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Ciencia

Nuestras plagas son su comida

Las larvas del picudo de la palmera son una fuente de proteínas en Camerún

Una mujer camina lentamente por una zona pantanosa de la cuenca del río Congo, en Camerún, apartando las ramas de las raphias que inundan el ecosistema. Lleva varios días en la semioscuridad con el agua hasta las rodillas, expuesta a accidentes y mordeduras de serpiente para recolectar un preciado manjar: la larva del picudo de la palmera. Presta atención a las señales visuales como hojas amarilleadas o un decaimiento de la planta. Cuando cree haber encontrado un ejemplar infestado huele el tronco y las hojas del mismo, y acerca su cabeza a algún hueco para tratar de escuchar las vibraciones que las larvas producen al alimentarse del tejido vivo. Si el ejemplar resulta elegido, el machete hará el resto. La explotación, comercio y consumo de larvas del picudo de la palmera suponen una importante fuente de ingresos en ciertas áreas de Camerún, donde gran parte de la población depende de ellas en cierta medida como alimento, fuente de ingresos o de medicamentos, especialmente en el rural.

El comercio de larvas del picudo de la palmera supone una importante fuente de ingresos en ciertas áreas de Camerún

La larva del Rhynchophorus phoenicis, un primo africano del picudo rojo que está asolando la población de palmera canaria en la península ibérica, tiene un dulce sabor graso, según los autores del artículo Exploitation, trade and farming  of palm weevil grubs in Cameroon, Muafor, Gnetegha, Le Gall y Levang. Además son extremadamente ricas en nutrientes esenciales, constituyendo uno de los insectos comestibles más destacados. Contienen proteínas, carbohidratos y grasas comparables a los que pueden tener la carne o el pescado y son una excelente fuente de aminoácidos y minerales como sodio, magnesio, calcio o hierro.

En contraposición a la metodología de nuestra protagonista, conocida como sistema tradicional, viene desarrollándose el sistema semi-intensivo: los recolectores seleccionan ejemplares adecuados de palmera sana, que derriban, realizando una incisión en el tronco para facilitar la infestación, cuyos resultados recogerán tiempo más tarde. Aunque es difícil valorar el impacto de estos métodos, a juicio de los autores del trabajo claramente se está realizando un gran daño en las poblaciones de palmeras así como en otras especies dependientes de las mismas, al acelerar la destrucción que el picudo provoca en el ecosistema. Precisamente esa erosión del medio ha llevado a diversas instituciones del país a colaborar, estudiando los sistemas de recolección y comercio de larvas ya existentes y buscando métodos que permitan asegurarse cara a futuro una actividad desarrollada en siete de las diez regiones de Camerún y cuyo producto es incluso exportado a países limítrofes.

Una granja del picudo de la palmera supondría multiplicar por ocho la producción

Los autores propugnan un sistema intensivo, basado en encerrar en cajas un número limitado de adultos, que son alimentados con hojas de palmera fresca hasta la recolección de las larvas, sólo unas semanas más tarde. El método supone, en resumidas cuentas, una mayor producción, eliminando la estacionalidad del sistema tradicional, reduciendo los riesgos para los recolectores y respetando de forma absoluta el ecosistema. La creación de una granja del picudo de la palmera supone multiplicar por ocho la producción del sistema tradicional, y por cinco la del semi-intensivo. No parece desde luego una locura crear explotaciones en regiones de gran tradición entomofágica como Obout, donde según los autores el precio de las larvas se ha triplicado desde finales de los noventa.

Referencia: Exploitation, trade and farming  of palm weevil grubs in Cameroon (Working paper) Center for International Forestry Research (CIFOR)

*  Jorge Barrecheguren, es archivero e historiador y promotor del proyecto Palmera

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