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El programa de Tárrega o cómo sufrir frente al televisor

La presentadora Cristina Tárrega.

Hace un par de semanas, mientras hacía zapping, me topé con la penúltima creación televisiva: Animales Nocturnos. Mi sorpresa fue más que mayúscula cuando vi que este espacio de Telecinco estaba presentado por Cristina Tárrega y pretendía imitar a otros programas presentados por ella un par de décadas atrás. Decidí darle una oportunidad y aguanté exactamente doce minutos frente al televisor, porque transcurrido ese período se me quitaron las ganas de sufrir. 

Pensaba no adentrarme en un camino tan tenebroso por salud mental. Pero este lunes decidí volver a intentarlo. Segunda oportunidad para Tárrega, cuyos antiguos programas sí enganchaban porque tenía un estilo propio, incluso novedoso en aquellos tiempos lejanos. Sola en la ciudad y Territorio comanche marcaron una etapa televisiva en Telemadrid. Eran programas con sentido e interés en aquella España pero que seguramente no triunfarían hoy.  

En este formato todo huele a viejo. O, peor aún, a imitación barata. Autoimitación, para ser más exactos. Te sientas a verlo y por más que le buscas el sentido no lo encuentras. Un programa de llamadas y testimonios carece de interés en la época de la inmediatez, las redes sociales y la abundancia de información. Ni siquiera incluyendo en el cóctel como colaboradores a algunos de esos rostros habituales de Mediaset como el tal Suso Álvarez de este lunes.  

Ver Animales Nocturnos es como regresar a nuestra edad de la inocencia televisivamente hablando, pero el problema es que es un viaje chabacano. No hay gracia en los chistes ni sorpresa en los testimonios. Nada de nada más allá de volver a ver a Tárrega tanto tiempo después haciendo casi lo mismo

Hasta la decoración parece demasiado antigua, como fuera de onda y de moda. Ver Animales Nocturnos es como regresar a nuestra edad de la inocencia televisivamente hablando, pero el problema es que es un viaje chabacano. No hay gracia en los chistes ni sorpresa en los testimonios. Nada de nada más allá de volver a ver a Tárrega tanto tiempo después haciendo casi lo mismo.

Cuando te pones a intentar aguantarlo, te preguntas por qué carajo estás viendo algo tan anodino, tan ridículo, tan prescindible. Es una sensación de puro vacío. No es aburrimiento, es sufrimiento. Quizás en Telecinco tengan algún motivo poderoso para apostar por este producto, pero estamos ante un misterio más complejo de desentrañar que el paradero del Santo Grial. 

En aquellos otros programas de Tárrega en Telemadrid había morbo y diversión porque escuchabas a personajes con historias que parecían increíbles. Ahora, en 2020, lo increíble es que Animales Nocturnos exista.  

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