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“Parece que el apocalipsis había llegado para la prensa escrita, pero tiene futuro"

El apocalipsis de la prensa escrita ha sido anunciado en tantas ocasiones que, cada vez que surge una nueva cabecera, parece que el principio del fin ha comenzado, en forma de parusía. En los últimos años, se ha reducido el número de toneladas de papel que se distribuye a los quioscos; pero, a la par, han surgido medios de contenidos más específicos o analíticos que cuentan con una buena aceptación entre un determinado tipo de público. Por eso, a pesar del cataclismo que tantas veces se había anunciado para la prensa escrita, el presidente de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), Ángel Durández, asegura que los periódicos siguen siendo fundamentales para exponer ciertos contenidos.

Desde que la crisis económica aflorara a finales de 2007, la tirada de todos los diarios generalistas se ha reducido drásticamente, algo que Durández explica en la importante disminución de la publicidad institucional y privada que reciben, así como en un cambio de hábito de los lectores más jóvenes, que prefieren informarse a través de los medios digitales que de los tradicionales, labrados en tinta y papel prensa.

El responsable de la OJD incide en un aspecto que quizá haya pasado desapercibido para algunos editores, como es el que, durante los años de bonanza económica, de vino y rosas en las redacciones y abundancia de publicidad institucional y empresarial, no se supo apreciar la verdadera dimensión del cambio que iba a provocar internet en el negocio de la información.

“El efecto de la tecnología ha sido catártico. El cambio ha sido brutal y no se detectó a tiempo por el espejismo que generó el desarrollo económico de los primeros años de este siglo. Ahí, daba la impresión de que casi casi todo se mantenía igual. Pero se estaba gestando una tendencia a olvidarse del papel, en detrimento de internet”, incide.

La caída de los periódicos gratuitos, la más profunda

Las crisis económicas tienen la capacidad de redimensionar sectores y subsectores cuyo peso puede ser mayor o menor que el que le otorga la sociedad hasta ese momento. Es obvio que la prensa escrita ha vivido este fenómeno en los últimos años, tanto fuera como dentro de sí misma. Por eso, Durández incide en que, dentro de este sector, los periódicos gratuitos son los que han sufrido de una mayor forma los rigores de la escasez de dinero, así como también las publicaciones profesionales. “Nosotros llegamos a medir los datos de 100 publicaciones médicas que vivían, en buena parte, de la publicidad de las farmacéuticas. Cuando ésta se redujo, una buena parte de estos periódicos desaparecieron, hasta el punto de que hoy sólo sobrevive una porción de este sector”, apunta.

Si bien ha padecido el cierre de diversas cabeceras y ajustes de plantilla que han dejado a muchas redacciones famélicas, Durández manifiesta que la prensa regional es uno de los subsectores que mejor ha sabido mantener el tipo en los últimos años. Este fenómeno se explica, principalmente, en la raigambre que poseen estos medios en su entorno y en la cercanía de la información que incluyen.

Lo que es indudable es que, en esta última década, los diarios digitales se han consolidado como la principal fuente de información de un importante sector de la población, si bien en este terreno es habitual que surjan y mueran proyectos con cierta celeridad.

El presidente de la OJD destaca que, entre los principales retos a los que actualmente se enfrentan los editores de estos medios, se encuentra el de optimizar sus productos para las nuevas y cambiantes plataformas tecnológicas que adquieren los lectores, desde las tabletas hasta los dispositivos móviles de pantallas con un tamaño más o menos generoso.

Pero, en este contexto de digitalización de la sociedad, Durández reivindica el papel que aún tiene la prensa escrita para la presentación de determinados contenidos, que son más cómodos leer y conservar en ese formato. Es más, en algunos países se impone una nueva tendencia que puede anticipar futuros modelos de negocio en España, como el de las cabeceras que aparecen sólo en internet de lunes a viernes y publican ediciones impresas los fines de semana. Por estas nuevas realidades, estos nuevos vientos ligeramente favorables, se niega a pensar que ninguna gran ciudad del mundo se vaya a quedar sin periódico, como vaticinaban los más agoreros.

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