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Los cinco errores que Dani Rovira no debería cometer en los Goya

Dani Rovira y Clara Lago en los Goya 2014 (Gtresonline).

En España somos mucho de quemar las novedades. En cuestión de pocas horas, pocos días o pocas semanas, dependiendo de la magnitud de la noticia, nos encargamos de saturar el mercado hasta alcanzar el punto en que el público no puede más. Creemos que si algo funciona, hay que explotarlo hasta la saciedad, para, así, sacarle el máximo beneficio posible antes de que pase el efecto. ¿Cómo explican si no las constantes reposiciones de Aquí no hay quien viva o La que se avecina en los canales secundarios de la TDT? Pero si algo ha caracterizado nuestros últimos meses ha sido el boom de 8 apellidos vascos. Una comedia que, a priori, podría haber pasado igual de desapercibida que muchas anteriores, se convirtió en un reclamo infalible para la taquilla -¿de verdad creen que el público va a comprar el libro sobre la película que se anuncia actualmente en televisión?-. De ahí que sus protagonistas hayan acaparado muchas de las iniciativas publicitarias de la temporada.

El último movimiento de esta sobreexposición ha sido poner a Dani Rovira a la cabeza de la ceremonia de los Goya, en un claro intento de revitalizar una entrega de premios en horas bajas -la edición del año pasado fue la menos seguida en los últimos cinco años-. Si no teníamos bastante con verle en la serie B&b de Telecinco -tras el éxito de 8 apellidos vascos, tanto Belén Rueda como Gonzalo de Castro desaparecieron de la promoción de la serie, dejando el papel protagonista a Rovira-, en los anuncios de temporada de El Corte Inglés y bebiéndose una cerveza junto a su inseparable Clara Lago, ahora también le tocará someterse a uno de los grandes retos -y de los menos fructíferos- del cine español. ¿Creen que el actor hará un buen papel durante las largas horas de gala? Al menos, peor que Manel Fuentes no puede ser. Por el momento, aquí le ofrecemos cinco errores en los que no debería caer, por su propio bien.

1. No abusar de lo evidente

Ya nos estamos imaginando la apertura de la gala con un sketch homenajeando a 8 apellidos vascos, con el protagonista como protagonista y algunos de los nominados explotando sus dosis de humor. De entrada tendría su lógica, pero ¿y si toda la gala se convierte en una constante referencia a la película? Entiendan nuestro miedo. Nos encontramos en un momento donde el cine español ha recuperado plenamente la actualidad. No sólo contamos con varias películas dentro de las más taquilleras, sino que el público reclama más cine nacional. Rovira sabe perfectamente lo que se hace. Tiene talento, es divertido, ingenioso y esta gala no le pilla de nuevo. No caigamos en lo evidente, por favor.

2. No dejarse llevar por la emoción

No sería de extrañar que el propio presentador acabara nominado en alguna de las categorías, y como ya ha ocurrido antes, se quede sin el premio. En algunos casos, ha salido bien la jugada y las tablas del encargado de conducir la gala han sido suficientes para aguantar el tipo -recordemos hace muchos años a la gran Rosa María Sardà-, pero en otras, la gala ha caído en picado cuando el presentador o presentadora se ha quedado sin estatuilla. En el caso de Rovira, y viendo el éxito que le acompaña, incluso le vemos subiendo a por el premio, cosa que se convertiría -literalmente- en su gran fiesta del cine español. Confiaremos en su profesionalidad así de entrada.

3. No caer en el tedio

El problema de las galas, ya sean españolas o internacionales, es su larguísima duración. Hay que motivar mucho al público que está en casa para que no desconecte de la emisión a las dos horas de premios poco mediáticos -no es lo mismo el mejor actor, que el mejor vestuario-. Por la gala de los Goya han pasado algunos conductores acostumbradísimos al ritmo televisivo -y a las eternas galas a las que nos somete la televisión española- y no han conseguido mantener el interés de los espectadores. ¿Qué llevará escondido en la maga Dani Rovira? A nosotros no nos gustaría estar en su pellejo.

4. No quedarse en lo políticamente correcto

Las galas de los Goya más recordadas de los últimos tiempos han sido las más reivindicativas. Y no sin motivo. Está claro que lo importante es el cine, los premios, las películas y los nominados, pero en el momento de convulsión social que estamos pasando, resultaría muy artificial asistir a un evento de estas características donde no se hiciera mención a ciertos temas que afectan, directamente, a los presentes en el acto. La clave está en encontrar el equilibrio. Rovira ha anunciado que habrá crítica social, pero sin pasarse. Tendremos que esperar para verlo.

5. No quitarle protagonismo a Clara Lago

¿Saben quién es Clara Lago? La chica que acompaña a Dani Rovira en 8 apellidos vascos y la que le dice eso de que a su padre le gusta mucho la cerveza en un anuncio de la tele. Queriendo o sin querer, Clara Lago ha quedado relegada a un segundo plano en el éxito de la película. No es que no le haya ido bien, pero no tanto como a su compañero. Pero el problema es que, además de coprotagonistas, también son novios. Ni uno, ni la otra, están dispuestos a renunciar a su intimidad por su relación -que parece orquestada, directamente, por el productor de la película-, así que, ¿qué haremos en la gala? ¿Dejaremos a la actriz en la butaca para que no haya imágenes de los dos que puedan dar que hablar? ¿O explotaremos su presencia justamente para llamar la atención? Se impone un difícil equilibrio. ¿Conseguirán resolverlo?

En estos momentos es cuando echamos un vistazo a las galas de los Oscars -no a todas, claro- y pensamos: ¿por qué ellos sí y nosotros no? 

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