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Opinión

La semana grande de Albert Rivera: madera de presidente

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera

La de Albert Rivera está siendo una semana grande. Primero fue la proposición de ley para crear la Agencia de la Alta Inspección Educativa; después, la exigencia de equiparación salarial del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y Guardia Civil con las policías autonómicas, y, finalmente, la enmienda a la totalidad contra las leyes del concierto y del cupo vasco. Las iniciativas primera y tercera han sido derrotadas por el rodillo de una mayoría en la que han participado desde el PP hasta los independentistas, pasando por el PSOE de Pedro Sánchez. Pero, perdiendo, Ciudadanos y su líder han salido ganando. Entre la bruma de tanta desgracia como ha tenido este país con su clase política, empieza a emerger la fuerza de un partido, Ciudadanos, y de un líder, Rivera, con serias trazas de poder llegar un día a la Moncloa y meterle un chute de futuro al problemático presente de este país. Las encuestas así lo ratifican. 

El político catalán parece haber abandonado definitivamente la línea de ese centrismo blandiblú al que durante mucho tiempo nos ha tenido acostumbrados, hoy contigo y mañana con tu enemigo, hoy azul y mañana colorado, un día liberal y otro socialdemócrata… De repente, más o menos desde el estallido final de la crisis catalana, parece haber encontrado el rumbo correcto, de modo que el paquebote marcha ahora a toda máquina y con las ideas claras, en perfecta sintonía con esa mayoría silenciosa que ha despertado del letargo y, banderas a la calle, ha dicho basta. Es el tirón de Rivera lo que explica que el PP esté tratando de desgastar su figura, o que el ínclito Sánchez le dedicara ayer la ocurrencia de que “Ciudadanos es la media naranja del PP”. Perdido Podemos en el laberinto catalán, C’s parece hoy –con sus luces y sombras, que aún son unas cuantas- como la única alternativa creíble al poder menguante de los “partidos del turno” que han monopolizado la gobernación del país desde 1982 a esta parte.     

“Los socialistas, por boca de su portavoz en la materia, no solo votaron en contra sino que acusaron a C’s de oportunista”

El pasado octubre, la formación naranja propuso la creación de una Agencia Independiente de la Alta Inspección Educativa encargada de garantizar el “cumplimiento de la legalidad y, por consiguiente, de los derechos fundamentales implicados en la Educación, en particular los de padres y menores”, ello a tenor del artículo 27 de la Constitución. “Ha llegado el momento de garantizar los derechos y libertades en las aulas de todos y cada uno de los pueblos y ciudades de España", aseguró Rivera en la presentación de una iniciativa, que calificó de “importantísima para el futuro de España”. Este martes, el Congreso rechazó la proposición. Habría bastado con la abstención del PSOE para que saliera adelante, pero los socialistas, por boca de su portavoz en la materia, Martínez Seijoo, no solo votaron en contra sino que acusaron a C’s de “oportunista” por levantar “sospechas sobre todo el sistema educativo español por casos aislados”. Para el PSOE, lo ocurrido con el adoctrinamiento sistemático en las aulas por parte del nacionalismo en los últimos 40 años han sido “casos aislados”.

Esta misma semana, la formación de Rivera lanzó un ultimátum al Gobierno Rajoy exigiendo la equiparación salarial inmediata del CNP y Guardia civil con las policías autonómicas. Si el PP quiere el apoyo de C’s a los PGE para 2018, deberá destinar la correspondiente partida para hacerla posible. Línea roja. “Que no acabe la legislatura sin que un policía o un guardia civil cobre igual que un mosso o un ertzaina”, argumentó el lunes Rivera, una exigencia que se ha convertido en clamor popular tras la actuación de las fuerzas de seguridad en Cataluña con motivo del referéndum ilegal del 1-O. Y parece que el PP, mano de santo, se ha mostrado receptivo, hasta el punto de haber aceptado destinar 500 millones el próximo año, de una partida total que alcanzará los 1.500 millones.

Ciudadanos libres e iguales

Pero el verdadero aldabonazo de la semana lo protagonizó ayer C’s con su negativa a la actualización del concierto económico y el cupo vasco, asunto tabú, tema prohibido, antigualla histórica incluida por los redactores de la Constitución en la carta magna para contentar al nacionalismo vasco (con escaso éxito, visto lo visto) que hace añicos el principio constitucional del “libres e iguales ante la ley”. Rivera se ha atrevido con ese morlaco, asegurando que “el cuponazo no es un cálculo técnico sino un amaño político que no garantiza la solidaridad e igualdad de los españoles: un fraude al artículo 138 de la Constitución. Segunda comunidad española en renta per cápita, resulta que el País Vasco es “receptor neto de fondos, y está subvencionado en un 30% por el resto de españoles. El cuponazo es darle dinero a quien debería aportar”.

Como es fácil imaginar, el resto de grupos, vergüenzas al aire, se lanzaron ayer como hienas contra el líder de C’s. A Rivera le llamaron de todo menos bonito. Particularmente lamentable fue la intervención de un Cristóbal Montoro empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino: “No estamos hablando de ningún tipo de privilegio, de ningún tipo de discriminación o de moneda de cambio”. El Gobierno necesita los votos del PNV para aprobar los PGE de 2018 y eso es todo, señor mío, no hay más. ¿Qué significa esto? Que en lugar de plantear una reforma radical de la Ley Electoral para evitar de una vez por todas que los Gobiernos centrales tengan que depender de los partidos nacionalistas para gobernar, el PP, como antes hizo el PSOE, sigue erre que erre intentando conseguir esos apoyos a base de más y más dinero, de más y más transferencias. Es un camino suicida que ya sabemos adónde lleva: nos ha llevado al borde del precipicio de la ruptura de la unidad de España.

Pero se trata de gobernar, de seguir en el machito, y por el poder vendemos a nuestro padre, rompemos países –el nuestro, sin ir más lejos-, y matamos si es preciso. Contra esta basura moral, contra esta falta de patriotismo, los españoles se echaron a la calle los días 8 y 29 de Octubre en Barcelona y en toda España. Salieron para decir que ya está bien de tanta mugre, de tanta miseria, de tanta traición, para decir ¡basta! al mamoneo de décadas de populares y socialistas con los nacionalismos. De modo que muy bien, Albert, muy bien. Sigue por ese camino y atrévete con el hueso del Estado de las Autonomías, con la estructura territorial del Estado. Mantente firme: tienes a millones detrás, españoles confiados en que, un día no lejano y contigo al frente del Gobierno de la nación, podamos construir de verdad un país de ciudadanos libres e iguales, mandando al cubo de la basura toda esta hedionda herencia de la Transición.

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