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José Manuel Soto... ¡Grande!

gtresonline

Con la madurez llega la calma y hete aquí que me encuentro para narrarles un concierto parecido que se celebró en el Club el Cucurucho (lo mejor que hay para niños chicos y con acceso exclusivo a playa) el pasado sábado. Lo primero decirles que se trataba de una gala benéfica en el que se cobraba desde 25 euros, las entradas más baratas, hasta 50 en la zona VIP, por escuchar a José Manuel Soto y el grupo rociero A Dos Velas

Siempre he considerado que lo benéfico empieza por uno mismo, es decir, cuanto mejor le van las cosas al individuo más renta disponible tiene para gastar y repercutir sobre la sociedad pero creo que esto no es hoy asunto del debate. Aplaudo en cualquier caso a aquellos que esta excusa les sirve para convertir en ineludible una cita que por desgracia fue bastante ensombrecida al coincidir en día y hora con la que Antonio Banderas realizaba junto a Melanie y un porrón de famosos en Marbella por causas parecidas.

José Manuel Soto es un tipo divertido que lleva toda la vida cantando en las fiestas de los señoritos que después son los que peor pagan. Además, demuestra que no sólo en USA sino también en España, se puede vivir toda una lifetime de un gran éxito. Por ella, el tema en cuestión, ha logrado que más de uno y más de dos que yo conozco hayan triunfado en alguna plaza de primera, segunda y portátil con una becerra complicada. Prueba de que Soto es un romántico lo arroja el dato de que lleva cerca de 30 años casado con la misma mujer que debe estar un pelín fatigada de sus greatest hits. En un momento del concierto y para ganarse a un público conservador y veterano afirmó que buscaba algún método para que te crezca el pelo y te desaparezca la barriga pero que todavía no lo había conseguido.

La gente ,que estaba entregada, disfrutó con temas de siempre y fueron los A Dos Velas los que remataron una velada típicamente andaluza que hizo que hasta el más seco sintiera las irremediables ganas de dar las palmas y arrancarse a bailar tirando alguna pataíta. Recuerdo ahora mis fiestas flamencas en la casa de Mario Conde en las que el diabólico exbanquero advertía a sus invitados con menos gracia; no es obligatorio dar palmas, sobre todo si no se saben dar. 

La gente lo pasó estupendo y durante un par de horas se olvidó de la proximidad al Peñón, de la maldita crisis y de la incipiente llegada de la Royal Navy. De A Dos Velas no puedo escribir mucho más pues no sería objetivo. Fue el cuadro flamenco que tocó en mi boda, ante la atónita mirada de uno de sus mayores fans e invitado en mi convite, Curro Camino

Entre el público asistente, al concierto no a mi boda, se pudo ver a la presentadora Ana Rosa Quintana junto a su marido Juan Muñoz, al que horas antes había ido a comprarle una camisa azul añil al mercadillo de Sotogrande. Espero que no sea un regalo sorpresa. Un acto sin Ana Rosa en tierras gaditanas parece que luce menos y la periodista, consciente de ello, no deja que nadie se perdone su presencia.

El Cucurucho, lugar donde se celebró el concierto, es el Club de Playa más in de todo Sotogrande. Ninguna señora se baña maquillada, los padres no pegan a sus hijos (como ocurre en muchas playas) y no se oyen voces de ningún tipo. Un oasis para los padres intransigentes y despreocupados que pueden pasar su periodo estival leyendo, fumando y acordándose del Gobierno.

Entre los habituales del Club veo al major de la capital hispalense Juan Ignacio Zoido. Sin el bastón de Primer Ciudadano y en traje de baño cambia un poco pero cuando le preguntas a su hijo de 7 años, ¿quién es tu padre? te responde tan raudo como poco natural, "Juan Ignasio Soido, excelentísimo señor alcarde de Sevilla."

¿Creen ustedes que en mis incursiones al buffet no me he encontrado estos días a nadie? Se equivocan. La bailaora Cecilia Gómez acudió a desayunar con la cara lavá y recién peiná. Aunque es risueña y atractiva su gesto se tornó duro al verme, no sé si por la sospecha de ver en persona al responsable de que se acabe todo lo bueno de comer o porque según algunas, me doy un aire al que fuera su antiguo novio Francisco Rivera. Algo que en ambos casos no le debió de hacer demasiada gracia.      

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