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Mémesis

La historia no es siempre como se cuenta en Redes Sociales. El caso del Instituto San Isidoro de Sevilla

La protesta de los alumnos del IES San Isidoro de Sevilla

El poder de las redes sociales es inmenso, tan grande que da miedo. Tan grande que es capaz de enmascarar, vestir o distorsionar la realidad tras miles de retweets.  Que Twitter no te estropee un buen titular.

Y este era grandioso...

Resulta que un alumno del IES San Isidoro de Sevilla de primero de Bachillerato decidió presentar hace un par de semanas un trabajo/discurso sobre el colectivo LGTB vestido de mujer para dar visibilidad a aquellos que sufren sin poder vestirse como les dé la gana. Fuera normas en el rol de género. Loable.

Resulta que después de presentar su trabajo decidió seguir vestido de mujer durante la jornada escolar. Muy valiente y coherente.

Resulta también que un profesor se encontró con el chico en el patio y (según el joven) éste le recriminó que llevara el famoso vestido azul y le obligó a quitárselo bajo amenaza de abrirle expediente.

Versión alumnoVersión del alumno protagonista. Fuente

Resulta que cuando el resto del alumnado supo de la historia decidió organizar una sentada en el recreo en solidaridad con el chico. Las chicas vendrían con chaqueta y corbata y los chicos con vestidos de mujer. Unos 30 alumnos participaron. Fantástico, de verdad.

IESSS La protesta del IES San isidoro de Sevilla. Fuente: Alumno/Agencias

Resulta que todos estos alumnos tienen redes sociales y contaron la historia tal cual, convirtiéndose en una de las acciones solidarias del año. Todo es maravilloso. Los medios contaron la misma historia, profesores de toda España se solidarizaron con el alumnado. Colectivos LGTB mostraron su agradecimiento (y esperanza) ante una juventud tan despierta y atrevida. Y con razón...

Pero faltaba algo. Nadie había hablado con los profesores. Nadie se había preocupado en dar más contexto a la noticia.

La fuerza tan brutal de la historia había cegado la esencia del contador de historias. Preguntar a ambas partes y poner más contexto a la historia. Aunque no guste tanto..

Revisando todos los hilos virales y sus respuesta se empiezan a encontrar datos relevantes. Algunos profesores cuentan que el reproche al alumno que originó la bonita acción no fue por ir vestido de mujer sino por hacer gestos obscenos levantándose la falda en la escalera del centro (es la otra versión). Ya tenemos el lío.

En Memesis nos ponemos en contacto con Julia Ibáñez, delegada provisional del alumnado del centro y la que levantó y contó la historia a todas las agencias que replicaron luego los medios. Intentamos pedirle contacto con el alumno protagonista para conocer su versión. Es imposible, nos dice. Tampoco con la única persona que presenció el supuesto reproche. Otra alumna del centro fue testigo del reproche y no había más. Ese es el problema.

https://twitter.com/_moonlight01/status/793412628962041856

Al preguntar por redes logramos el contacto con gente afín al profesorado, que quiere permanecer en el anonimato. Confirman el gesto obsceno como foco del incidente y nos ponen en contexto (siempre su contexto, claro).

“El chico es problemático y encantado en convertirse en centro de atención  (desde siempre), y la precursora de la protesta (Julia IBÁÑEZ) es hija de la consejera de Hacienda de la Junta y su padre es miembro del AMPA (Rafael IBÁÑEZ) que fue también cargo de la Junta con IU. La protección de los padres la ha convertido en una rebelde constante frente al profesorado al que achaca todos los males del mundo. Esa protección ha servido para que los profes tengan miedo a la niña por temor a posibles represalias  (la anterior directora fue cesada tras un enfrentamiento con su padre)”

Por otra parte, la fuente nos recuerda:

“Los profesores testigos son gente muy de izquierdas. Totalmente alejados de cualquier justificación hacia un comportamiento homófobo. No son nada sospechosos”

Hablamos también directamente con el centro y su director D. Rodrigo Alba Garrido para conocer la postura oficial de todo este lío:

“El profesor simplemente corrigió al alumno porque estaba en una situación de alteración del orden, no porque llevara un vestido o falda. Se estaba creando un revuelo en el patio y el profesor de guardia acudió a poner orden. No ha habido corrección ni sanción porque fuese con falda o vestido. En ningún momento se ha prohibido al alumno vestir como quiera según su orientación”

“Hay un testimonio de un profesor y un testimonio de los alumnos, y la dirección tiene que valorar. Pasa todos los días. Un niño dice una cosa y los alumnos otra. Yo tengo que dar la razón al profesor que es la autoridad.”

Cuando le preguntamos si hubo gesto obsceno o no del alumno (como cuenta en su versión el protagonista) el director nos insiste:

“Fue solo un revuelo en el patio. No tengo que ir más allá. El centro no prohíbe que se venga con vestidos, pantalones o faldas. Seas quién seas. Hay una norma que impide que se venga con chanclas de playa, bañador o ropa de deporte cuando no hay deporte o que se vea la ropa interior, solo eso”.

Preguntamos sobre la problemática del alumno o si buscaba ser el centro de atención. Ahí es tajante:

“Es un adolescente absolutamente normal y corriente. No es problemático. Todos los adolescentes de esas edad quieren ser el centro de atención”

La sensación que nos queda es que el director está protegiendo de algún modo al profesor. Preservando los detalles para evitar más polémicas. Lo mismo que la representante de los alumnos, que ha reunido la versión oficial de los alumnos sin poder preguntar a más testigos.

Lo que sí está claro es que el centro no ha sancionado ni sancionará a un alumno por una vestimenta fuera del rol de género. No hay caso colectivo. Y el caso individual depende tan solo del testimonio de un alumno o el de un profesor.

Lo que también está claro es que la fuerza de una historia tan viral te hace perder la perspectiva. La autoridad del profesorado lleva años poniéndose en entredicho en favor del alumnado. Los profesores cuentan poco y si hay una historia bonita detrás menos. No es que el profesor lleve siempre la razón, es que es la autoridad pública y goza "del principio de veracidad". El director tiene razón en su actitud. Él tampoco estuvo allí para ver si hubo reproche homófobo. Pero se debe a la autoridad del docente.

Lo que está clarísimo también es que la conducta del resto de alumnos del centro —sea cual fuera el detonante de la historia— es tan loable como irreprochable.

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