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La llegada de Monzón a Prisa desbarata la operación para nombrar presidente a un Polanco

El expresidente y el consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián (d) y José Luis Sainz.

En el guión que escribieron hace unos meses los accionistas rebeldes del Grupo Prisa figuraban dos asuntos prioritarios: el cese del consejero delegado –hasta septiembre, José Luis Sainz- y la sustitución de Juan Luis Cebrián por un presidente sin poder ejecutivo. Para desempeñar esta última función, se pensó en Manuel Polanco, hijo del fundador y persona "de perfil bajo" que, a su juicio, hubiera encajado a la perfección en la cúspide de la compañía, según han explicado a Vozpópuli fuentes internas.

El retorno de un Polanco al sillón presidencial del grupo hubiera tenido un carácter simbólico. La compañía habría escenificado su deseo de volver a sus orígenes, a esa época en la que el ‘cañón Bertha’ disparaba con una temible potencia y las portadas de El País ocasionaban heridas de consideración a sus enemigos. En definitiva, a la era anterior a Juan Luis Cebrián, al que los accionistas críticos culpan de la decadencia del grupo.

Cebrián salvó su puesto en 2013 cuando la banca acreedora aceptó capitalizar una parte de su deuda y se alivió la crisis financiera del grupo. Eso sí, desde entonces Prisa se ha visto obligada a deshacerse de Digital Plus, de Ediciones Generales, de su filial portuguesa (Media Capital) o de su participación en Mediaset para poder afrontar sus obligaciones con las entidades financieras. También a realizar algunas subasta de deuda con descuento de nula rentabilidad para los bancos.

Finalmente, el sustituto será Javier Monzón, expresidente de Indra (1992-2015) y quien cuenta con el apoyo de los accionistas institucionales de la compañía (Santander, Telefónica y Caixabank), que avalarán su nombramiento en el Consejo de Administración del próximo viernes. También darán su visto bueno los fondos buitre del grupo, entre los que se encuentra Amber Capital, quien hace más de un año inició la operación para derrocar a Cebrián con la que no comulgaron, en principio, ni el Ibex-35 ni Moncloa, ni el PSOE.

Accionistas incómodos

Esta entidad es la principal accionista de la compañía (19,28%) desde verano de 2016 y está representada en su Consejo por Joseph Oughourlian, su fundador. Su propósito ha sido siempre el de provocar un cambio de poder en Prisa para que el grupo recuperara la confianza de los inversores. En su agenda había marcada una fecha en rojo: el próximo 31 de diciembre de 2017, el día que habían establecido como límite para desalojar a Cebrián de su puesto. Finalmente y, salvo sorpresa, el presidente ejecutivo abandonará su cargo con unas semanas de antelación.

Las presiones que ejercieron en el Consejo de Administración de la compañía provocaron la sustitución de José Luis Sainz por Manuel Mirat como consejero delegado, anunciada el pasado junio. Pocas semanas después, su alianza con los Polanco frenó la venta de Santillana, que Cebrián y sus hombres querían formalizar –Rhône Capital era el fundador- por menos de 1.200 millones de euros.

Según estiman fuentes internas, Amber Capital, los accionistas institucionales y Rucandio (Polanco). apoyarán el nombramiento de Javier Monzón y la realización de una ampliación de capital por entre 450 y 500 millones de euros que está previsto que suscriban todos ellos. Ahora bien, no está muy clara la posición que tomarán los socios cataríes (International Media Group) y los mexicanos (Grupo Herradura Occidente) que suscribieron las dos últimas operaciones de este tipo.

Los Polanco mantendrán su representación en el Consejo de Administración, aunque no conseguirán la presidencia, como pretendía una parte de los críticos con Cebrián. Está por ver si Manuel Polanco mantiene sus funciones como vicepresidente ejecutivo o si es relevado, inciden estos informantes.

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