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Mémesis

"Playboy deja de publicar desnudos. Si queréis ver carne, comprad el As"

La evolución de PlayBoy

Ya lo dijo el bueno de Arrabal. ¡El milenarismo va a llegaaaaaar!…. lo que no sabía Fernando es ponerle fecha a este apocalipsis. Ahora ya estamos seguros. Acaba de caer uno de los pilares de la cultura sicalíptica ochentera. Playboy, la revista fundada por el magnate siempre en batín— Hugh Hefner, dejará de mostrar desnudos en sus revistas.

https://twitter.com/quiquepeinado/status/653895477323284481

La noticia es de un calado que ni el Titanic. Es algo así como si Jordi Hurtado abandonase ‘Saber y Ganar’ o que la NASA patrocinase ‘Cuarto Milenio’. En realidad no, pero es gasolina para nuestras tuiterías. ¡Faltaría más!

https://twitter.com/polispol/status/653848645125718017

A partir de marzo, según el  fundador y editor jefe de la revista, Playboy pasará a ser “una publicación más limpia y moderna”. Como si esas maniquís de látex, piel difuminada y cardados imposibles fuesen el santo y seña de las cloacas sexuales de nuestra prepúber-adolescencia. La suciedad está en sus cuentas, no en sus chicas.

La doble moral del viejo del batín es, según él, una estrategia para no perder cuota del mercado digital. En realidad es por la imposibilidad de competir con la industria gratuita del sexo en Internet. Playboy no ha sido capaz de proponer una variante apetecible a la primera fuerza de Internet, el porno.

Los negocios nocturnos de Hef han acabado por hundir a su niña bonita. Sin embargo su marca ha permanecido intacta durante casi 65 años y todavía quiere exprimir el conejito, a pesar de pasar de los 5,6 millones de ejemplares de 1975 a los 800.000 actuales (en papel). Los ingresos de los últimos ejercicios vienen, sobre todo, por el merchandising de joyas, perfumes o peluches. No es la primera marca que deja atrás su seña de identidad para sobrevivir. El conejito, la manzana de Apple y las vírgulas de Coca-cola son símbolos inherentes a una cultura popular Warholizada, aunque detrás y en los tres casos exista una historia turbia que contar.

Playboy ha pasado de ser la representación del sexo bueno y glamouroso, divertido y con gusto, el erotismo mainstream de toda una generación a un vestigio de la elegancia erótica de los 70. Nació como buque insignia contra el puritanismo más rancio y en defensa de las libertades individuales y se ha convertido en un cementerio de misses y conejitas plastificadas. Aunque nunca abandonase la instrumentalización de la mujer como medio para conseguir su verdadero fin: El batín más caro, la fiesta más glamourosa donde sacar a pasear el ego de su fundador y el látex de sus conejitas.

Aún así los hipster de hoy son los chicos imberbes y con ácne de los 80 que han crecido con una pila de PlayBoys e Interviús cuarteándose en el desván. La puerta a lo ilícito y desconocido comenzó con la fotos de Marilyn o la auténtica Chica 10, se empezó a torcer con la exuberancia de Pamela Anderson y nos cortó totalmente el rollo con la de Marge Simpson.

     

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