La firme apuesta de Donald Trump por fortalecer su industria interna choca muy directamente contra los intereses de las automovilísticas extranjeras, y no sólo de los fabricantes chinos -principal foco de sus amenazas-, sino también de las grandes marcas europeas con mucho en juego en EE.UU.
Y la principal de ellas viene de la mano de los temidos aranceles, un argumento al que Trump recurre con mucha frecuencia para salvaguardar una industria interna automovilística que se ha visto amenazada no sólo por los fabricantes europeos sino sobre todo en los últimos tiempos por la avalancha de marcas chinas. Una decisión que no tardará en tomar y que afectaría en gran medida a ambas potencias.
Trump se escuda en una balanza muy desequilibrada entre exportaciones e importaciones, pues los datos de 2022 según un informe de Acea, la patronal europea de fabricantes, señala que los fabricantes de automóviles europeos exportaron casi 740.000 vehículos a EEUU -algo más del 10% de ellos eléctricos-, por un importe de algo más de 37.000 millones de euros. Y. sin embargo, Europa apenas compró cerca de 272.000 coches producidos en EE.UU por un valor inferior a los 9.000 millones en ese mismo periodo.
Ya lo dijo Trump en plena campaña en referencia a Europa, “esa unión de países que nos venden millones de coches, pero que no compran los nuestros”. Una afrenta para Trump que no dudó en señalar que tendrán que pagar un precio muy alto planteando aplicar una tasa de hasta el 100% a todos los vehículos importados.
En el caso de España, desde que Ford Amlusaffes dejara de producir el año pasado la furgoneta Connect, ya no se exportan vehículos a EE.UU, aunque Cupra, la jóven marca de Seat, sí lleva tiempo dando vueltas a entrar en el mercado norteamericano, pero se podría ver seriamente afectada por el hecho de que su más nuevo modelo, además eléctrico, el Tavascan, se produce en China.
Una medida, la de aplicar aranceles, que afectaría especialmente a Alemania, ya que produce más de la mitad de los coches que se exportan desde la Unión Europea a Estado Unidos. Una decisión si se llega a tomar que junto a los problemas internos especialmente de Volkswagen y Audi con los recortes y cierres de fábricas que han planteado ha llevado a la patronal de los fabricantes germanos a pedir a Bruselas mayores esfuerzos y colaborar con Trump para mantener y ampliar la colaboración con aquel país.
"Guerra" al coche eléctrico
Una de las medidas que podría adoptar Bruselas sería una menor presión sobre los fabricantes en cuanto a los severos objetivos de emisiones de CO2 de los próximos años con el límite de 2035 con la prohibición de vender coches de combustión. Porque después de una década de continuo crecimiento en el desarrollo del coche eléctrico y millonarias inversiones de los fabricantes para su implantación, la demanda ha sufrido un parón notable en 2024 en toda Europa.
Y la posible salida de estos modelos se da de bruces con la política de Trump acerca del coche eléctrico a pesar de Tesla y de Elon Musk, pues ya advirtió meses atrás que pondría fin al fuerte apoyo que sí tuvo durante el mandato de Joe Biden y que volvería a apostar por los coches americanos de combustión que tan famosa y poderosa hicieron a la industria. Y es que Trump podría llegar a eliminar las ayudas a la compra de coches eléctricos que pueden llegar a los 7.500 dólares.
Nunca lo ha ocultado, y el nuevo presidente quiere un país mejor, más alto, y más fuerte, y todo lo que llega de fuera prefiere darle la espalda. De hecho, cuando se supo que Trump volvería a la presidencia, las acciones en bolsa de las grandes marcas alemanas como BMW, Porsche o Mercedes-Benz sufrieron bajadas notables, y por el contrario las estadounidenses como Ford y General Motors subieron. Incluso las de Stellantis, propietaria de marcas como Chrysler y Jeep, subieron tímidamente.
Y para evitar la posible aplicación de aranceles, una de las opciones que manejan las automovilísticas europeas en potenciar sus fábricas en suelo americano. Porque una de las promesas de Trump para este nuevo mandato fue la de rebajar impuestos, costes energéticos y trámites burocráticos a cualquier empresa automovilística extranjera que decidiera aumentar su producción en Estados Unidos.
Un futuro el de la industria europea del automóvil muy incierto que ha hecho tomar cartas a la Comisión Europea, que iniciará la próxima semana un "diálogo estratégico" con la industria de la automoción para "salvaguardar el futuro de un sector vital para la prosperidad europea, al tiempo que avanza en sus objetivos climáticos y sociales", tal como anunció ayer mismo el Ejecutivo comunitario.
"La Comisión reconoce la necesidad urgente de actuar para proteger la industria automotriz europea y garantizar su futuro dentro de la Unión Europea", indicó el Ejecutivo europeo en un comunicado, en el que precisó que será la propia presidenta de la institución, Ursula von der Leyen, quien pilote esos intercambios con la industria.
Von der Leyen se reunirá periódicamente y a partir del 30 de enero con los fabricantes, proveedores, agentes sociales y otras partes interesadas. "El 'diálogo estratégico' busca involucrar a los actores de la industria, socios sociales y partes interesadas para comprender los desafíos, desarrollar soluciones y tomar medidas concretas de manera colaborativa", señaló el Ejecutivo.
MataNarcisos
21/01/2025 09:23
Que no se preocupe Donald de los cochecitos europeos, porque tiene el mejor aliado que pudiese imaginar para sus intereses, y el peor enemigo para los fabricantes europeos de automóviles...¿no saben de quien hago referencia?....... PUES EL PROPIO PARLAMENTO EUROPEO, o sea los mismos EUROPEOS, son el principal enemigo de los fabricantes europeos de coches. Trump, anda muy despistado en este tema. Que no se preocupe, que con el tiempo, Europa cerrará todas las fábricas de coches, es lo que se podría denominar.... AUTODESTRUCCIÓN ECOLO-GILIPUERTAS