Quantcast

Ciencia

Prediabetes, ¿el gran negocio de un mal imaginario?

Prediabetes, ¿el gran negocio de una enfermedad imaginaria?

Millones de personas en todo el mundo viven pendientes de sus niveles de azúcar. No son diabéticos, pero sus niveles de glucosa en sangre han hecho que sus médicos les hayan puesto en situación de alerta y en algunos casos hasta se medican. Son prediabéticos, una condición que no existía hasta 2001 y que ahora empieza a ser puesta en duda por algunos expertos. En un reportaje de investigación publicado este jueves en la revista Science, el periodista Charles Piller denuncia que estamos ante una condición posiblemente imaginaria que cuesta millones de euros en campañas y tratamientos sin que las pruebas científicas los respalden. Y que muchos de los responsables de tomar estas decisiones están siendo financiados por la industria farmacéutica.

El término “prediabetes”, recuerda Piller, nació en el año 2011 en la Asociación Americana de Diabetes (ADA) por la necesidad de convencer a los médicos de que se tomaran más en serio los aumentos de los niveles de glucosa en sus pacientes y prevenir así la aparición de diabetes tipo 2. Y sonaba mucho más convincente que “glucemia alterada en ayunas”, término empleado hasta entonces. La idea se adoptó en un contexto de aumento de los casos de obesidad y diabetes en todo el mundo, que obligó a poner el foco en estas posibles señales tempranas. Pero lo que empezó siendo una política de prevención, explica Piller, se convirtió en una campaña masiva de medicalización sobre circunstancias que antes se consideraban normales y que no está demostrado que terminen convirtiéndose en diabetes.

La mayor parte de los pacientes calificados como prediabéticos nunca desarrollan diabetes

Una revisión de 103 estudios realizada en 2018 - dentro de la colaboración Cochrane- demostró que la mayor parte de los pacientes calificados como prediabéticos nunca desarrollan diabetes en los años posteriores y que la gente que sí lo hace está en el extremo más altos del rango establecido por la ADA. Y que hasta el 59% de los pacientes diagnosticados con prediabetes volvían a los niveles normales de glucosa entre 1 y 11 años después sin necesidad de ningún tratamiento. “Los médicos deberían tener cuidado a la hora de tratar la prediabetes porque no estamos seguros de si resultará en más beneficios que daños, especialmente cuando se hace a escala global”, aseguraban los autores de la revisión.

Portada de la revista Science de este jueves

Estos datos se contradicen con las decisiones que tomaron las autoridades sanitarias en Estados Unidos, con los Centros de Control de Enfermedades (CDC) a la cabeza, para ampliar los criterios de la prediabetes e incluir cada vez a más gente. Solo en Estados Unidos hay 84 millones de personas a las que se les ha aplicado el diagnóstico de prediabetes y en España se estima que ronda los 5 millones. Y todo a pesar de que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha rechazado incluirla como un factor de diagnóstico.

A los pacientes se les vende la idea de que están “corriendo hacia un precipicio”

Por otro lado, recalca reportero de Science, las personas a las que se les clasifica como pediabéticos afrontan costes no solo económicos, sino un estrés emocional añadido que les provoca ansiedad. El mero hecho de incluirles en la clasificación les plantea a los pacientes la idea de que están “corriendo hacia un precipicio”, al tiempo que se gastan millones de dólares en campañas para promover el ejercicio y conductas saludables que no están teniendo efecto. Hasta el punto de que uno de los promotores de aquella nueva denominación desde la ADA, el científico Richard Kahn, considera ahora que gastarse todo ese dinero en estos programas de prevención “tiene casi el mismo efecto que tirarlo al fuego”.

La mano de la industria

El reportaje de Piller señala uno de los aspectos más oscuros de todo este asunto y que podría estar relacionado con la deriva de organizaciones como la ADA, que pide ser cada vez más agresivos con los criterios de prediabetes y aplicar nuevos tratamientos. Según su investigación, muchos de los médicos que participaron en la publicación de las recomendaciones de la Asociación Americana de la Diabetes recibieron grandes sumas de dinero de la industria farmacéutica. Siete de los catorce expertos de la ADA obtuvieron entre 41.000 y 6,8 millones de dólares entre 2013 y 2017 de los fabricantes de medicamentos para la diabetes y de candidatos para tratar la prediabetes. Los pagos cubrieron consultas, viajes e investigaciones e incluyeron una media de 276.000 dólares en gastos personales. Y la propia ADA recibe entre 18 y 27 millones de dólares de inversiones de las farmacéuticas cada año, algo que el propio Colegio de Médicos de EE.UU. considera uno de los casos de conflictos de interés más extremos de la medicina.

La ADA recibe entre 18 y 27 millones de dólares de inversiones de las farmacéuticas cada año

Mientras el nivel de alerta sobre la prediabetes crecía - y se ampliaban los criterios para aumentar el número de personas que podrían estar considerados bajo esta nueva denominación - las farmacéuticas registraban hasta más de 100 ensayos clínicos en humanos de medicamentos, suplementos y dispositivos detectores para tratarlos. Aunque la FDA no ha aprobado ninguno de estos medicamentos de momento, desde 2007 comenzó a recomendar la administración de metmorfina como opción relativamente segura y barata para tratar a pacientes que además incluyeran otros factores de riesgo para desarrollar diabetes, como la obesidad. También, mientras tanto, se han vendido miles de dispositivos para monitorizar de forma constante el azúcar en sangre y se prevé que se vendan millones en los próximos años, en parte por la recomendación permanente de muchos expertos que lo plantean como la necesidad médica más importante de cara al futuro.

Una alarma innecesaria

En España, la secretaria de la Sociedad Española de Diabetes (SED), Noemí González Pérez de Villa, reconoce que la progresión de prediabetes a diabetes es muy variable entre individuos y que el estudio Cochrane indica que un porcentaje de hasta el 50% que no progresan en los años siguientes. “A priori no podemos conocer quién o no va a progresar a diabetes”, asegura. También recuerda que “prevenir la progresión a diabetes, con modificaciones en el estilo de vida y pérdidas moderadas de peso (5-10%) suponen más beneficio que cualquier fármaco, como la metformina”. Sin embargo, muchas sociedades científicas y médicos están recomendando su uso porque la metmorfina presenta “resultados aceptables en prevención de progresión a diabetes, con efectos secundarios escasos y un coste bajo” y porque conseguir que los pacientes cambien de hábitos de vida es “complicado y caro”, según la experta.

“Si sirve para que las personas tengan más cuidado con su régimen de vida, sería positivo”

El doctor Felipe Casanueva Freijo, jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico de Santiago, considera que el artículo de Science es interesante pero cree que puede alarmar innecesariamente. En especial, porque los sistemas europeos funcionan de manera muy diferente de los estadounidenses y están menos “monetizados”. "El nombre de prediabetes ha existido hace 20 años, desapareció y volvió a aparecer y describe a aquellas personas que tienen la glucosa que no es normal pero que tampoco es diabética”, explica. En su opinión, es parte del trabajo de los médicos poner nombre a determinadas situaciones y decidir si es una enfermedad o una situación de riesgo. “El debate ya surgió porque se consideró que el término prediabetes era un estigma”, asegura. “Ahora se ha recuperado y si sirve para que las personas tengan más cuidado con su cuerpo y su régimen de vida, sería positivo”, opina.

Sobre las acusaciones de conflicto de intereses con las farmacéuticas, la doctora González Pérez de Villa recuerda que “la colaboración de la industria farmacéutica con las Instituciones sanitarias es fundamental para poder realizar estudios a gran escala” y que “esta colaboración está muy regulada”. El doctor Casanueva también cree difícil se dé esa connivencia ya que los criterios de la ADA se fijan junto con los de la Asociación Europea para el Estudio de Diabetes (EASD), que se mueve en otro contexto.

Además, en España un médico cobra igual recete lo que recete y como mucho se receta metmorfina, que es barata y bastante inocua. “Se han hecho estudios y no son concluyentes, por eso nosotros no los tratamos”, asegura. “En España la política es conservadora, es decir, se tiende a no tratarlos, pero hay quien lo hace y como decisión médica tampoco me parece una aberración”. Básicamente porque además de diabetes, los niveles anómalos de glucosa pueden ser un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares. “Las personas a las que le ponemos la marca de prediabetes corren más riesgo de tener un ictus o un infarto de miocardio. Y no es una condena, es un riesgo del que hay que informar responsablemente, concluye, porque “tampoco podemos caer en que por no asustar no le digamos algo a las personas que les puede servir para que se cuiden”.

Referencia: Dubious Diagnosis," by C. Piller. (Science)

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.