Quantcast

Ciencia

“Vivimos rodeados de polvo extraterrestre”

En el año 2009 Jon Larsen estaba limpiando una mesa exterior en su casa a las afueras de Oslo cuando una partícula de polvo brillante suspendida en el aire captó su atención. Aquella pequeña mota parpadeaba con la luz del sol y tenía un aspecto metálico y angular, así que una idea cruzó por su cabeza: ¿y si lo que estaba viendo era una pequeña partícula de polvo cósmico de las muchas que entran en nuestra atmósfera? Desde entonces, este músico sueco y científico aficionado de 58 años comenzó una exhaustiva recogida de muestras en los tejados de Oslo y otras ciudades europeas en busca de estos “visitantes del espacio exterior”. A pesar de que algunos expertos habían determinado que encontrar estos restos en las ciudades era altamente improbable- debido a la contaminación industrial -, Larsen no se rindió y buscó ayuda para completar su investigación.

Nuestro planeta incorpora cada año unas 4.000 toneladas de material cósmico, unas 10 toneladas al día.

Ocho años después, sus esfuerzos han dado fruto en forma de un libro, "In Search of Stardust", en el que incluye 1.500 fotografías de micrometeoritos recogidos en carreteras, fábricas y tejados de más de 50 ciudades de todo el mundo. El trabajo ha contado con la participación de Matthew J. Genge y su equipo del Imperial College de Londres, quienes ayudaron a Larsen a analizar las muestras con microscopio electrónico y confirmar su origen espacial. El libro, en palabras del autor, es una “colección de prístinas esférulas cósmicas” que tiene una pata en el proyecto Stardust, donde se comparten online las fotografías y la historia de su investigación.

El principal valor del trabajo de Larsen es haber documentado la existencia de estos micrometeoritos en ciudades, donde se creía casi imposible su identificación. “Durante muchos años la gente se ha dedicado a recoger restos de las canaletas de los tejados y a pasar luego un imán creyendo que las partículas metálicas que quedaban enganchadas eran micrometeoritos”, explica a Next Jordi Llorca, profesor la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC) que investiga las partículas de polvo interplanetarias. “Lo que pasa es que lo que coges es casi todo residuos de la actividad humana, así que se creyó que eran imposibles de recuperar y por eso solo se buscaban en los casquetes polares”. Sin embargo, con el trabajo de Larsen se demuestra que estos pequeños fragmentos del espacio exterior están por todas partes. “Tu coche está cubierto de polvo cósmico”, asegura el astrónomo Donald E. Brownlee en The New York Times. “Inhalamos ese material. Lo ingerimos cada vez que comemos lechuga. Pero normalmente es increíblemente difícil de detectar”.

“Tu coche está cubierto de polvo cósmico. Inhalamos ese material. Lo ingerimos cada vez que comemos lechuga”

¿Y qué son estos pequeños fragmentos de material extraterrestre recopilados cuidadosamente por Larsen? “Cuando entra un objeto en la atmósfera terrestre, un trozo de asteroide o de cometa”, relata Llorca, “hay un rozamiento que hace que la superficie se vuelva incandescente, o sea, que se funda, y entonces al fundirse se van desprendiendo pequeños pedazos que son lo que después se van sedimentando a lo largo de los días y van llegando a la superficie de la Tierra”. Estos meteoroides entran a la atmósfera a una velocidad 50 veces superior a la de una bala y alcanzan temperaturas de hasta 2.000°C. Es cuando se enfrían cuando toman habitualmente la forma de esférula, aunque los hay de varios tipos y morfologías. Y su tamaño va desde 0,1 mm hasta 1 mm de diámetro.

Para conocer con certeza su origen exterior Matthew J. Genge y su equipo identificaron 500 de estos micrometeoritos recopilados por Larsen con microscopio electrónico a partir de su composición y su textura y publicaron su resultado hace unas semanas en la revista Geology. Los autores determinaron que todas tenían una composición mayoritariamente de silicio y estimaron que su caída es bastante reciente, probablemente de los últimos seis años. También examinaron la presencia de níquel, uno de los indicadores más interesantes para conocer el origen extraterrestre de un objeto. “Básicamente porque el la corteza de la Tierra no hay”, explica Llorca. “Durante su formación el níquel se fue hacia el núcleo, mientras que en los asteroides que son más pequeñitos este proceso no se dio y el níquel se mantiene en la proporción que tenía originariamente en el Sistema Solar”.

Polvo de cometas

Las esférulas halladas por Larsen no son, sin embargo, el material extraterrestre de mayor interés para los científicos. Además de los grandes meteoritos, recuerda Llorca, “hay otros micrometeoritos que no han sufrido ningún proceso de fusión y que en su mayoría provienen de cometas”. Cada vez que un cometa se acerca al Sol empieza a sublimar y a soltar material que queda libre y termina cayendo a nuestra atmósfera, como una lluvia constante y muy fina que algunos equipos han identificado en la propia estratosfera.

Una partícula de polvo interplanetario observada con microscopio electrónico

“Este polvo está por todas partes”, explica Llorca. “Es material muy pequeño, de apenas unas micras, y se va depositando después de permanecer unas cuantas semanas en la estratosfera. Y componen buena parte del material espacial que cada año la Tierra adquiere”. En concreto, se calcula que nuestro planeta incorpora cada año unas 4.000 toneladas de material cósmico, unas 10 toneladas al día. El análisis de este material sí aporta información sobre los cometas, mientras que las esférulas de Larsen, al haberse fundido y haber perdido su forma y textura original, pueden dar muchos menos datos.

“También estamos estudiando el papel de estas partículas como aerosoles en la formación de nubes y su papel en lluvias, nevadas o granizadas”, añade Llorca. Y el análisis de los isótopos nos ha permitido identificar una pequeña parte de estas partículas como verdadero polvo cósmico, es decir, procedente de fuera de nuestro Sistema Solar y con un origen de varios cientos de millones de años más antiguo. “Como cada estrella ha tenido una historia nuclear propia”, concluye el especialista, “podemos estar seguros de que ese grano proviene de una estrella concreta”.

Referencia: An urban collection of modern-day large micrometeorites: Evidence for variations in the extraterrestrial dust flux through the Quaternary (Geology) Más info: Project Stardust

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.