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Ciencia

“Yo sé cómo apagar la consciencia, pero no cómo funciona”

“Yo sé cómo apagar la consciencia, pero no cómo funciona”

Bajo el aspecto de un sencillo profesor de Universidad, el doctor Emery Brown bien podría ser uno de esos personajes de Neil Gaiman en ‘American Gods’, un dios Morfeo encarnado en un cuerpo mortal cuyos ojos diminutos conocen los secretos más profundos del sueño y la consciencia. A sus 62 años, este neurocientífico, estadístico y anestesiólogo es el mayor experto del mundo sobre los cambios que se producen en la señal cerebral durante la anestesia e imparte clases en el Hospital General de Massachussets y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

En los últimos años encabeza una batalla para conseguir que los anestesiólogos del mundo motoricen la actividad cerebral de los pacientes mediante encefalograma (EEG) durante las operaciones. Hacerlo supondría administrar menos dosis y evitar efectos secundarios. Brown está en España invitado por la cátedra de Neurociencia-UAM de la Fundación Tatiana. Charlamos con él en un despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), rodeados de cráneos y archivadores.

La gente confunde anestesia y sueño, ¿por qué están equivocados?

Son totalmente distintos. El sueño es un proceso fisiológico donde hay una alternancia entre dos estados, el sueño REM y el no-REM, cada 90 minutos más o menos. Se alternan las ondas lentas de descanso y una fase en la que hay una parte activa. Eso lo podemos ver en los patrones del encefalograma y las respuestas fisiológicas del cuerpo. Y eso no tiene nada que ver con la anestesia. Si te doy un anestésico no hay cambios, te mantengo en ese estado por el tiempo que necesito para la operación. Pero le decimos a los pacientes que les vamos a “dormir”, porque si le decimos que le vamos a poner en un “coma reversible” saldrían corriendo.

¿Durante la anestesia las neuronas se sincronizan como si hieran la ola?

Sí, y según el anestésico que usas consigues un patrón u otro.

¿Pero sabemos por qué sucede o es un misterio?

No es ningún misterio. Los anestésicos van produciendo oscilaciones que impiden la comunicación entre las distintas partes del cerebro, eso se ve claramente. Al imponer inhibición en distintas partes estás encontrando los “modos” del sistema. Es como el famoso puente de Tacoma Narrows, que empezó a oscilar con el viento. El viento había encontrado el “modo” de ese puente. Analizando la estructura de esas oscilaciones vemos que está desconectando las partes del cerebro, en otros casos el mismo anestésico puede ir sincronizando dos partes demasiado, y al estar ambas partes del cerebro hipersincronizadas, como pasa con la epilepsia, se produce la pérdida de consciencia.

“Si les dijéramos a los pacientes que le vamos a poner en un “coma reversible” saldrían corriendo”

¿En qué se diferenciarían el estado consciente, el sueño y la anestesia?

En la consciencia tú tienes el control total de cómo se comunican las distintas partes del cerebro, hay oscilaciones, y en la anestesia son los fármacos los que controlan el estado del cerebro. Yo voy dirigiendo, en unas partes estoy interrumpiendo la comunicación y en otras estoy provocando hipersincronía. En el sueño, en cambio, las partes permanecen conectadas. Y la amplitud de las oscilaciones en el sueño es inferior a la que se ve bajo anestesia.

¿Se parece esta desconexión entre áreas que produce la anestesia a la que producen las drogas psicodélicas?

Sí, por supuesto. Un buen ejemplo es la ketamina. Este anestésico produce alucinaciones. Yo lo he visto en el quirófano, un hombre que me dijo al despertar “he tenido todo un viaje, fue como LSD, como el Magical Mistery Tour”. Estaba teniendo alucinaciones. En este caso, las partes están conectadas pero pierdes el control de las interneuronas, lo que quiere decir que la neuronas excitadoras están haciendo lo que les da la gana, dicen “ey, vamos a conectarnos”, y pierdes el control. Esta neuronas con como routers y si pierdes el control de ellas asocian ideas que no se corresponden en el tiempo y en el espacio.

“Yo he visto despertar a un paciente y que me diga: he tenido todo un viaje, fue como el Magical Mistery Tour”

¿Es posible inducir estos estados sin sustancias químicas, con palabras, por ejemplo?

Es totalmente posible. Yo tengo un colega en Boston que está estudiando la hipnosis como técnica complementaria para ir con la anestesia. También a una anestesista cardiaca que mira a los ojos a sus pacientes y les dice: ‘cuéntame una historia de tu vida y voy a ayudarte a enfocarte en eso durante todo el tiempo de la anestesia’. Y lo hace durante toda la operación, da el propofol, para solo 20 minutos, y los pacientes se despiertan diciendo ‘guau, ha sido increíble, estaba otra vez allí y a la vez me acordaba de cosas que se me habían olvidado’. Ella les va haciendo enfocarse en un recuerdo y van recuperando partes que habían olvidado.

Yo he tomado propofol solo una vez y al despertar tuve la sensación de felicidad más grande de mi vida, ¿a qué se debe?

A veces la gente confunde eso con haber dormido, pero no es eso. El propofol produce la liberación de dopamina. Entonces se produce la sensación de euforia y los pacientes dicen que quieren repetir y que les des la receta para tomarlo en casa. Pero es un ‘high’, no es un sueño de verdad.

Con el propofol los pacientes dicen que quieren repetir y que les des la receta para tomarlo en casa

Usted propone que durante las operaciones el paciente sea sometido a electroencefalografía (EEG), ¿cuántos hospitales lo están haciendo?

Según nuestra experiencia alrededor del 20 o 25% de los anestesistas lo están usando. Y esta cifra no ha cambiado mucho por varias razones, una de ellas es que hay resistencia, sobre todo por la gente de mi edad, que lleva años haciéndolo de una manera y no quiere cambiar. Les explicamos que podemos controlarlo bien, según la edad, al dosis, y puedes leer claramente el patrón. Yo tengo estudiantes de 16 y 17 años que vienen a trabajar en el verano al laboratorio y lo primero que les hago es un examen sobre los patrones cerebrales. Después, cuando vamos al quirófano, delante del EEG saben decir la edad de la persona, la dosis que le hemos puesto y el anestésico. Es facilísimo. Yo esperaría que un anestesista entendiera la neurofisiología de cómo se producen esas oscilaciones. Y tenemos una página web donde esa enseñanza es gratis.

¿Y cuál es la ventaja?

La principal es que puedes poner menos anestesia y puedes saber en tiempo real de la cantidad que ese paciente necesita para mantener una anestesia adecuada.

“Si monitorizáramos la actividad cerebral podríamos poner mucha menos anestesia”

Se evitan los despertares intraoperatorios. ¿Cómo de frecuentes son?

Se produce una en cada 10.000 o 20.000 cirugías. Francamente, ese problema está ya resuelto, pero con EEG puedes ver exactamente dónde está esa persona. Hace poco tuve una paciente que estaba en muy buena forma, iba a donar un riñón para un paciente. Le pusimos propofol y se seguía moviendo. Como era joven fuimos dándole más. Y cambiaba, pero no mucho. Después vimos que el suero estaba desconectado, el propofol estaba en el suelo. Fueron diez minutos, pero no notó nada. Pero yo puedo ver en la gráfica cuándo estaba medio despierta y cuándo volvió a la anestesia.

Cuenta usted que el Ritalin que toman algunos pacientes con trastorno de déficit de atención (TDAH) interfiere con la anestesia…

Los anestesistas pediatras lo que piden es que si el paciente está tomando ritalina deje la dosis para ese día, porque es un estimulante, va despertando el cerebro. Y si no lo sabes, vas subiendo la dosis y te asustas. Sobre todo si es un niño de 10 años y le tienes que subir tanto. Luego la madre te dice que está tomando Ritalin, y le explicas que debería habértelo dicho antes.

¿Hay gente a la que es más fácil anestesiar y gente más difícil?

Sí, claro que se ve esa variabilidad. Por ejemplo, igual que el niño que había tomado Ritolin, hay gente que es así, es más difícil inducirles la inconsciencia. Y al contrario, si tienes a un borracho necesitas muy poco, porque el cerebro ya está anestesiado con alcohol.

“Si tienes a un borracho necesitas muy poco, porque el cerebro ya está anestesiado con alcohol”

¿Sacar a la gente de la anestesia es tan difícil como inducirla?

No, ahí tenemos menos control. No es que esté menos entendido, sino que es una situación que no podemos controlar. Lo que hacemos ahora mismo es cortar los anestésicos y esperamos, no puedo hacer nada.

¿No se administra ninguna sustancia para despertar?

Nosotros sí, estamos estudiando la ritalina para eso, estamos probando eso en un ensayo clínico. Y fisiológicamente tiene mucho sentido, porque es un estimulante. Nuestra hipótesis es que es lo que se podría dar a los pacientes para disminuir el delirio y la disfunción que se produce después de la anestesia.

“Con la anestesia del futuro tendré tu dolor controlado y seguiremos conversando”

¿Estudiar cómo se apaga la consciencia le ha ayudado a entender cómo funciona?

Creo que quizá es más bien al contrario. La consciencia es un tema más complicado, yo estoy estudiando la inconsciencia inducida por fármacos. [Señalando su teléfono móvil] Esto es un aparato complicado, pero yo sé que si quito la pila deja de funcionar y si se la pongo vuelve a funcionar. Tenemos un control preciso, pero no sé cómo funciona por dentro. Con la anestesia, yo sé cómo los anestésicos quitan la consciencia, pero no sé cómo se forma, esa es la analogía.

¿Cómo imagina la anestesia en los quirófanos dentro de 50 años?

Yo lo veo muy claro. Mi concepto es lo que yo llamo “el estado de anestesia perfecto”, que tú eres mi paciente, estamos hablando así, yo te pongo un estado de anestesia, te despierto, volvemos a la misma conversación y además tengo el dolor de tu cuerpo completamente controlado. Lo que haremos es poner anestesia local en esa región para controlar el dolor y a lo mejor no tengo que inducir la inconsciencia.

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