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Palacios flotantes: los yates de los 'uber-ricos'

Del último gran boom inmobiliario surge en el panorama náutico el promotor inmobiliario Francisco Hernando, también conocido como Paco el Pocero. Hasta 2010, cuando la crisis inmobiliaria le obliga a vender su megayate de lujo, podía presumir de surcar las aguas con la casa de lujo flotante más grande con bandera española. El Clarena II, capricho que le costó 60 millones de euros al Pocero, contaba con 72 metros de eslora, helipuerto propio y una terraza principal con más de 100 metros cuadrados. Solo llenar su depósito podía costarle la friolera cantidad de 260.000 euros. Era frecuente ver a bordo a su gran amigo Ortega Cano.

Fernández Tapias estaba designado a encabezar la lista de los propietarios con los yates más grandes de este país. El empresario encargó a finales de 2007 la construcción del Núfer II a la Factoría Naval de Marín. Un impresionante barco valorado en más de 30 millones de euros, con 60 metros de eslora y una capacidad para 12 pasajeros y 19 tripulantes. Tras varios problemas en su construcción, entre otros los más de dos años de retraso, e imaginamos que también afectado por la crisis económica, Fernández Tapias ha decidido finalmente no quedarse con el barco.

Tumberry compite con el Fortuna

Es posible que a estas alturas Fernández Tapias esté arrepentido de haber vendido el Núfer I, ahora bautizado como Tumberry, a Juan Carlos Rodríguez Cebrián, sobrino político de Amancio Ortega. Con sus 46 metros de eslora, más cuatro que fueron añadidos después, y con el Fortuna en dique seco, pasa a ser el megayate más grande en activo. Un impresionante barco con cuatro camarotes con baños, dos suites, cocina, comedor, sala de juegos, lavandería, varias estancias para la tripulación, y diferentes terrazas por donde han pasado, entre otros, Isabel Preysler y Miguel Boyer, Cari Lapique, Carmen Martínez Bordiú, la familia Aznar y el actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, buen amigo del empresario.

Poco se sabe del futuro del Fortuna, ni tampoco parecen estar muy claros los motivos por los que la Familia Real decide renunciar a su uso. Lo que sí parece estar en entredicho es la razón principal por la que la Fundación Turismo y Cultura de las Islas Baleares obsequia a la Familia Real con tal capricho. Recordemos que en el año 2000 unos 30 empresarios mallorquines, con Gabriel Escarrer y Pedro Serra como impulsores, y el gobierno balear, deciden regalarle al rey una embarcación que costó 18 millones de euros, de 41 metros de eslora y capaz de alcanzar los 100 km/h, para que la Familia Real promocionase el turismo en la isla.

Lejos está ya esa buena imagen que transmitía años atrás la Familia Real y, conscientes de ello, de las pocas veces que se les puede ver por la isla, y del coste que supone mantener el Fortuna han decidido desprenderse de un regalo que en su día fue de lo más polémico. Las últimas imágenes que hay del Fortuna en alta mar son del verano de 2011, cuando la princesa Leticia lucía bikini fotografiando sin parar al Príncipe y a sus hijas, mientras los duques de Palma se bañaban ajenos a lo que estaba por llegar.

Albatros, Mata Mua, Fortuny, y otros

En el ranking de megayates está con 46 metros de eslora el Albatros, propiedad del marqués de Villar Mir, presidente de OHL y consejero del Santander. Antes se llamaba Clarena I y era propiedad de Paco el Pocero. Un barco que en su día le costó al promotor 36 millones de euros y que lo podría haber vendido a Villar Mir por poco más de 20 millones de euros.

Hablando de yates de lujo no podemos dejar de mencionar a Mata Mua, propiedad de la baronesa Thyssen, y Fortuny, propiedad del empresario Javier Merino. Ambas embarcaciones tienen 38 metros de eslora y son de los megayates que más juego dan durante sus vacaciones en Palma o en Ibiza. El Mata Mua lo alquila actualmente Carmen Cervera por 16.000 euros diarios o 70.000 euros semanales.

Por debajo de éstos, y con 32 metros de eslora, está el Pitina III, cuyo dueño, Florentino Pérez, le puso el nombre en honor a su mujer Pitina, fallecida recientemente. Este es el tercer barco que tiene el presidente de ACS y del Real Madrid, y por el que pagó 18 millones de euros. Uno de los españoles más ricos del mundo, Amancio Ortega, tiene también anclado en el puerto deportivo de Sanxenxo un capricho de yate con 32 metros de eslora al que le puso el nombre de Valoria, nombre del pueblo natal de su madre. Mucho más discreto es el barco de Alberto Cortina, Marlena, que en sus 27 metros de eslora suele pasar las vacaciones con su mujer Elena Cué por las costas francesas e italianas.

Amarres a precio de lujo

La adquisición de un megayate de estas características no solo supone el coste inicial de la adquisición sino que hay que contar con unos gastos de mantenimiento, reparaciones, combustible, tripulación y amarres que vienen a suponer en torno a un 15% del valor de compra. Este es uno de los motivos por los que sus propietarios cambian frecuentemente de embarcación.

Entre los puertos deportivos más caros del mundo se encuentra el de Ibiza Magna, donde el precio del amarre en temporada alta para un barco de 40 a 50 metros es de unos 1.300 euros diarios. El Fortuny y el Mata Mula suelen estar anclados en la isla pitiusa. Podemos encontrar atraques un poco más económicos en Puerto Banús, en Marbella, o en Puerto Portals, en Palma, donde rondan los 900 euros diarios, y donde suele estar el Pitina III. Si optamos por dejar el barco atracado durante todo el año en uno de estos puertos el coste se reduciría bastante. No es difícil encontrar  amarres en alquiler por 120.000 euros.

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