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Ciencia

"Hola, corazones". Esta ilusión os romperá el cerebro

La ilusión de Munker te hace creer que los corazones sonde diferente color

La ilusión visual que tienes delante de los ojos es tan poderosa que tendrás que abrir tu editor de imágenes para comprobar lo que te estamos contando. A pesar de que parecen un grupo de corazones verdes y azules, en realidad el color de los corazones es exactamente el mismo en todos los casos y son las barras rosas y naranjas las que están provocando el efecto. Si tomas una de las barras aparentemente azules y las sitúas sobre la zona aparentemente verde verás que son iguales (el tono es R=0, G=255, B=150). [* Nota: si vas a hacer la prueba con Photoshop, coge la imagen original de aquí]

Pero no todo el mundo tiene un editor de imágenes a mano. Hagamos una cosa, quitemos todas las barras rosas y naranjas y veamos lo que pasa con los corazones:

Como puedes comprobar, el mismo color puede aparecer azul o verde en función de los tonos adyacentes. Para comprender mejor lo que está pasando veamos otra ilusión que funciona con el mismo principio y creada también por el profesor de percepción visual Akiyoshi Kitaoka, de la Universidad de Ritsumeikan, en Kioto (Japón):

De nuevo parece haber dos tipos de corazones claramente diferenciados, rosas y naranjas, pero otra vez es el cerebro el que te está jugando una mala pasada: en realidad los corazones son del mismo color (R=255, G=0, B=104). Si tomas la parte aparentemente rosa y la parte aparentemente naranja de los corazones y la juntas, verás que son el mismo color. Es la presencia del color adyacente (en este caso azul o rosa) la que provoca que cada vez interpretes la imagen de una manera. ¿No me crees? Quitemos otra vez las rayas que provocan el efecto:

Este efecto, conocido como ilusión de Munker, se produce como consecuencia de la actividad de las células receptoras de la retina, que se activan e inhiben no solo a partir del estímulo principal, sino de los estímulos de las células que tienen al lado. "El color que le asigna la percepción consciente a un punto en el espacio no depende únicamente de la longitud de onda de la luz en ese punto, sino de cómo son los puntos de alrededor", explica el neurocientífico Xurxo Mariño. "El sistema hace algo así como una interpolación".

La ilusión de Munker originaria se basa en la suma de tres elementos. Un color de fondo, una forma coloreada y una serie de barras que se sobreponen en la suma de los dos anteriores y cambian completamente nuestra percepción. En la imagen sobre estas líneas, las barras son de dos colores opuestos (azul-amarillo) que activan y desactivan las células ganglionares alternativamente. Al ponerlas junto al rosa, cada una desata una respuesta distinta y el color pasa a interpretarse como morado o naranja. "En principio se trata de una competición entre canales, por medio de inhibición lateral y otros tipos de inhibición doble oponente o push-pull", explica Luis Martínez Otero, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante.

Es importante recordar, apunta Mariño, que "el fenómeno comienza ya en la propia arquitectura de conexiones en la retina, en donde hay un montón de conexiones laterales". Es decir, que nuestro sistema de percepción visual - al que en condiciones normales esta interpolación le resulta útil - produce estas interpretaciones contrapuestas cuando un mismo estímulo se presenta junto a colores adyacentes diferentes. Esta es la base de muchas ilusiones ópticas y un elemento perfecto para comprender que el color es una recreación de nuestro cerebro a partir de lo que le llega del exterior. ¿No es asombroso, "corazones"?

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