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Ciencia

Los kits de ADN se han convertido en un coladero de errores diagnósticos

Los kits de ADN se han convertido en un coladero de errores diagnósticos

La doctora Anneke Lucassen, genetista clínica de la Universidad de Southampton, recibió hace unos meses a una paciente a la que le habían programado una cirugía para extirparle los pechos y los ovarios porque un test genético había mostrado la presencia de una mutación en el gen BRCA, que produce los casos más letales de este tipo de cáncer. Por suerte, un examen de verificación realizado en servicio público de salud británico (NHS) indicó que el test genético había dado un falso positivo. “Creo que esto es solo la punta del iceberg”, asegura la médico en el diario The Guardian, donde ella y otros especialistas denuncian que los tests genéticos de venta al consumidor están provocando decenas de situaciones de riesgo como estas.

La principal fuente de confusión sobre situaciones de salud proviene de los resultados que los usuarios consiguen de forma particular a través de estos kits de análisis genético sobre mutaciones en genes que se han hecho especialmente famosas, como BRCA1 y BRCA2, por los que la actriz Angelina Jolie decidió hace unos años extirparse las mamas y los ovarios. En un análisis publicado hace unos días, varios expertos advierten de que en la mayoría de los casos estos tests ofrecen resultados erróneos a los consumidores y provocan situaciones de confusión y angustia. Aunque las compañías de análisis de ADN ancestral más conocidas, como 23andMe y AncestryDNA, no ofrecen resultados específicos sobre estos genes, los usuarios pueden descargar sus datos genéticos y encargar un nuevo análisis para conocer sus datos de salud a terceras compañías como Promethease y LiveWello, que ofrecen este servicio por apenas 25 euros.

“Hay pacientes que me vienen con un test comercial y reportan como alteraciones patogénicas cosas que no lo son”

Aunque en España el uso de estos tests todavía no está tan extendido como en Reino Unido y Estados Unidos, el problema empieza a ser también una realidad. “Yo he tenido varios casos como les que se cuentan en The Guardian, pacientes que me vienen con un test comercial hecho en el extranjero, o incluso aquí en España, que reportan como alteraciones patogénicas cosas que no lo son”, explica a Next David Olmos, jefe de la Unidad de Investigación Clínica de Cáncer de Próstata del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Recientemente, el doctor Olmos recibió a un paciente que se había hecho un test de BRCA2 en un centro privado y llegaba “angustiado porque le habían detectado una mutación patogénica BRCA2”. Tras realizar un test de verificación, como hacen siempre, descubrieron que en realidad se trataba de un falso positivo.

"Hicimos el test y vimos que esa variante no existía, era un fallo de secuenciación”, explica Olmos. “Este es un ejemplo de los dos fallos que más se producen: el primero es que habían determinado una variante patogénica con un número de lecturas muy escasas. Y el segundo problema es que le habían dicho que era patogénico cuando era a lo sumo de resultado incierto. Y se lo habían dado como patogénico porque un predictor informático decía que daba lugar a un cambio de aminoácido que podría quizá alterar la función, pero la realidad es que no hay prueba, no hay fundamento, y que el paciente no tenía mutación patogénica”.

“Imagina una mujer joven que decide quitarse pechos y ovarios por algo que en realidad no es patogénico”

Por este motivo Olmos recomienda hacer siempre una conformación independiente antes de tomar cualquier decisión terapéutica, ya que podríamos estar poniendo en riesgo a personas que están sanas. “El problema es sobre todo cuando tenemos implicaciones para un individuo sano”, insiste el especialista. “Aparte del impacto psicológico que puede producir esto en una familia, sobre todo en mujeres y hombres jóvenes, que pueden llegar a tomar decisiones drásticas. Imagina una mujer joven que decide quitarse pechos y ovarios por algo que en realidad no es patogénico”, apunta. En el caso británico, los médicos están especialmente alarmados tras la revisión que muestra que solo en un 17% de los casos los tests comerciales de ADN detectaron correctamente las mutaciones patogénicas de BRCA y lo que es peor: en más de la mitad de los casos, de una base de datos con 50.000 individuos, se dieron falsos negativos y no se identificó una mutación verdaderamente dañina.

“Los resultados son sorprendentemente malos”, asegura Caroline Wright, investigadora de la Universidad de Exester que ha liderado el análisis. “Son tan malos que deberían reconsiderar compartir los datos. Pueden ser perjudiciales para los individuos si descubren esa información completamente errónea”. Las compañías consultadas por The Guardian se escudan en que no ofrecen diagnósticos tal cual y que no es su responsabilidad lo que los usuarios hagan con la información aportada, pero entre los expertos empieza a haber voces que piden que se prohíban o regulen este tipo de kits de análisis genéticos comerciales. “Manténganse lejos, no los usen”, pide Jan Cobben, especialista en genética del hospital de Northwick Park, en Londres. “No deberías hacer ningún test médico sin ninguna razón concreta. Es un principio medico básico”.

“No deberías hacer ningún test médico sin ninguna razón concreta. Es un principio medico básico”

Otro problema es que este tipo de informes no solo engañan al usuario, sino que muchos médicos no están preparados para interpretar esta información. “Puede que un médico no esté tan familiarizado con esta situación y que le llegue alguien con un informe”, explica el doctor Olmos. “En mi caso, el paciente lo había derivado un compañero porque en el informe decía que era una mutación patogénica. No todos los profesionales son capaces de discernir y verificar, y él no iba a dudar de quien está reportando esto y firmando ese informe, que venía de un laboratorio de un hospital privado”. Para Olmos, una parte del problema viene del cambio que se ha producido en medicina en los últimos años respecto al acceso a la información. Igual que hay pacientes bien informados hay otros que no saben usar los datos que consiguen por diversas vías. “En este terreno hay decisiones que cuestan, y que no son ni blanco ni negro, pero cada vez vemos más que la gente quiere tomar una decisión y va a a la medicina demandar un servicio, como el que llega a urgencias y exige que le hagan un TAC. Pero esto no es como el que va a la tienda y compra lo que quiere”.

“Cada vez más la gente acude a la medicina a demandar un servicio, como quien va a una tienda”

En genética, aunque hay mutaciones que se han estudiado muy bien desde hace años, a veces hay resultados que no son claros y no se sabe qué consecuencias. Puede tener el cambio en una región del genoma que no se ha explorado. Puede que sea inocua o que altere de alguna manera la expresión de un proteína. En ese escenario, Olmos y su equipo son conservadores y clasifican estos casos como “variantes de significado incierto” que se estudian en el laboratorio, a menudo durante meses, para conocer su verdadera naturaleza.

“La información que recibe la gente en su casa es interpretable, no es absolutamente cierta o absolutamente incierta” asegura Olmos. “Y algunas medidas como la mastectomía no garantizan al 100% la ausencia de cáncer, sino que te van a reducir el riesgo, y hay que evaluar las consecuencias sobre la salud. Si una mujer decide quitarse los ovarios debe saber que va a tener consecuencias de osteoporosis, problemas cardiológicos, etc. Todo eso hay que balancearlo en las decisiones”. “Es muy difícil impedir que la gente acceda a estos tests genéticos, porque son libres de usarlos”, concluye. “Mi recomendación es que hay que estar preparado para que cuando vengan estos pacientes el médico valore y asesore a este individuo, y sobre todo verificar siempre el resultado”.

Referencias: Very rare pathogenic genetic variants detected by SNP-chips are usually false positives: implications for direct-to-consumer genetic testing (Biorxiv) | Senior doctors call for crackdown on home genetic testing kits (The Guardian)

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