que su problema era el tres por ciento. El mismo Artur Mas que firmó solemnemente la convocatoria del primer butifarréndum, el que creyó siempre que el Estado, acojonadito ante tanta astucia y tanta inteligencia política, acabaría por avenirse a negociar un acuerdo miserable y oscuro por debajo de la mesa.

Pues bien, ese mismo Mas, ahora preocupado por si le embargan su domicilio debido a la multa impuesta por la justicia, el Mas que nos dejó como hereu suyo al fugado de Bruselas, nos dice ahora que todos sabían que le estaban contando al pueblo de Cataluña una pura y simple mentira. Además, da razones. En tono paternal, explicaba “Aquello no fue más que una declaración simbólica. La prueba es que, después de una declaración tan importante com es una declaración de independencia, el Govern no se reunió para tomar ninguna decisión. ¿Usted imagina que se proclama una República con toda la solemnidad y luego el Govern no se reúne para tomar decisiones? ¿Verdad que sería insólito y totalmente impropio? Pues es justamente lo que sucedió”. Y el tío se queda tan ancho después de soltar lo que en cualquier otro país sería la tumba política para quien se manifestase en tales términos.

El periodista le ha preguntado porque no dijo nada, a lo que Mas le ha respondido con una verdad escalofriante “Es que, si decía algo, me hubieran puesto a los pies de los caballos, tildándome de traidor. Me hubieran señalado con el dedo”. Se trataba de quedar bien con la bancada independentista, aunque en el envite se fuera a hacer puñetas la economía, el país, el Estado, la convivencia e incluso su propio partido. Lo verdaderamente importante era quedar bien. Ha insistido, y no pocas veces, por cierto, en que había dicho que aquello era un error, pero privadamente. Al igual que su ex socio Aznar, que hablaba catalán en la intimidad, Artur Mas se mostraba sincero, pero en petit comité. De puertas hacia afuera, eso sí, todo eran proclamas, desafíos, chulerías.

Eso sí, muy atento a lo que dicen sus otros compañeros de viaje, con un ojo puesto en ellos y otro en la justicia, no ha dudado en echarle las culpas a Carles Puigdemont. “El tiene las claves de todo lo que pasó”. Sin pestañear. Lo dicho, los tiene cuadrados.

“El PDeCAT es la columna vertebral de todo el proceso”

El paisaje para después de la batalla que nos ha dejado la capacidad para mentir, la cobardía de Mas y de los ex convergentes que no tuvieron el mínimo coraje para decirle a la gente que aquello era una pura maniobra de distracción, que el proceso independentista ocultaba recortes brutales o las sospechas de corrupción que ya planeaban de manera concreta en los juzgados, es perfectamente descriptible. Anna Gabriel fugada en Suiza, al igual que Puigdemont y parte de su Govern lo están en Bruselas; el ex vicepresidente Junqueras, el conseller de Interior y los dos líderes de las organizaciones separatistas ingresados en la cárcel; una porción de políticos en libertad bajo fianza; más de tres mil empresas que se han ido de Cataluña; los inversores que ya no vienen a esta tierra por temor a la inestabilidad política; el 155 aplicado, aunque de manera tibia; la autonomía sin gobierno ni President y lo que te rondaré morena; quien sabe si unas próximas elecciones a no tardar mucho y, lo peor, la sociedad catalana rota.

Esas son las consecuencias de su mentira, de su miedo, de su absoluta medianía como político. Lo ha intentado disculpar, pero ha sido peor el remedio que la enfermedad “En política hay ocasiones en las que un argumento se exagera para intentar quedar lo mejor posible ante la opinión pública. ¿Engaño o exageración? Puede llegar a ser engaño”.

Claro que era un engaño, un engaño tóxico que ha envenenado de tal forma a Cataluña que pasarán décadas antes de que pueda recuperar la normalidad en todos los órdenes. Decir ahora que la tesis de Mas era explotar el éxito del 1-O a nivel internacional, sin necesidad de proclamar independencia alguna, es una villanía, porque rápidamente asegura “Como hubo violencia policial el día del referéndum, entendía que teníamos más aliados aquella noche que cuando se proclamó la República, en lo que no nos apoyó nadie”. Sigue mintiendo. Es difícil perder el hábito de acomodar la realidad a las intenciones torticeras de alguien que, bien se ve, solo busca salvar sus insignes posaderas.

No hubo la violencia que ustedes han ido proclamando, ni mil heridos, ni señoras con dedos rotos agredidas sexualmente. Usted lo sabe, como sabe también que las amenazas de muertos en las calles por parte del Estado, que ha cacareado Marta Rovira en diversos mentideros del régimen, son también pura falsedad. Siguen instalados en algo peor que la mentira, porque lo que ustedes practican es la intoxicación, sin querer asumir responsabilidad alguna.

Venir ahora con esas, señor Mas, es indigno del cargo que usted ocupó. Si Tarradellas levantase la cabeza la volvería a bajar, indignado. Que ahora pretenda decirnos que se sabía que todo era teatro, y del malo, no hace más que confirmar la nula calidad humana de usted y de los que le han apoyado. Tantos alcaldes dándole un baño de masas cuando usted acudía al juzgado, tanto decir que no tenían que buscar a ningún responsable porque usted asumía toda la responsabilidad, para acabar con un “No, si yo ya lo decía, pero no me hicieron caso”.

Eso sí, le agradezco que manifieste con total claridad que su partido, la neoconvergencia constituida en el PDeCAT para intentar zafarse de las responsabilidades por la corrupción, sea la columna de todo este guirigay. Es cierto, sus correligionarios han demostrado la misma catadura moral que usted. No hay más que ver a la ex presidenta de la asociación de municipios para la independencia, Neus Lloveras, que ha pasado de llamar a España “estado franquista” a decirle al juez que ella, pobreta, se ocupaba solamente del ámbito municipal.

No ha sido usted el único que ha demostrado tenerlos cuadrados, pero sí es quien ha estado al frente de toda esta tropa de oportunistas, de vividores de la política, de irresponsables pirómanos que han incendiado un edificio que tantos años costó levantar. No nos venga ahora con que la manguera la tenía en sus manos, pero, qué lástima, no se la dejaron usar. No cuela. Ya no.

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