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Medios

Luis Pineda, los chanchullos y la falacia que retrata a una empresa

El presidente de Ausbanc, Luis Pineda (c) acompañado de sus abogados por Luis de las Heras Vives y Miguel Durán (d).

El caso Ausbanc no provocó ninguna catarsis en la relación entre los medios y las empresas anunciantes porque nadie se dio por aludido y porque la prensa no es muy amiga de purificarse. Acostumbra a pedir limpieza al resto del mundo mientras chapotea en su propia mugre, acumulada durante años en su patio trasero. No existen muchos sectores en los que se consientan prácticas tan cuestionables y en los que, a la vez, se concedan tantos premios a la excelencia. El calendario cada vez está más abarrotado de entregas de galardones, hasta el punto de que los más conocidos canapeteros de la Corte se las ven y se las desean para cuadrar su agenda. Esto, evidentemente, no obedece a la casualidad, sino a las exigencias del negocio.

Hace un tiempo relativamente largo o corto, llamó poderosamente la atención la presencia del presidente de una compañía del Ibex 35 dentro de la lista de personalidades que habían sido laureadas por un conocido periódico. No mucho antes, este medio le había definido como incapaz y había descrito con detalle cada punto negativo de su gestión, pero ahora decidía obsequiarle con una estatuilla, en reconocimiento a su labor. Digamos que, por el camino, esa cotizada había decidido incrementar su 'generosidad' con la editora de ese medio, lo que provocó que su dueño, hasta entonces cegado, viera la luz y, dinero en mano, comenzara a apreciar los dones como ejecutivo de ese presidente. Existen pocos colirios más efectivos que los que imprimen en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

Algo similar a lo que ocurrió entre estas dos empresas se pone negro sobre blanco en el escrito de acusación -al que ha tenido acceso Vozpópuli- que el BBVA presentó dentro del caso Ausbanc, donde se detalla una de las formas que empleaba Luis Pineda para financiar sus organizaciones y, en último término, lucrarse. No era otra que la presunta extorsión a varias de las más grandes empresas del país para que le dieran un aguinaldo y contribuyeran a mantener su singular sistema de defensa de los consumidores. Como aquella aportación necesitaba una justificación, pues nada es gratis en esta vida, Ausbanc editaba varias revistas en las que los donantes incluían sus anuncios publicitarios, que servían de coartada. Quien pagaba, recibía loas. Quien no lo hacía, se enfrentaba a una enorme campaña de desprestigio. Pineda no fue el pionero de este sistema, sino que se valió de una antigua forma de negocio que ha servido para llenar las arcas de una buena parte de los medios durante muchos años.

El modus operandi de Ausbanc

Ausbanc creó su primera revista en 1993, Mercado de dinero, cuya línea editorial estaba supeditada “a los objetivos lucrativos del entramado”, según la exposición que elevó al juez el BBVA. La Fiscalía también lo explica en su escrito, en el que asegura que los financiadores de Ausbanc firmaban “convenios publicitarios” con Pineda y compañía por un montante que solía ser elevado, si se tiene en cuenta la escasa difusión de esos medios de comunicación. Quienes se negaban a pasar por el aro -como el BBVA durante varios años-, se enfrentaban a todo tipo de noticias negativas y a la hostilidad de la asociación de consumidores, que muchas veces se manifestaba en forma de denuncias en los juzgados. A veces, los afectados pagaban para que no se presentaran las demandas. Otras, llegaban a un acuerdo económico para que Ausbanc “rebajara sus pretensiones” o incluso las retirara.

El BBVA se personó dentro del proceso judicial relacionado con Pineda y compañía porque consideraba que recibió extorsión desde que, en 2007, su entonces director de Comunicación, Javier Ayuso, decidió reducir, primero, y suprimir, posteriormente, los acuerdos económicos que el banco mantenía con Ausbanc. Es entonces cuando las revistas de la asociación comenzaron a publicar de forma frecuente noticias perjudiciales para la entidad financiera, encaminadas a erosionar su imagen.

A la vez, le llovieron varias denuncias administrativas y judiciales; y tuvo que enfrentarse a algún que otro susto, como las visitas hostiles de directivos de Ausbanc a sus Juntas de Accionistas. En una última fase, en los años anteriores a la detención de Pineda, el propio Francisco González -al igual que Miguel Blesa anteriormente- se enfrentó a una campaña de desprestigio que tuvo su prolongación en las redes sociales.

Utilizaba el miedo, la información y la desinformación para mantener o aumentar el importe de los acuerdos publicitarios, que es lo que hacen los más despiadados empresarios mediáticos. Que no son todos, pero que no son pocos.

Pese a que en las 119 páginas del escrito del BBVA se habla abiertamente de la relación tortuosa que mantuvo durante años la entidad financiera con Ausbanc, este miércoles trascendía que retiraba su acusación por extorsión ante su voluntad de desmarcarse de las decisiones que, en el pasado, tomaron sus ya exdirectivos. Una excusa que suena peregrina, máxime que si tiene en cuenta que Luis Pineda había anunciado un día antes la presentación de una querella que destaparía la relación entre el excomisario José Manuel Villarejo y Francisco González. "No podemos desvelar en este momento la identidad del testigo por cuanto el mismo por las circunstancias del caso y el ámbito de poder de los querellados teme por su integridad personal y familiar", según consta en la denuncia, tras la cual se encuentra el conocido abogado Miguel Durán.

El exlíder de Ausbanc ofreció este martes una rueda de prensa en la que aseguró que González tuvo de su lado a Villarejo y a otros policías que supuestamente disponen de armas y calabozos; y, por tanto, no son buenos enemigos. En su intervención, se erigió como la víctima de una organización criminal y se mostró convencido de que el BBVA ha retirado su denuncia por extorsión debido al temor a que tire de la manta.

El poder del miedo

Una vez más, surge la figura del miedo, la gran clave que se encuentra presuntamente tras el ‘éxito’ en los negocios del fundador de Ausbanc y la que impulsó a varias de las empresas más poderosas de este país a pasar por caja. Su sistema era el de ‘plata o plomo’. El de ‘me das o te doy’. Sin duda, sus formas eran más agresivas que las de los medios de comunicación, pero, en esencia, utilizaba el miedo, la información y la desinformación para mantener o aumentar el importe de los acuerdos publicitarios, que es lo que hacen los más despiadados empresarios mediáticos. Que no son todos, pero que no son pocos.

Las grandes empresas de este país no son sólo ejercen el papel de víctimas dentro de este sistema de chantaje continuado, en algunos casos, también aprovechan la sed de sangre de algunos dueños de prensa para disparar a sus competidores a través del sicario de turno.

Sobra decir que las grandes empresas de este país no sólo ejercen el papel de víctimas dentro de este sistema de chantaje continuado, puesto que, en algunos casos, también aprovechan la sed de sangre de algunos dueños de prensa para disparar a sus competidores a través del sicario de turno. Lo hacen, muchas veces, a costa de la verdad, un concepto que pocos se han negado a sacrificar. Para qué nos vamos a engañar. En cualquier caso, tras leer la exposición de los hechos que realizaron ante el juez la Fiscalía y el propio BBVA, trasluce una verdad incómoda, y es que en este país, en el que tanto se ha hablado de las fake news, hay muchas personas que han jugado y juegan con la información, con las mentiras y con las amenazas para llenar sus bolsillos. Sin duda, es una obviedad, pero no está de más subrayarla.

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