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Mémesis

Follar a cambio de la mitad de tu negocio: Así acosan por WhatsApp a una chica de 19 años

Relaciones a cambio de invertir en tu negocio...

María del Mar (nombre ficticio) está haciendo unas prácticas empresariales en una escuela de Tarragona. El ejercicio consiste en buscar financiación para un local/negocio de hostelería. La chica, de 19 años, decide redactar un anuncio para buscar posibles socios capitalistas que se apunten al negocio. Todo muy normal. El ejercicio es vender bien la idea para atraer inversores... y sí, los atrajo.

https://twitter.com/AliciaMart7/status/804227895354945536

Tras poner el anuncio en Milanuncios llegan los primeros interesados. Uno de ellos iba a provocar serias arcadas a la responsable del ejercicio. Si salir de su asombro María descubre como su nuevo 'socio capitalista', un hombre de unos 40 años, solo quiere invertir a cambio de "relaciones íntimas". La mitad de tu negocio a cambio de todo tu cuerpo. Cavernícola.

La conversación entre ambos es un ejercicio clásico de acoso. Una conducta punible con claras evidencias. Él, desde una posición de privilegio, de fuerza y de sorpresa, decide probar suerte para más tarde regocijarse en su desprecio. Ella intenta defenderse como puede. El baboso siempre juega con la ventaja de género.

Hablamos con una amiga de la víctima (ella tiene todas sus cuentas privadas) que nos cuenta lo mínimo para no tener que desvelar su identidad. No quiere denunciar, no. Tiene miedo a que su agresor pueda reconocerla tan sólo con el avatar de su WhatsApp en una ciudad pequeña. El miedo es la principal coartada de los acosadores.

Y este es el gran problema. El refugio en esta impunidad . El chantaje mafioso del "si me denuncias voy (o puedo ir) a por ti". No hace falta ni decirlo, eres mujer, y simplemente lo tienes que aceptar.

En Memesis hemos denunciado varias veces este tipo de conductas sin fin. Las vemos día sí y otro también en nuestras redes. Gente que confunde cualquier oportunidad en la Red con canales de ligoteo consentido: "Mujer... es como tirarte los tejos en un bar", "No será para tanto. Si no quiere a otra cosa, mariposa."... se excusan en muchos comentarios. Desubicados sexuales que van sobre seguro sin importar el contexto, el respeto o la igualdad de criterio. 

El único camino es denunciar.

¿Qué hacer en estos casos? ¿Cómo hacer que compense el miedo a la persecución tras una posible denuncia para tener ganas de ponerla?

La respuesta no es sencilla pero hay que conocer todas las herramientas disponibles al alcance. Desafortunadamente las últimas reformas del Código Penal no protegen tampoco a las mujeres de este tipo de babosos. Para que el acoso sea punible tiene que ser dilatado en el tiempo. Hasta 2.147 mensajes tuvo que soportar esta mujer para poder condenar a su exnovio. Pero tras un acoso impune suele haber otros delitos como injurias, amenazas y calumnias. No subestimes la maldad de tu acosador.

Lo primero que hay que hacer es cortar toda comunicación con el acosador. No darle pie a investigar para seguir con su chantaje. No ceder a ninguna de sus peticiones. WhatsApp tiene una utilidad muy buena que es bloquear el teléfono de tu interlocutor. Si lo haces rápido no podrá ni siquiera extraer tu número de la conversación para seguir acosándote.

Guardar la conversación con 'pantallazos', y no borrar nunca la original del teléfono. WhatsApp no tiene unos servidores donde se guardan todas las conversaciones. Estas se guardan solo en el móvil de los interlocutores. En el caso de que las autoridades tengan que certificar la veracidad basta con uno de los teléfonos.

Denunciar es imprescindible, parece que no sirve de nada pero todas las denuncias suman. Si es un acosador habitual y lo ha hecho más veces la policía podrá recopilar denuncias para construir un delito. Si no hay denuncias esto es imposible. La guardia civil tiene una sección de delitos telemáticos para denunciar o informar. También puedes llamar gratuitamente al 016 para informarte de tus derechos. 

La denuncia pública también es efectiva. Utilizar las mismas redes para transmitir el rechazo, el asco y el bochorno de una conducta tradicionalmente asimilada por el machismo silencioso está ayudando, poco a poco, a cambiar la percepción que la sociedad tiene de estos individuos.

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