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En el Día del Trabajo, las celebrities más vagas

Kim Kardashian ha conseguido convertirse en una estrella internacional gracias a su propia vida (Gtres).

Hay quién es famoso por su trabajo y hay quién hace de la fama su trabajo. Esa podría ser la gran clasificación que agruparía a todas las celebrities del mundo. No importa si cantan, bailan, actúan, o directamente, no hacen nada de todo eso. Para ser famoso basta con tener ganas de serlo. Y tan lícito es labrarse la fama con el sudor de la frente como aprovechar la popularidad para no sudar nunca más. ¿Quién no querría sentarse en un plató durante un par de horas y ganar varios miles de euros? Seguro que muchos cambiaríamos nuestros madrugones, nuestros atascos, nuestras horas punta en transporte público por una vida mucho más tranquila y sosegada. Ser famoso, sin duda, está de moda

Dentro de esa gran categoría de rostros populares, encontramos ejemplos de todo tipo. Los hay que no paran ni siquiera cuando deberían -ahí tienen a Concha Velasco, que no hay forma de que se tome unos meses de descanso-, pero también los hay que no se ponen en movimientos ni aunque les persiga un inspector de Hacienda. Hoy queremos homenajear a todos estos famosos que no hacen nada, que creen que vivir es un trabajo, que no se esfuerzan ni aun queriendo, que han reinventado el término vago. Y lo hacemos con toda la envidia del mundo. ¿Dónde hay que firmar para apuntarse a este club?

Los que creen que vivir es un trabajo

¡Qué dura es la vida! Entre pagar facturas, sacar a pasear al perro, cuidar de los niños, madrugar entre semana, madrugar los fines de semana y hacer las tareas del hogar, a nadie le queda tiempo para nada. Pero, claro, si fuésemos famosos la cosa sería muy diferente. Nos encantan las celebrities que creen que vivir es un trabajo. Miren a Belén Esteban. La colaboradora pasa cuatro horas diarias delante de una cámara, sí, pero comentando lo que pasa, como si estuviese en el salón de su casa pero con más maquillaje. Belén se jacta de no querer saber nada de lo que van a tratar en el programa para que así su reacción sea espontánea, y hace bien, ya que es lo único que interesa. Para la de San Blas cuidar a su hija, romper con su novio e ir a un bar de Paracuellos a tomar café es trabajo. ¿No creen que su vida sería mucho más sencilla así?

Los que no se esfuerzan ni para posar

Aprender a posar es un requisito necesario para ser famoso. Los eventos a los que van a tener que asistir, los malditos photocalls y los reportajes en las revistas necesitan de celebrities que controlen muy bien su cuerpo. Y ya si consiguen crear una marca de la casa, serán los famosos ideales -miren a Elsa Pataky que solo le falta registrar su posado Pataky-. En el otro extremo están los que pasan por el photocall como si cruzaran el pasillo de su mansión. Ahí tienen a Mariah Carey, que se empeña en meter tripa y poner los brazos en jaras como si le sentara bien, o a Jennifer López que siempre abre la boca y cierra los ojos, como si acabara de levantarse de una siesta de esas con baba. Chicas, esforzaos un poquito más, que no cuesta nada.

Los que no sonríen por no mover un músculo

Si ser famoso es lo que refleja la cara de Kristen Stewart, mejor nos dedicamos a otra cosa. A la actriz le pesa la vida directamente. Nos sorprende que encuentre fuerzas para salir de la cama cada día -o cada dos, que tampoco se la ve con muchas ganas de trabajar-. Ella se esfuerza y rueda películas, pero de ahí a parecer tan cansada hay un paso. Lo mismo le ocurre a Eugenia Martínez de Irujo. La duquesita lleva consigo un halo de pereza que no se lo quita nadie. Trata de posar bien, de sonreír, de mostrarse simpática, pero siempre acaba pareciendo aburrida, triste y somnolienta. Y todos sabemos que Eugenia trabaja mucho, muchísimo, y que así no hay forma decente de descansar y recuperar horas de sueño.

Los que ni siquiera van a la peluquería

¿Saben ustedes el tiempo que requiere ir a la peluquería? Hay que levantarse del sofá, arreglarse, salir de casa, coger el coche -o el transporte público-, llegar y dejar que otra persona haga su trabajo. Demasiado tiempo invertido para algunos famosos. Y no es que tengan nada mejor que hacer, es que les da tanta pereza que prefieren no ir. El actor Robert Pattinson, por no hacer, es que ya ni se ducha. ¿Y qué me dicen de la melena salvaje de Blanca Cuesta? La nueva de Carmen Cervera pasa sus días entre cuidar de sus hijos, pintar y mirar a la lejanía desde sus maravillosos apartamentos. Suponemos que el encrespamiento de su pelo debe ser pretendido, porque de no ser así, no lo entendemos.

Los que se conforman con un éxito

Llegar, triunfar y vivir de rentas hasta el fin de los días. ¿Se acuerdan cuándo Rosa ganó Operación triunfo? ¿Cuándo Los del río bailaron la Macarena? ¿Cuándo Ana Obregón le preparó una paella a Spielberg? Pues todo eso es más que suficiente para sentarse periódicamente en un plató para contar lo mismo de siempre. Basta con ser un poco gracioso, así simpaticón y tener don de palabra. Raquel Bollo continúa explotando su relación con Chiquetete, Alberto Isla ha hecho de su romance con la hija de Isabel Pantoja su mejor currículum e Isabel Sartorius siempre será la primera novia del príncipe. Un éxito y ya toda la vida garantizada. ¡Menuda suerte!

Los que piensan que un bolo es trabajo

Ahora resulta que acudir a una discoteca, hacerse fotos con los asistentes y dejar que te den dos besos es un trabajo. Y uno que está muy bien pagado -viendo el percal, imaginamos que se cobra el plus de nocturnidad y peligrosidad-. Para convertirse en un profesional del bolo solo se requiere haber participado en un reality o programa destinado a la juventud -léase Mujeres y hombres y viceversa-, tener ganas de salir y sonreír para la foto. ¿Quién no ha soñado con ir a una discoteca del extrarradio de cualquier ciudad y ganar un dinero por ello? Kiko Matamoros, Leticia Sabater, Ylenia o Rafa Mora son expertos en recorrer España de discoteca en discoteca. Claro, luego ni madrugar, ni salir a la compra, ni nada.

Los que dicen que trabajan pero luego no

Nos encantan los famosos que dicen estar todo el día trabajando, pese a que luego no veamos que hagan nada. En esta maravillosa técnica de camuflaje son expertas las grandes damas de la alta sociedad, desde Isabel Preysler hasta Carmen Martínez-Bordiu, pasando por Carmen Lomana, Cari Lapique -y sus hijas Caritina y Carla-, Nuria González, las mujeres de los toreros y las esposas de los empresarios. Debe ser que estar siempre guapa, radiante, bien vestida y atractiva es un trabajo. Y no es que las pobres no se pasen todo el día de un sitio a otro, probándose modelitos, tomando tentempiés y posando en eternas sesiones de fotos, pero ya les decimos que invertir ocho horas al día en una oficina es menos satisfactorio -y está mucho peor pagado-.

Los que creen que son modelos

No hay nada más socorrido para los famosos que autodefinirse como modelo. Total, ¿quién no lo es? Las celebrities creen que con posar para un fotógrafo y subirse a una pasarela una vez en la vida ya pueden arrastrar la etiqueta de modelo hasta la tumba -además, es la mejor forma de definir a alguien que tampoco tiene una profesión muy consolidada-. Desde las ex Misses que no han vuelto a hacer nada más, como Sofía Mazagatos o María Jesús Ruiz, hasta las que se pensaron que eran modelos, como Rocío Carrasco o Carmen Janeiro, o las que lo fueron brevemente y ya ni se acuerdan, como Jessica Bueno. Todas profesionales de la moda a la altura de Gisele Bündchen, claro.

Los que ya nacieron vagos

Hay quién tiene la suerte -o la desgracia- de ser famoso desde la cuna. Gracias a la popularidad de sus padres, no es necesario que se labren una fama independiente, ya que pueden aprovecharse de la heredada. Borja Thyssen, Tamara Falcó o la familia Pantoja al completo son algunos de los ejemplos de celebrities que ya nacieron sin demasiadas fuerzas para trabajar. Ni siquiera son capaces de ganar dinero sin hacer nada -piensen en Kiko Rivera y su abandono de GH VIP tras quince días de estar tumbado en un sofá-. Esto es ya el colmo de la vagancia. Pero ahí están. Y en muchos casos, con unas cuentas corrientes mejores que las de cualquiera que lleve cuarenta años cotizados a la Seguridad Social.

Y Kim Kardashian

Llaman a la puerta. ¿Quién es? ¡Kim Kardashian! Ah, no, que yo trabajo para ganarme la vida. Este chiste es uno de los más recurrentes de la serie Dos chicas sin blanca -en la que llegó a hacer un cameo la propia Kim, en un alarde de sentido del humor-. Y es que la socialité más famosa del mundo ha conseguido convertirse en una estrella internacional gracias a su propia vida. Kim no hace nada más allá de probarse ropa, hacerse selfies y dejar que unas cámaras sigan cada uno de sus movimientos. Y eso ha sido más que suficiente para ser la mujer más famosa del planeta. No nos digan que no tiene su mérito. Otra cosa es que nos parezca bien o mal, ahí ya entra la valoración de cada uno. Total, podríamos hablar de Carlota de Mónaco y nos quedaríamos un poco igual. Los Kardashian son la Familia real de Estados Unidos.

Disfruten del Día de trabajo -si es que son de los afortunados que tienen uno- y piensen que ser famoso no es tan divertido como parece. ¿O creen que Belén Esteban tiene pinta de ser feliz?

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