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Ciencia

La guerra evolutiva con las orcas explica las muertes masivas de zifios

La guerra evolutiva con las orcas explica las muertes masivas de zifios

Las muertes masivas de zifios (Ziphius cavirostris) tras las maniobras militares y su aparición en las playas de todo el mundo han sido uno de los mayores misterios para los biólogos marinos. Las pruebas apuntan claramente a que el sónar de las embarcaciones les hacen entrar en pánico y emprender una huida que les termina provocando una embolia gaseosa por descompresión y hemorragias internas que causan la muerte, pero el motivo último por el que esta señal les provoca esta reacción seguía siendo una incógnita. Ahora, un equipo de investigadores encabezados por la española Natacha Aguilar acaba de completar el puzzle para resolver el misterio.

En un trabajo publicado este jueves en la revista Scientific Reports, Aguilar y sus colaboradores ofrecen los datos que han obtenido tras monitorizar la actividad de 26 zifios y los perfiles de buceo de estos animales en sus inmersiones. Como novedad, los autores pudieron colocar los sensores de posición, sonido y movimiento en dos animales de cada uno de los tres grupos que estudiaron, lo que les ofreció una información muy valiosa sobre el comportamiento colectivo. “Lo que vimos fue que tenían unos perfiles de buceo prácticamente iguales, buceaban uno encima del otro, con una sincronicidad absoluta, de un 99 %”, explica Aguilar a Vozpópuli. Los zifios deciden a grandes profundidades, de hasta 3.000 metros, para alimentarse y son capaces de permanecer allí hasta dos horas y media. Allí, en total oscuridad, utilizan su sistema de ecolocalización para encontrar a sus presas y después se reagrupan y ascienden muy lentamente, mucho más despacio que otros grandes buceadores como los calderones o los cachalotes.

A partir de los 700 metros de profundidad el ascenso lo hacen en completo silencio

“Lo que vimos es que a partir de los 700 metros de profundidad el ascenso lo hacen en completo silencio”, explica Aguilar. “Y en vez de subir recto, como los cachalotes, lo hacen en diagonal y en un ángulo muy poco inclinado, lo que les lleva a emerger alrededor de un kilómetro del punto desde el que dejaron de emitir”. La pregunta es: ¿por qué tienen los zifios este comportamiento tan extraño y por qué se quedan completamente callados antes de subir? La respuesta está unos metros más arriba, en la superficie, donde las orcas escuchan atentamente sus ecolocalizaciones para esperar a que suban y darles caza. “Lo que vimos es que con esta estrategia los zifios tienen un 90 por ciento más de posibilidades de no ser localizados por las orcas”, explica Aguilar. “Las orcas los están esperando arriba, igual que hacemos nosotros con los hidrófonos, pero aparecen en un círculo de un kilómetro de radio, que son varios kilómetros cuadrados de superficie, con lo que nos dan esquinazo total, igual que a las orcas”.

Al ascender en un ángulo poco inclinado y en silencio, los zifios evitan que las orcas puedan interceptarlos

Con estos resultados, los autores del estudio aventuran que esta carrera evolutiva entre los zifios y las orcas es la que lleva a los primeros a tener una reacción de huída desesperada cuando escuchan un sónar, al confundirlo con sus depredadores. Se trata de un efecto inesperado provocado por la acción humana. “Las carreras armamentísticos depredador-presa son importantísimas”, indica Aguilar. “Los conejos, por ejemplo, se quedan quietos porque las águilas tienen visión diferencial y solo les detectan si se mueven. Pero este mismo reflejo hace que les atropelle un coche en la carretera cuando se quedan inmóviles ante una amenaza”. Al tener un cuerpo notablemente más pequeño que otros grandes buceadores, los zifios han puesto su metabolismo al límite, de manera que cualquier variación brusca del perfil de buceo les puede provocar un colapso.

Un esquema con el perfil de buceo los zifios y la estrategia para evitar a las orcas

“Los zifios son como maestros de yoga”, bromea la investigadora. “Bajan la tasa cardiaca y tienen que ir despacio para no consumir mucho oxígeno y poder aguantar una hora bajo el agua y alimentarse de 20 o 30 presas pequeñas sin peligro de ser atacados”. Con estas limitaciones biológicas, no pueden enfrentarse a las orcas. Si los detectan están perdidos de manera que la mejor estrategia es que no les encuentren. “¿Y cómo te escondes en el océano? Pues bajando a las aguas profundas donde las orcas no te pueden cazar”, asegura Aguilar. Aunque estos depredadores son capaces de descender a 800 metros, a los mamíferos los cazan en superficie porque necesitan coordinarse y hacer un esfuerzo mayor que con presas pequeñas.

Si los detectan están perdidos de manera que la mejor estrategia es que no les encuentren

Toda esta carrera evolutiva ha tenido otras consecuencias, como el hecho de que los zifios bajen todos juntos a cazar a las profundidades, crías incluidas. Otros animales, como los calderones, se dividen y el grupo de las crías espera en superficie. Cuando los cazadores ascienden deben emitir vocalizaciones para reencontrarse con los suyos. Pero los zifios no pueden hacer esto porque las orcas los encontrarían, de manera que las crías tienen que bajar con ellos. “Esto contribuye a resolver un enigma morfológico”, indica Aguilar, “el de por qué las hembras de zifios tienen el mismo tamaño que los machos. La respuesta es que hembras más grandes pueden tener crías más grandes, y de hecho las crías de los zifios nacen con alrededor de la mitad del tamaño de un adulto, por lo que puede unirse al grupo y bucear más rápidamente. Tienen ‘supercrías’ para garantizar la supervivencia del grupo”.

Con todos estos nuevos datos, aseguran los autores del estudio, “se cierra el círculo” que explica los varamientos detectados en las últimas décadas durante las maniobras militares con sónar. A pesar de que ascendiendo despacio y en diagonal los zifios pierden un 30 por ciento del tiempo que podrían emplear comiendo, la estrategia les ha servido para evitar la amenaza permanente de las orcas. “Esto también explica que en cuanto oyen un sónar, incluso a mucha distancia, tengan estos comportamientos de escape tan radicales”, indican. “En experimentos en los que se expone a los zifios a sonidos grabados de orcas y de sónares se ha observado que en cuanto lo oyen se callan y abandonan el área, y tienen unos comportamientos radicales de estrés, que se explican porque si las orcas los encuentran les matan las crías del grupo, les ha costado tres o cuatro años”.

El metabolismo de los zifios está al límite, la alteración que produce el sónar les provoca la muerte

Hoy día, desde que en Canarias se decretó una moratoria que prohíbe las maniobras navales los varamientos de zifios han cesado, pero siguen ocurriendo en otros lugares del mundo, como lo que ocurrió el pasado verano en las costas de Escocia. “Después de estar una o dos horas y media bajo el agua, con un cuerpo tan pequeño, estás caminando en la cuerda floja, basta que tengas un comportamiento de estrés para que todos tus mecanismos se alteren y se rompa el equilibrio fisiológico”, explica la investigadora canaria. “Entra grasa al circuito sanguíneo y se producen hemorragias multiorgánicas, los zifios mueren en masa, a veces en aguas libres, y las corrientes los arrastran a las playas”.

Dos zifios en aguas de Canarias

Referencia: Fear of Killer Whales Drives Extreme Synchrony in Deep Diving Beaked Whales (Scientific Reports) DOI 10.1038/s41598-019-55911-3

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