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Ciencia

La ciencia en 2020, el año de la esperanza y las contradicciones

La ciencia en 2020, el año de la esperanza y las contradicciones

Hacer balance de la ciencia en el año 2020 es un ejercicio triste y complejo, porque fue un año lleno de caos y contradicciones, de momentos brillantes y de algunas sombras. Fue el año en que todos miraron a la ciencia en busca de respuestas y soluciones contra la pandemia de covid-19 y en el que se luchó como se pudo en un escenario que cambiaba cada pocas horas. Un año tan intenso que le caben otros diez “años” dentro:

1. El año de las contradicciones

2020 fue a la vez el año del “te lo dije” y del “no podía saberse”, del avance sin precedentes y de la confusión. El año en que la misma ciencia que llevaba décadas advirtiendo de la llegada de una pandemia no fue capaz de prever, en la mayoría de los casos, el impacto que iba a tener un nuevo patógeno como el SARS-CoV-2 en la población, pero también fue el año en el que quienes ignoran habitualmente a los científicos se dirigieron a ellos con prisa para pedir soluciones. Esta fue también la primera ocasión en el que la discusión que la ciencia mantiene habitualmente de puertas adentro se convirtió en pública, generando un mayor desconcierto entre los ciudadanos. Fue el año en que pasamos de decir que no hacían falta mascarillas a hacerlas obligatorias, el año en el que los propios científicos pasaron meses discutiendo sobre el significado de la palabra “aerosol” y la naturaleza de la transmisión aérea y en el que se produjo una combinación explosiva entre la certidumbre que requieren los titulares y la incertidumbre con la que se trabaja en investigación y la que generan las decisiones políticas.

2. El año de los “expertos"

2020 fue también el año en el que todo el mundo se sacó un curso rápido de epidemiología. El año en que los verdaderos expertos se mostraron cautos a la hora de opinar mientras que algunos especialistas en materias ajenas a la salud se consideraron a sí mismos voces autorizadas de la pandemia por haberse leído unos cuantos papers. Un año en el que el caos informativo llevó a una confusión constante de roles: periodistas que respondían como expertos, científicos que hacían de corresponsales y economistas que daban recomendaciones sanitarias con una plantilla de Excel. El año en que mucha gente, tal vez con la mejor de las voluntades, actuó de forma irresponsable.

Miles de científicos compartieron información en tiempo real sobre sus resultado

2020 fue también el año de los “Simones", los Faucis y los Drosten del mundo, de los responsables que tuvieron que dar la cara y actuar a veces como escudo de las decisiones políticas. En España fue el año del comité de expertos “anónimos”, el año en que los responsables de las decisiones no actuaron con la suficiente transparencia ni consiguieron organizar los datos de forma fluida después de meses de pandemia.

3. El año de la colaboración

En la parte positiva, y a pesar de la gran competencia entre países, 2020 pasará a la historia como el año de en el que se produjeron algunas de las mayores colaboraciones científicas de la historia, como el ensayo SOLIDARITY de la OMS para probar la eficacia de las terapias contra la covid. Miles de científicos compartieron información en tiempo real sobre sus resultados a través de distintos repositorios, sobre tratamientos, sobre vacunas y sobre los datos filogenéticos del coronavirus a lo largo de las diferentes oleadas de la pandemia. Todo este esfuerzo colectivo ha contribuido a mejorar los tratamientos en los hospitales y probablemente a evitar miles de muertes, aunque aún queda mucho camino por recorrer.

4. El año de los “preprints”

La movilización sin precedentes del mundo de la investigación para intentar frenar la pandemia tuvo un lado negativo: la sobreproducción científica y la publicación de trabajos de escasísima calidad. En solo nueves meses se han publicado más de 100.000 estudios sobre la covid, diez veces más que los que se han publicado nunca sobre enfermedades como el ébola. La emergencia de la situación hizo que los trabajos sin revisar (los denominados “preprints”) tuvieran un protagonismo que a menudo resultó perjudicial. Fue también el año en el que las autoridades políticas contribuyeron a la confusión, en el que un ministro francés advirtió del uso de ibuprofeno sin tener pruebas sólidas y en el que el presidente de EEUU defendió el tratamiento con hidroxicloroquina a capa y espada. Fue el año en que conocimos el lado más feo de las publicaciones: las revistas 'The Lancet' y ‘NEJM' tuvieron que retractar dos estudios que presentaron bases de datos falsas y fue el año en el que grandes empresas farmacéuticas subieron en bolsa a golpe de nota de prensa, el año en el que durante semanas se publicaron grandes titulares sobre las bondades de tratamientos como el Remdesivir, que luego se probaron inútiles y fueron desaconsejados por la OMS.

Para algunos, 2020 fue también el año de las grandes conspiraciones

5. El año de los conspiranoicos

Gracias a la situación de caos y las contradicciones, 2020 fue el año en el que mentes como las de Miguel Bosé entraron en ebullición, el año en que vimos multitudes quemando torres de telefonía porque estaban convencidos de que la pandemia era activada por la red de 5G y el presidente de una “universidad española” (sic) advirtió contra las “fuerzas del mal”, Bill Gates y la implantación de un “chís” para controlar nuestra voluntad. El año en que los mercachifles del misterio se quisieron poner el disfraz de periodista que les venía grande y el año en que echamos en falta haber levantado diques de contención más altos contra el tsunami irracional.

"En 2020 echamos en falta haber levantado diques de contención más altos contra el tsunami irracional"

6. El año de la zoonosis

Aunque aún no tenemos una idea precisa de cómo saltó el SARS-CoV-2 a la especie humana, parece claro que nuestra relación tóxica con la naturaleza, con la existencia de miles de mercados donde se venden y consumen especies sin el menor control sanitario, está en el origen de esta situación. Por primera vez, el foco se ha puesto en la llamada “zoonosis”, que tiene una extensión en el problema que están suponiendo algunos negocios como las granjas de visones, que el virus puede “utilizar” como reservorios, y del peligro de que se extienda entre las especies silvestres y regrese más tarde a nosotros con nuevas características. También fue el año en que nos hicimos conscientes de que esto pasará cada vez con mayor frecuencia y con patógenos que pueden ser una amenaza incluso mayor.

"Millones de seres humanos pudieron apreciar cómo es una ciudad sin coches ni personas"

7. El año que se paró el mundo

Durante los meses de marzo y abril de 2020 el coronavirus SARS-CoV-2 se extendió por todo el planeta, desde Nueva Zelanda hasta Islandia y durante varias semanas provocó una situación de confinamiento que paralizó la actividad humana. Un matemático ha calculado recientemente que si reuniéramos todos los virus que han provocado esta situación, no llenarían ni media cucharilla. Pero han llevado a la humanidad a una situación como nadie recordaba. Como consecuencia del parón mundial, millones de seres humanos pudieron apreciar cómo es una ciudad sin coches ni personas, descubrieron nuevos sonidos y se asomaron por primera vez a un nuevo tipo de relación con el mundo natural. Algunos especialistas creen que puede ser el aperitivo de lo que viviremos en los próximos años cuando se agudice la crisis climática mundial.

2020 fue también el año de las videoconferencias

8. El año del ‘Zoom’

2020 fue el año de las teleconferencias, del teletrabajo y de las tecnologías que permiten la compraventa y la interacción en remoto, hasta el punto de que muchos aspectos de la economía pueden haber cambiado para siempre. La situación llevó a buscar todo tipo de soluciones originales, algunas de ellas de lo más excéntrico. En 2020 vimos a sacerdotes disparando agua bendita a sus feligreses con pistolas de agua, a padres e hijos dándose abrazos de plástico, estadios con público de cartón piedra, conciertos para plantas y vuelos a ninguna parte. Si quiere profundizar en los aspectos más insólitos de la pandemia, este hilo es para usted.

2020 fue el año en que aprendimos que esto de la pandemia “va por barrios”

9. El año de la desigualdad

2020 fue el año en que aprendimos que esto de la pandemia “va por barrios”, que la movilidad de las personas con peor situación socioeconómica es muy diferente y su riesgo de contagio mucho mayor y que dejar desamparadas a las personas con menos recursos, como los inmigrantes, los temporeros o los trabajadores de la industria cárnica, tienen un efecto bumerán. También fue el año que aprendimos que necesitamos a las ciencias sociales para luchar contra el virus y no solo a las biomédicas. En el mundo científico, la desigualdad tuvo un claro reflejo en el retroceso de los estudios realizados por mujeres, ya que sobre ellas siguen recayendo los cuidados familiares. 2020 fue también el año del miedo y la soledad de los más vulnerables, el año en que nos olvidamos de los derechos de los niños y sobre todo, en el que dejamos abandonados a nuestros mayores en las residencias, con consecuencias terribles que serán difíciles de olvidar.

10. El año de la esperanza y las vacunas

El año 2020 se cerró con imágenes emocionantes de personas recibiendo las primeras vacunas aprobadas en distintos lugares del mundo, de enfermeros que hacen la cuenta atrás al poner la inyección y de camiones cargados de viales que reciben aplausos por la calle, como en los tiempos de la carrera espacial. El esfuerzo colectivo para tener las primeras vacunas cuanto antes es quizá el hecho más reseñable y diferente del año científico, nuestra “llegada a la Luna”, aunque el verdadero alcance de esta odisea científica lo veremos en 2021, cuando comprobaremos si se cumplen las expectativas y hasta qué punto podemos frenar la pandemia mediante la inmunización colectiva. Y a pesar de tantas muertes y tanto sufrimiento, si la tecnología que ha permitido desarrollar en tiempo récord las primeras vacunas de microARN tiene éxito, podemos estar ante el inicio de una verdadera revolución.

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