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RTVE...y el despiporre de la política española

RTVE...y el despiporre de la política española

No les falta razón a quienes opinan que en España los partidos se han comportado como especies invasoras. Hiedras que treparon por las paredes de instituciones y organismos que no les correspondía habitar y se metieron por sus ventanas hasta conquistar cada una de sus esquinas. Tal es así que actualmente resulta imposible analizar el funcionamiento de estas entidades sin mirar de reojo a los cuarteles generales de las fuerzas políticas para cerciorarse de las disputas que existen entre sus familias y los trapos sucios que tratan de ocultar. El panorama es ciertamente desolador y alcanza una de sus manifestaciones más penosas en Radiotelevisión Española. Es decir, en un servicio público que ha ejercido tradicionalmente de admirador, amigo, esclavo y siervo del poder. Una parte de los diputados ha expresado recientemente su intención de despolitizarlo y de elegir a sus directivos por méritos propios. No caerá esa breva.

Lo que ha ocurrido durante los últimos tiempos con RTVE refleja perfectamente el vodevil en el que se ha convertido la política de este país de un tiempo a esta parte. Todo el mundo ha demostrado más preocupación por guardar las apariencias y acomodarse en su trinchera que por agarrar el timón para enderezar el rumbo de la nave. Y así nos va.

Los partidos aprobaron el pasado septiembre una reforma legal que contemplaba, entre otras cosas, que la nueva cúpula de este medio de comunicación se elegiría a partir de ahora en un concurso público. Al PP no le interesaba y el PSOE optó por desplegar esa estrategia que tan bien se le da y que tan nefastos resultados electorales le ha reportado últimamente: especular y, según cómo salgan los planes, o “todos somos Fuenteovejuna” o la culpa es de ése...o de aquel. Por su parte, los promotores del concurso, Podemos y Ciudadanos, demostraron su inexperiencia parlamentaria y ni calcularon bien los tiempos ni jugaron bien sus cartas.

Total, que casi medio año después de que se aprobara la nueva ley, no se ha dado ningún paso decisivo y al actual presidente de la corporación, José Antonio Sánchez -érase un hombre a un partido pegado-, todavía no le ha llegado la solicitud de desahucio. En su última comparecencia parlamentaria, incluso se permitió el lujo de mofarse de los diputados. Dijeron ustedes que me querían echar, pero al final va a ser más fácil que me vaya cuando yo quiera o cuando agote mi mandato, que será en junio.

Donde dije digo...

Los partidos de la nueva política no pierden la ocasión de recordar a su electorado que España necesita reformas estructurales de urgencia si quiere despegar. El problema es que, cuando llega el momento de acometer el cambio, o no saben por dónde empezar o demuestran que no tienen muy claro lo que quieren. O, peor, venden su alma a los partidos tradicionales con acuerdos macarrónicos.

Se cansó Ciudadanos de decir que los organismos reguladores deberían estar compuestos por personas de reconocido prestigio que fueran propuestas por un comité de sabios. Cuando hubo que relevar a tres consejeros de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), pactó con PP y PSOE y designó a Pilar Canedo para cubrir una de las vacantes. ¿Dónde queda su credibilidad? ¿De veras se puede pensar que renunciarán a aplicar el 'dedazo' en RTVE si finalmente fracasa la idea del concurso público, como todo parece indicar?

Ciertamente, los diputados Guillermo Díaz (Ciudadanos), Noelia Vera (Podemos) y Miguel Vila (Podemos) -soldados rasos de los partidos- han presionado durante las últimas semanas para que prosperara el reglamento necesario para elegir al Consejo de Administración de RTVE por concurso. Pero se han dado de bruces contra un muro. En concreto, contra un PP al que lógicamente no le interesaba perder el control de RTVE; y contra un PSOE que quiere desahuciar por la vía rápida al actual presidente, pero reservarse el derecho de elegir consejeros de su confianza. Previo pacto, eso sí, pero no resulta difícil adivinar lo que ocurriría en ese caso: tú eliges a los tuyos y yo no los veto. Yo elijo a los míos y tú no los vetas. Tú me das y yo te doy.

Es seguro que la televisión pública no se despolitizará. Porque ni los viejos partidos están dispuestos a dejar volar libre a este medio de comunicación, ni los nuevos han demostrado que son capaces de renunciar a los caramelos que les ofrecen PP y PSOE.

Culpaba este jueves un portavoz del PSOE a Ana Pastor por retrasar la renovación de RTVE, puesto que la Mesa del Congreso de los Diputados tiene que emitir un informe sobre el método de elección que habrá que seguir y todavía no lo ha hecho. Sea cual sea, es seguro que la televisión pública no se despolitizará. Porque ni los viejos partidos están dispuestos a dejar volar libre a este medio de comunicación, ni los nuevos han demostrado que son capaces de renunciar a los caramelos que les ofrecen PP y PSOE.

Y de esta guisa se encuentra España actualmente. Es un país paralizado, por un lado, por el gran conflicto político catalán y los movimientos sísmicos que genera en todo el territorio; y, por otro, por una penosa realidad parlamentaria que ha provocado que la gran cadena de montaje del sistema, el poder legislativo, no funcione como debería. Basta con consultar la base de datos del Congreso para cerciorarse del efecto que ha tenido este fenómeno. En 2017 sólo se aprobaron 34 textos legales, frente a los 84 de 2015 o los 61 de 2014 (2016 fue el año multi-electoral). La 'producción' ha descendido considerablemente debido a la agitación y a la imposibilidad de alcanzar pactos que han demostrado las fuerzas políticas, más preocupadas por ganar terreno -o de no perderlo- en las encuestas que de cumplir su función.

La penúltima tragedia

RTVE ha sido víctima de esta falta de responsabilidad. No sólo ahora. Resulta significativo leer el voto particular de la sentencia con la que el Tribunal Constitucional echó por tierra el Real Decreto que dictó el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012 para modificar el método de elección del presidente de la corporación. El documento, firmado por la magistrada María Luisa Balaguer Callejón, viene a decir que aplicar el método del 'decretazo' para obviar la opinión del resto del parlamento a la hora de tomar decisiones sobre medios de comunicación de titularidad pública es execrable.

Aquella cuestionable decisión permitió al PP elegir para presidir la corporación -valiéndose de su mayoría absoluta- a José Antonio Sánchez -cuyo nombre está escrito en los Papeles de Bárcenas- y a Leopoldo González-Echenique. Este último, sin experiencia en la gestión de la televisión, pero bien relacionado con la vicepresidenta. “Creo que la única televisión que ha visto es la de su salón”, dijo el periodista José María García tras comer con él, según confesó en esta entrevista.

Y añadió: “No puedes llegar a los sitios a aprender, sino con la lección aprendida”. En otras palabras, no se puede poner a la cabeza de un servicio público a un delfín o a un amigo del alma. De lo contrario, lo puedes destrozar. Así ha ocurrido.

Algunos de los que han abanderado la lucha por la despolitización de TVE durante esta última etapa han demostrado una lamentable cercanía al PSOE en sus comunicados más recientes.

Pero antes de Rajoy y Sáenz de Santamaría estuvieron Felipe González y sus hombres; y, posteriormente, José María Aznar y los suyos. Y otros vendrán que harán exactamente lo mismo, ante el beneplácito de sus socios parlamentarios y de los profesionales de la corporación que simpaticen con sus siglas. Por cierto, algunos de los que han abanderado la lucha por la despolitización de TVE durante esta última etapa han demostrado una lamentable cercanía al PSOE en sus comunicados más recientes, lo que no habla precisamente bien de ellos ni de sus intenciones. Cada cual sabrá lo que hace y lo que espera ganar con el cambio. Su propósito, desde luego, se puede definir con varios adjetivos despectivos.

Mientras se resuelve este juego de tronos, los interesados comienzan a proponer nombres para suceder a José Antonio Sánchez. Incluso se escuchan historias de actuales directivos que se dejan ver en varios actos públicos para ganarse el favor de unos y de otros. Entretanto, la vida sigue igual en RTVE. Algo que no invita precisamente al optimismo.

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