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Mémesis

¿Por qué deberías dejar de usar papel higiénico y toallitas húmedas?

Collage de rollos de papel de váter

¿Te has parado alguna vez a pensar cuán limpios quedan nuestros anos después de utilizar papel higiénico para su limpieza? Pues sí, efectivamente: el papel higiénico no cumple con su cometido y "millones de personas caminan con anos sucios mientras piensan que están limpios", tal y como afirmó la escritora británica Rose George en una entrevista concedida en la sección Tonic de Vice el pasado año.

La autora de "The big necessity: The unmentionable world of human waste and why it matter" (Metropolitan/Portobello 2008) se ha convertido en los últimos años en una firme defensora de la necesidad que tenemos todos los seres humanos de disponer de un baño para evitar enfermedades tan banales para los occidentales como una diarrea más cuando 4 de cada 10 personas no tienen instalaciones sanitarias o sistemas de eliminación de desechos en nuestro planeta.

Pero volvamos a nuestro cómodo retrete o, como eufemísticamente llama buena parte de la normativa en España: inodoro. Tal y como reconoce Rose George en dicha entrevista:

El papel higiénico mueve la mierda, pero no lo elimina. No te bañarías con una toalla o manopla seca; ¿por qué crees que el papel higiénico seco te limpia?

Lo cierto es que lo no le falta razón y no cabría profundizar mucho más al respecto para entender el procedimiento que la gran mayoría empleamos en esta acción tan cotidiana y su escasa eficacia pero dado que siempre hay quien tiene sus dudas haremos referencia a una entrevista que el rapero Will.i.am concedió a la revista Elle en el año 2011. 

En dicha dicha entrevista el miembro de los The Black Eyed Peas se reconocía como firme defensor de las toallitas húmedas y justificaba sus gustos higiénicos en el siguiente ejemplo práctico: "consigue un poco de chocolate, pásalo por un suelo de madera y luego trata de limpiarlo con unas toallas secas. Vas a tener chocolate en todas las grietas y limpiarlo solo lo conseguirás con toallitas para bebés."

¿Son las toallitas húmedas la solución?

Sentimos decir que no, tanto en términos medioambientales como por el impacto que generan en las redes internas y externas de saneamiento de nuestros edificios y viviendas ante el uso indiscriminado que actualmente venimos haciendo de este producto higiénico, según reconoce la Asociación Española de Aguas y Saneamiento (AEAS):

La magnitud del #MonstruoCloacas -como los profesionales del sector denominan a los atascos provocados por toallas húmedas- es tal que administraciones públicas, empresas responsables de la gestión de aguas y otras vinculadas al sector del saneamiento lleven años dando la voz de alarma ante este problema que está costando a los europeos más de 1.000 millones de euros anuales según la EurEau, asociación que representa a las empresas de tratamiento de aguas en Europa.

Preguntando a profesionales del sector, el gerente de Desatranques Jaén, Jesús Sonera, nos indicaba que el principal problema que se encuentran con las toallitas es que "se van acumulando una encima de otras y se hacen una especie de madejas que ya no pueden salir por las tuberías dado que no se disuelven como algunas marcas prometen y entonces hay que abrir la arqueta y sacarlas de forma manual".

Hagamos por tanto la prueba...

El problema no solo se agrava en cuanto a molestias y costes que suponen en nuestras propias viviendas sino también en que finalmente muchas de estas toallitas acaban en nuestros ríos, mares o colapsando sistemas mecánicos de depuración.

Así que parece que el uso de las toallitas húmedas no es la solución a nuestro problema de higiene personal.  ¿Entonces qué hacemos?

Demos una segunda oportunidad a nuestros bidés

Nuestra tradición en cuanto a la higiene personal tiene claras influencias de otros países europeos, especialmente Francia, y conserva como exponente de ésta uno de los elementos más infravalorados de nuestros baños: el bidé.

Un elemento que aún estando presente en muchos hogares españoles es poco utilizado o está siendo retirado ante su infrautilización o por temas de diseño.

Sin embargo existen países en los que su uso es más bien poco conocido incluso rechazado, de ahí que la escritora Rose George hiciese especial hincapié en el estado de los anos americanos.

Las alternativas que hoy por hoy se ofrecen al clásico bidé son variadas e incluso integradas en un elemento imprescindible en cualquier baño como es el retrete.  Existen grifos adaptables a cualquier inodoro para poder limpiarnos con agua o los sofisticados 'washlet' japoneses que aún no han tenido demasiada buena acogida en nuestro país.

El uso de agua para la limpieza posterior a la defecación tiene múltiples beneficios, no solo por el hecho de dejar la zona completamente limpia si no también por el no uso de papel higiénico al evitar la fricción que éste produce.

Expertos médicos indican que el uso regular del bidé o de cualquiera de sus variantes puede prevenir las hemorroides en aquellas personas que son propensas a ellas además de que ayudan a evitar infecciones al eliminar bacterias en la zona del tracto urinario.  

Si a esto añadimos los aspectos medioambientales ya comentados y lo refrescante de la experiencia, no nos queda más remedio que convertirnos en férreos defensores de la vuelta del bidé -y su uso- a nuestros hogares.

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